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Yoongi

Cosas potencialmente malas, Anabella me descubrió, la persona a cargo de mi está sospechando y me está siguiendo muy de cerca y me preocupa más que nunca la situación con Ana, mientras que escuché por parte del líder que simplemente están buscando que el padrastro de Ana se retire de la compra de una importante empresa, sin embargo escuché comentarios lascivos de mi "jefe" sobre el cuerpo de Ana.

-Runch, mencionaste que no lastimarían a la chica- le comenté al líder. –Escuché a la rata diciendo todo lo que quiere hacerle y no creo que una víctima de violación vaya bien con sus planes- intenté restarle importancia pero él era muy listo.

-Dado que te importa tanto su bienestar encárgate de ella, si logras que la próxima llamada a su familia parezca neurótica y desesperada puedes incluso quedarte a dormir con ella- aun si sabía que lo decía como un comentario al aire, decidí hacerlo realidad. –Sólo no lo arruines, no meteré mis manos al fuego por ti, únicamente me interesa que no le hagan daño, tienes razón, ella siendo violada, golpeada, o herida de cualquier forma no está en nuestros planes, pero la rata es alguien importante en la ecuación- no entendí pero asentí ahora que tenía el permiso de la persona con más cargo podía cuidarla de cerca.

El último día de clases fue una tortura, veía el reloj muriendo por querer ver a Ana, una vez que las clases finalmente terminaron decidí pasar a comprar algo más de ropa, algunos dulces y lo necesario para instalarme en su habitación.

Toque tres veces su puerta y entré, estaba sentada con la venda en los ojos, el pantalón deportivo se veía enorme en sus piernas y mi camiseta bien podría pasar por vestido, movía sus manos nerviosamente, cerré la puerta con seguro y me acerqué.

-Tranquila solo soy yo-suspiró relajando su postura y bajó la venda de sus ojos, dejé todo lo que había traído para ella en el mueble donde normalmente ponía la comida.

-¿Que trajiste?- preguntó curiosa revisando la bolsa emocionada. Su sonrisa se ensanchó al encontrar dulces y frituras. -¿Por qué?- revisó más y encontró ropa deportiva femenina.

-Conseguí permiso para traerte cosas, la llamada se realizara hoy por la noche, necesito-

-Que llore y parezca histérica- me interrumpió suspirando y doblando sus piernas comenzó a comer los dulces. –Ayer parecía una buena idea, pero hoy que estoy menos molesta no me parece la idea más brillante- se recostó mirando hacia el techo.

-Entre más rápido se entregue el dinero más rápido te dejarán ir- murmuré inseguro.

-¿Porque traes almohada y cobijas?- pregunta cambiando de tema.

-Te lo dije, estaré cuidándote, no me fio de esa gente- contesté sentándome, pero se movio y palmeo la cama para acostarme a su lado, inseguro lo hice.

-¿Cómo terminaste metido en esto?- suspiré nuevamente, al parecer sería día de confesiones.

-Me encontraron, mi teoría es que te seguían cuando nos conocimos la primera vez, deben haber investigado acerca de mi porque fueron hasta mi trabajo y ya había gente hablando con mi madre cuando me "propusieron"- hice comillas con los dedos. –No pude negarme, aunque el día en el parque cuando decidí no hacerlo, era demasiado tarde- cerré los ojos, su respiración se detuvo unos segundos y suspiro.

-No te culpo, realmente no me conocías lo suficiente para negarte y aun ni lo hubieras hecho, tu familia estaba en peligro, no estoy molesta, solo triste, de que hayas tenido que caer en esto por mi culpa, cuando me trajeron aquí, una vez que el miedo pasó, me sentí aliviada, y un poco feliz de que la situación obligara a mi madre a sacar la cabeza de debajo de la tierra y tal vez ver lo que realmente importa, si pudiera regresar el tiempo me negaría a dejar a mi padre- sentí alivio al escuchar sus palabras, y me hizo más feliz de lo que pude imaginar- gracias por todo lo que estás haciendo por mí, tengo miedo, comienzo a tener miedo de qué pasará conmigo, del porqué estoy aquí- la sentí moverse y repentinamente sentí su cabeza en mi pecho, cerré los ojos con fuerza intentando tranquilizar mis latidos y mi respiración.

-Bella- levantó la cabeza con una sonrisa.

-Tranquilo, no me voy a enamorar- dijo regresando su cabeza a mi pecho, e intenté ignorar el repentino pinchazo en mi pecho tras sus palabras, porque hace un tiempo yo empecé a enamorarme de ella y recién lo notaba.

-Me alegro podría pasar como síndrome de Estocolmo- escuche su risa en mi pecho cosquillando y calentando con su aliento. La puerta sonó dejándola muy nerviosa, la ayude a sentarse y cubrir sus ojos, aventando lo que traje debajo de la cama.

-Abre mocoso- puse los ojos en blanco y abri la puerta. –No vuelvas a cerrarla, el jefe quiere hablar con ella- la sujetó bruscamente del brazo jalándola para que se levante.

-Sé que debe ser difícil para una persona como tú utilizar su motricidad de manera delicada pero no seas tan animal, dame, yo la llevaré- dije intentando sujetar su otro brazo delicadamente.

-Incluso tú con tu linda carita no le vas a meter la verga, alguien dio aviso de la rata y estamos todos advertidos, es intocable- Ana abrió la boca sorprendida.

-Incluso tú con toda tu horrible cara y frustración debes tratarla con cuidado- molesto la aventó a mis brazos, un ligero temblor casi imperceptible recorrió su cuerpo. –Te tengo- susurré en su oído y tembló nuevamente. Caminamos hasta la zona donde se haría la video llamada.

-Tendremos que adelantar la video llamada, no podemos esperar más tiempo, se están negando a hacer un trato- sentí el cuerpo de Ana ponerse rígido ante la voz de Runch.

-Tranquila, llora, ponte histérica, has lo que quieren, ¿bien cariño? Terminará pronto- susurré nuevamente en su oído y asintió.

-¿La convenciste?- preguntó Runch una vez que la ayude a sentarse.

-Dijo que lo haría- murmuro un veamos, e inició la llamada.

-Señor Shim, sabía que era un perro maldito pero no creí que le importaría tan poco la hija de la mujer que dice amar- los sollozos de Ana se escuchaban fuerte y desesperados. Mordía su labio con la suficiente fuerza para hacerse daño, se me ocurrió una idea y me lo murmuré antes de que me arrepintiera.

-Una bofetada- no necesité más para que Runch entendiera asintió.

-Ayudame, por favor, no soporto estar aquí, sácame de aquí, es horrible, mamá, por favor- sus gritos me rompían el corazón. Runch dio la señal y la bofetada lastimó el labio que se mordía, su histeria aumentó, y fue quitada de foco.

-No nos obligues a doblegar su voluntad, 50 millones de dólares no son tanto para ti, tienes millones más en el banco, espero que no hayas llamado a la policía, no tengo ningún problema con jalar el gatillo- dijo cargando el arma y disparando fuera de la visión de la videollamada, un grito asustadizo y desgarrados salio de la garganta de Ana, incluso estando seguro que no le había disparado quise correr a revisarla. –Tic, toc, tic, toc- movio el dedo figurando metrónomo. –Estaremos en contacto- en cuanto cortó la llamada corrí a Ana.

-¿Te encuentras bien?- limpie su labio sangrando y se quejó.

-Pensé que no te darías cuenta, ¿estaba mi mamá ahí?-pregunta con una tranquilidad que me heló la sangre.

-Sí, muy por detrás de tu padrastro, bien, se habrá convertido en una bruja pero me conoce, sabe que no lloraré por estar asustada, o lastimada, supondrá que me han roto hasta tal punto y lo obligará a hacer algo, o consiguen lo que quieren o lo deja, de cualquier manera gano yo, ¿me ayudas?- la sujeté levantándola.

-Excelente, llévala a su habitación Suga, te avisaré si necesito algo de ustedes- se marchó y la llevé hasta su cama, cerré la puerta y en cuanto escuchó el click bajó la venda.

-En cuanto esto termine me iré con mi padre- dijo tocando su labio.

-lo siento tanto- acaricie su cabeza y con una toalla húmeda limpie los restos de sangre.

-Intenté hacerme daño y fue imposible, no tuve el valor de morder más fuerte, quiero que sufran, quiero que ella vuelva a ser la madre que era en américa- reprimió el llanto viendo hacia el techo.

-Lo hará, recapacitará y todo estará bien- acaricie su mejilla y sus ojos quedaron prendados de los míos, lentamente se acercó y puso sus labios sobre los míos, fue un ligero roce que despertó mil emociones, me obligue a permanecer quieto y no profundizar el contacto, mi corazón se aceleró, pero tenía que recordar la situación, no podía olvidar que nos tenía juntos aquí.

-Bien, tal vez necesite un psicólogo, uno muy hábil- sonrió con tristeza sin explicar nada, cubrió sus ojos y se recostó dándome la espalda.

Escala de Grises (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora