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[...]

Apenas quedaba una semana para que Jimin tuviera que volver a la ciudad. Todas las ganas de volver se habían esfumado y lo que quería en ese momento era simplemente quedarse para siempre en aquella costa, lejos de sus compañeros, familia o cualquier persona que pudiera juzgarle.

- ¿Vas a beberte eso? —preguntó Yoongi con una expresión de asco. El menor, sin molestarse en responderle, quitó la tapa de la batidora y le dio un largo trago, emitiendo un leve suspiro al terminar. Se relamió la boca entera y luego limpió descaradamente con la manga de su camiseta, la cual era de la noche anterior y no le importaba manchar en absoluto. — Asqueroso.

- Es leche con galletas, exagerado.

- ¿Por qué no las mojas como hace la gente normal? —en ese mismo instante la expresión de Jimin se iluminó y el mayor se asustó, temiendo cualquier idea alocada que se le pudiera haber ocurrido. — ¿Se puede saber en qué estas pensando?

- ¡Voy a hacer otro batido! —agarró la batidora y volvió a colocarla, dirigiéndose seguidamente con la misma emoción hasta la nevera. — ¡Y mojaré galletas en el batido de galletas!

- Qué apetecible —murmuró el adulto, dando un trago a su café y apartando la vista para no ser completamente consciente del desparrame que se estaba haciendo en su cocina. Mientras miraba al menor solo podía pensar en el tiempo que se pasaría luego limpiando todo el desfase.

Era la tercera noche que pasaban juntos en el piso de Yoongi, pues para los pocos días que le quedaban al más joven, decidieron hacer las maletas de este y que abandonara el piso de su tía unos días antes de lo previsto, pasándolos en el del adulto.

El apartamento de Yoongi era muchísimo más elegante y moderno, lo cual era de esperar. También estaba muchísimo más lejos situado, a bastante trayecto en coche de la ciudad, detalle al cual a Jimin le había sido imposible acostumbrarse. El supermercado más cercano estaba a media hora andando y ni siquiera tenían esa marca de cereales que tanto le gustaba, pues la primera mañana que se despertó el rubio, fueron ambos a comprobarlo.

Aún así, a pesar de los inconvenientes y la extraña convivencia que estaban teniendo, disfrutaban de la compañía del contrario. Se ponían películas a altas horas de la madrugada y cocinaban juntos, dejando la cocina siempre hecha un desastre. La limpieza también la hacían juntos, pero el rubio terminaba distrayéndose con cualquier detalle y al final la escoba y el trapo terminaban en las manos del adulto.

Casi ni recordaban que eran maestro y alumno, que se conocían de antes y se sacaban casi una década de edad, o lo omitían para no tener que ser conscientes de la locura que estaban cometiendo. Ni siquiera habían sacado el tema sobre qué harían al volver o si simplemente el mayor acompañaría a Jimin a la estación de autobuses. No querían tocar nada relacionado con el final de las vacaciones.

- ¿No quieres probar? —preguntó el menor, sentándose junto al pelinegro una vez hubo terminado su batido y mojó una galleta para seguidamente colocarla frente a los delicados labios de su compañero. Este se puso bizco, mirándola fijamente y frunciendo la boca. — Está rico, te lo prometo.

- ¿Qué manía tienes con innovar con la comida? —se alejó unos centímetros de la galleta embadurnada en aquella mezcla de tropezones de chocolate y más galleta. — ¿Sabes que ya hay gente que estudia y cobra por ello? — Jimin le acercó más el trozo, manchándole los labios e ignorando sus comentarios. — No necesitan que tú te pongas a experimentar en mi cocina.

- Tú solo pruébalo —insistió.

- Ah, está bien... —cedió sin ninguna gana, abriendo la boca y poniendo su mayor esfuerzo en masticar una simple vez. El más pequeño le miraba expectante, terminándose de un bocado el trozo restante de galleta y sonriendo a la espera de una respuesta, una buena al parecer. — Oye... — Yoongi alzo una ceja y asintió mientras terminaba de tragar el bocado. — Pues no sabe tan mal.

Corrígeme si me equivoco  ▬ [Yoonmin]Where stories live. Discover now