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La noticia de que la profesora de prácticas no irá al viaje de la clase se extiende como la espuma entre los alumnos. Es la más joven y atractiva entre el profesorado, y el mayor motivo de asistencia para la mitad de los adolescentes que iban a ir al viaje, a los cuales les han dejado claro que no pueden retirar el dinero ingresado para el viaje.

Por ello, a los siguientes días, la mitad del alumnado va con caras largas y decaídas por el pasillo. Las que siempre suelen llevar, pero en esta ocasión de forma más continuada. La gente no odia al profesor Min, pero en comparación, nadie le prefiere a la primera opción. Más nadie está más molesto con los cambios de última hora, que Park Jimin.

El rubio ni siquiera espera a su compañero de clases cuando suena el último timbre del día. Recoge sus cosas y sale enfurecido del aula, directo a la parada de autobuses. Piensa que todo lo ha organizado Yoongi, y solo quiere gritarle cuatro cosas. Por ello, la línea de buses en la que se sube, no es la que se dirige a su casa, sino la que va a la de su profesor.

Debería estar muerto de hambre a esas horas, pero el enfado le ha cerrado el estómago. Solo puede pensar a cada paso en lo molesto que está, hasta imagina su sangre hirviendo por el interior de sus venas. Casi llega a lo litera de echar humo, por eso, cuando el portero le abre la puerta -puesto que ya le conoce de las decenas de veces anteriores que le ha visto entrar- y sube al piso del pelinegro, encontrándoselo vacío, le viene bien sentarse sobre el felpudo a esperarle. Esa larga media hora sentado frente a la puerta consigue calmarle, aunque sea un poco.

- ¿Jimin? —reconoce esa voz con los ojos cerrados, que es como los tiene cuando llega Yoongi. Se pone rápidamente en pie y espera a que abra la puerta. El pelinegro, sorprendido y desconcertado a partes iguales, tarda unos segundos en reaccionar. — ¿Necesitas algo? —pregunta una vez están ambos dentro.

Jimin cierra la puerta de una patada y tarda medio segundo en sacar el móvil y mostrarle la pantalla al mayor, colocándosela a milímetros de sus ojos.

- Explícame esto —ordena serio.

- ¿Esto? —intenta agarrar el móvil, pero el menor se lo impide, sin soltar el dispositivo, así que tiene que resignarse a subir y bajar la conversación de pie, rozando únicamente la pantalla con el índice. Solo ve mensajes de amigos lamentándose en grupo. — ¿Qué es esto?

- ¿Cómo lo has hecho para ir al viaje? —bloquea el móvil y lo guarda bruscamente. Yoongi se empieza a quitar la chaqueta, entendiendo en ese momento a donde va dirigida toda la conversación. — ¡Nadie quiere que vayas!

- El Jefe de estudios quiere —intenta explicarse, aunque cada palabra del rubio es como una patada en el estómago, y viendo lo enfadado que está, quizá termine transformándose literalmente en ellas. — aunque no te lo creas, me lo pidió él. Yo no he tenido nada que ver.

- No me lo creo.

- Por eso he dicho aunque no te lo creas —se encoge de hombros y dirige a la cocina, intentando mantener una falsa indiferencia. Enchufa la cafetera y comienza a prepararse un café cuando de repente aparece una bola de pelo medio adormilada. Va a saludar a Yoongi, pero cuando se percata de la presencia del rubio, corre directa hacia él. — Oh, debe estar contenta de verte.

- Me da igual tu perro —intenta ignorar al animal y creerse sus propias palabras, pero en el momento que Yoongi asiente y se gira para coger algo del armarito de arriba, Jimin se agacha y acariciar rápidamente a la perrita, reprimiendo las ganas de marcharse con ella en brazos llorando. Yoongi se gira de nuevo tan solo unos segundos después de que el rubio aparte al animal dejándolo sobre una silla y retome esa faceta seria, cruzando de brazos con el ceño fruncido. — Quiero que le digas al jefe de estudios que no vas a ir.

Corrígeme si me equivoco  ▬ [Yoonmin]Where stories live. Discover now