ιδ'

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[...]

Jimin sentía que caminaba por un puente, el cual era su fantasía. Caminaba, bailaba e incluso daba saltitos de veces en cuando eufóricos, porque era su puente, solo suyo, solo él podía verlo y usarlo, y nada podía estropearlo. Lo bueno que tenían las fantasías es que no dejaban lugar para lo problemas.

Pero todo eso había cambiado. De un día a otro el puente empezaba a tambalearse, y Jimin se asomaba para ver que le esperaba tras la caída. No se veía nada pero sabía de sobra que era la realidad, que su fantasía se empezaba a hacer pedazos y ambos caerían el aquel pozo oscuro en el que no podía controlar nada.

Le daba miedo, se sentía inseguro sobre qué hacer o no hacer, pues las cosas empezaban a tomar casi más importancia en su día a día que en su mente, pero eso tampoco le frenaba a seguir avanzando. Si tenía que abandonar las baldas imaginarias de sus fantasías por el asiento de cuero del coche de su profesor, iba a hacerlo.

- ¡¿Treinta años?! —su compañero lo miró perplejo, pestañeando varias veces durante el breve silencio que se quedó tras su pregunta. Por suerte ambos estaban en cocina esa tarde, fregando platos, por lo que el estridente ruido de los fregaderos les permitía hablar sin terceros no bien recibidos en su conversación. — Es un viejo, ugh.

- No llega a los treinta.

- Es casi un viejo.

- No es un viejo —Jimin rodó los ojos y empezó a poner más ahínco para quitar una mancha de azúcar de un plato. — La gente de treinta no es vieja. En cierto modo es la plenitud de la vida.

- Lo son si los comparas contigo que ni siquiera eres mayor de edad —el rubio no podía negar esas palabras, eran demasiado ciertas, por lo que permaneció en silencio. — Pero al menos era guapo —Jimin sonrió para sí, relajando los músculos y pensando en la imagen de su profesor echando el freno de mano y girándose levemente para comprobar los coches que podrían venir por detrás.

- Es muy guapo —repitió con firmeza, como si fuera una verdad innegable.

- Y tiene coche —su amigo agarró el plato que le tendió y empezó a secarlo con lentitud, más concentrado en hablar que en la vajilla. Después de todo, a ambos les quedaban un par de días y ninguno pensaba renovar contrato. — Uno bonito.

- Lo sé —aunque a Jimin eso era de lo que menos le había llamado la atención, pues acostumbrado y encantado con el transporte público, se interesaba más por otros aspectos del adulto. — Y tiene dinero. Y me invita a comer.

- La típica relación de iguales entonces —Jimin, sin entenderlo, le miró alzando una ceja con desconcierto, hasta que su amigo se echó a reír y comprendió el comentario, soltando un bufido y plantando de nuevo sus ojos en la espuma. — Era broma, oh, vamos.

- No me gusta por su dinero.

- Ni tú a él porque seas joven —el rubio volvió a mirarle, amenazándole con la mirada — eh eh, hablo en serio —colocó el plato en la encimera y agarró el siguiente que le tendió su compañero, secándolo con la misma indiferencia que a todos los demás. — Pero no vas a negar que son factores importantes.

- Pues lo niego

- En serio, piénsalo —el más alto agarró otro plato —a él le gusta que seas joven, y la inocencia y vulnerabilidad que eso conlleva.

- Piensa que soy maduro.

- Si le gustara tu madurez estaría llevando en coche a gente adulta y no a alguien de diecisiete años —de nuevo no podía rebatirle, solo quejarse, y no iba a quejarse como un niño pequeño. No justo en ese preciso momento. — Lo que iba diciendo, que a él le gusta que seas un niño y a ti que él sea un adulto, que rompa normas de adulto contigo. Te atrae esa superioridad y control que muestra.

Corrígeme si me equivoco  ▬ [Yoonmin]Where stories live. Discover now