Un paso hacia atrás

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Erwin besa la sensible oreja de Armin quién ruborizado, solo se estremece ante el tibio toque. Una mano grande viaja a través de su espalda, pasa por su brazo y termina en su cuello.

Armin jadea cuando Smith muerde su labio inferior y siente la otra mano en uno de sus glúteos. Por fin abre los ojos, alejando el fornido cuerpo que lo aprisiona contra la puerta. Jadea incontables veces y ve sonreír al profesor tímidamente. Erwin se aleja brindándole espacio.

—Lo siento —pronuncia avergonzado. No es la primera ni será la última que no pueda seguir el ritmo de las caricias del otro—. Yo, en verdad…

—No te preocupes —Erwin entiende, siempre lo hace—. ¿Quieres algo para cenar?

—Gracias, pero mañana tengo examen y tengo que llegar a casa temprano—Es mentira, Smith sabe que lo es. ¡Da clases dónde él estudia! Obvio sabe. Y maldice en silencio por no pensarlo bien.

—Entonces te veo después.

Como siempre lo deja pasar.

Arlert se acerca, dándole un abrazo y llenándose del suave aroma de Erwin; este a su vez le rodea con un brazo y besa su cabello como despedida.

Cuando la puerta se cierra una vez que Armin se ha ido, Smith se sienta en su mullido sillón en la sala mientras piensa qué es lo que está haciendo mal.

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Erwin recibió un mensaje de Armin que decía que saldría con sus amigos el fin de semana, cosa que no le agradó  del todo pues habían acordado ir a la feria del libro juntos para después cenar. Le contestó de buena gana, entendía dentro de todo que Armin seguía siendo joven y le gustaba ir a alguna fiesta de vez en cuando.

A pesar de entenderle, la pequeña espina de decepción se instaló en su pecho el resto del día, parecía qué Armin le huía a quedarse a solas con él.
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—¿Esperabas otra cosa? —Preguntó  Hanji, al mismo tiempo hurtaba la pasta del tupper de su rubio amigo—. Sí fuese Armin también tendría miedo, imagínate en un descuido se agacha y pierde la pureza.

Comenzó a reírse de forma estruendosa ganándose la mirada reprobatoria de la maestra de ética. Zoé no conocía el decoro.

—Jamás haría algo sin el pleno consentimiento de Armin.

—Eso le dijeron a mi mamá y somos siete.

—Sólo tienes una hermana, Hanji.

La mujer se encogió de hombros dando a entender que le quitó gracia al chiste y volvió a robar pasta. Smith le dio lo que quedaba de comida, ya no tenía apetito.

—Yo sólo digo que le des tiempo, tarde o temprano el pequeñín te echara en falta.
Dicho eso, como invocado apareció  el pequeño grupo de Eren y Armin, entraron al comedor saludando a un par de jóvenes que parecían hacer tarea.

El rubio se quedó observando por un largo tiempo a Arlert quien absorto en sus amigos no parecía reparar en su presencia.

Dejó a Hanji comiendo sola y él se retiró a su aula.

Con paso firme y sin mirar nada más se fue del comedor con la misma espina del día anterior creciendo poco a poco.

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Todos sus amigos conocían su fallida historia de amor (gracias a Eren y su don de ventilar intimidades a base de gritos) y nadie creía fuera buena idea eso de las segundas oportunidades.

—Técnicamente no fueron novios —razonó Marco.

—¿Si te pido algo de respeto? Intentamos hacerle entender, gracias —Eren aún creía que Erwin era el peor partido de todos.

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