2015
(Un año antes.)
La fiesta en el yate privado de uno de los amigos de Aegea era el bom de toda la costa. Todos deseaban estar allí con la música a todo volumen, comiendo camarones, bebiendo de la mejor champan y conociendo a gente guapa y rica. Todos a excepción de la misma Aegea. Estaba allí por compromiso y estaba de los nervios con estar tan lejos de la orilla, lejos de su seguridad.
– ¡Los fuegos artificiales!– la novia de una de sus amigas, Dora, comenzó a gritar a todos para que fueran a la parte trasera del yate para contemplar el cielo lleno de luces multicolor.
Aegea fue obligada por sus amigos a colocarse en primera fila, justo al borde del yate donde no había una barandilla. Tomo fuertemente el brazo de Brandon, su amigo dueño del yate que sabía perfectamente que ella odiaba el agua y que esa experiencia la estaba matando por muy inocente que fuera.
–Tranquila preciosa, no te va a pasar nada.
Ella sonrió, pero era una sonrisa falsa. Volvió a mirar el cielo como si de vedad lo estuviera disfrutando. Cuando el espectáculo acabo todos comenzaron a alejarse para volver dentro del yate donde habían colocado mesas en las esquinas y una pista de baile que cambiaba de color con la música.
–Oye, espérame aquí un segundo ¿Si?– dijo Brandon emocionado. – hay una chica que quiero presentarte, es buena con los números al igual que tú y quizás puedas hacerte su amiga.
Antes de que Aegea pudiera protestar, su mejor amigo ya se había ido dejándola completamente sola a la intemperie. Se maldijo a si misma por ser tan sumisa con cualquier persona de forma excesiva, tanto así que pasaba por alto sus propios sentimientos en la mayoría de ocasiones.
La brisa fría del mar Egeo la golpeo y le movió el cabello rubio y el vestido purpura. Todo sería una imagen muy bonita para una fotografía si no fuera porque miraba el mar con repugnancia.
Se giró al escuchar voces de unos chicos, tres chicos que ella detestaba y que aún no entendía como sus amigos tenían conocidos que pudieran entablar una relación de amistad con sus primos.
–Vaya, Brandon y Gab si trajeron a la tontita de Aegea Dimitriou a la fiesta. ¿Aún le tienes miedo al agua? –hablo el menor, Leo.
Se tensó. Ella sabía perfectamente lo que ellos eran capaces de hacer, ya que gracias a esos dos chicos más altos, corpulentos y de barbillas cuadradas, junto a una chica al igual de rubia le habían hecho tenerle miedo al agua.
– ¿Aun lloras bobita?– dijo la chica llamada Lea que era conocida como la más hermosa de la familia.
Aegea intentó esquivarlos cuando la rodearon y comenzaron a molestarla, pero no pudo. Ellos las sujetaron y le taparon la boca cuando comenzó a gritar desesperada llamando a sus amigos para que la ayudaran.
–Cállate primita linda, ¿o es que quieres hacerme enojar?
Aegea comenzó a llorar.
Si, esa era su familia. Gente mezquina, celosa y violenta si la situación lo amerita. La cosa es que la única razón por la que era odiada por sus primos era por el simple hecho de haber nacido.
–Por favor, no lo hagan. – suplico cuando vio que la acercaban al borde del yate. – por favor, hare lo que sea, pero no lo hagan otra vez.
El mayor de los tres, Liam, la miro serio.
–Entonces vuélvete completamente loca. Eso queremos.
Antes de poder replicar sintió el empujón que la hizo caer de espaldas al mar Egeo con un sonido sordo. El agua le helaba la piel y las venas más rápido de lo que recordaba, y la garganta se contrajo por la sal.
Su desespero por salir a la superficie hacia que se hundiera más y más, y a pesar de tener ese conocimiento no podía evitar moverse de forma exasperada. Ojala hubiera tenido alguien que le enseñara a nadar y perder el miedo del agua, las cosas hubieran sido mucho más fácil.
Pero su película de terror no terminaba allí, sabía lo que había visto la última vez al abrir los ojos, había sido la cara de un monstruo que el simple recuerdo no la dejaba dormir.
Sintió algo tocar sus labios y luego sus pulmones comenzaron a llenarse de aire, estaba respirando con normalidad, pero aun así podía sentir la densidad del agua a su alrededor.
Aegea abrió los ojos y se encontró con la imagen algo borrosa de un chico de ojos enormes y labios carnosos. Era un chico atractivo y lo que más llamaba la atención era su cabello rosado. Tenía un aura de paz y calma que hizo que se quedara quieta haciendo que automáticamente comenzara a flotar, pero este la tomo de la cintura para que no saliera a la superficie.
Negó suavemente con la cabeza y en ese momento escucharon a los primos de Aegea que hablaban en la superficie.
–Mierda Liam. La matamos.
–Bueno. – respondió Lea nerviosa. – eso también nos sirve, ¿no? La idea es que desaparezca.
Después de eso las voces desvanecieron y Aegea volvió a mirar al chico, quedando embobada por su piel dorada y ojos azules, pero al bajar y ver su abdomen desnudo unido a una cola llena de escamas de casi un metro de larga, su desespero volvió.
También era un monstruo.
Comenzó a gritar, pero no salió el típico sonido, sino un pequeño pitido que hizo que el chico la soltara de golpe por el dolor que sintieron sus oídos. La empujo hacia arriba hasta que salió a la superficie.
No dejo de gritar cuando vio la punta del yate frente a ella y se dio cuenta que por más que se moviera no se hundía, como si alguien la estuviera sujetando desde abajo. Su grito mezclado con el terror y el llanto se escuchó fuerte y Brandon que justo salía a la parte descubierta del yate corrió hasta saltar al agua y ayudarla a salir.
– ¿Estas bien?– dijo su amigo mientras la arropaba con una toalla y una chica llamaba a un camarero para que llevara algo caliente. – Aegea respóndeme.
–Un monstruo Brandon. Hay otro allí abajo. – dijo con la voz ronca y asustada.
Su amigo suspiro y miro hacia atrás con enojo. Se había creado una multitud donde sus tres primos sonrieron por la situación.
Estaba perdida, lo sabía y no podía ocultar eso cuando las personas a su alrededor comenzaron a reírse o soltar comentarios hirientes por lo bajo porque todos pensaban que ella estaba loca.
ESTÁS LEYENDO
En las profundidades (Saga Paranormal #1)
FanficAegea no tenía más que un par de recuerdos felices en su vida, eran tan pocos que podía contarlos con los dedos de sus manos. En cuanto a recuerdos malos tenia demasiados, tantos que a veces olvidaba algunos, pero tenía un recuerdo que la había marc...