Lion había nadado horas hasta llegar a la sala de visión, donde solo se podía acceder una vez en la vida para lograr ver el mundo humano y escoger a tu profesor de visión. Pero Lion era la única persona que podía ir sin restricciones por su profesión de maestro sobre el mundo humano.
Al entrar a la sala no le sorprendió el agua más oscura a su alrededor, tampoco la impotencia de la mesa con la bola de cristal en el centro que brillaba con intensidad.
Se acercó con rapidez y puso sus manos sobre ella.
Esta era la primera vez que no iba en plan académico y se sentía extraño, como una especie de preocupación por su alumno. Iba a ser su culpa si algo malo le pasaba, era su culpa haberle mostrado más que al resto sobre la superficie cuando no cumplía la edad para ello, cuando no tenía edad si quiera para volverse humano. Pero lo peor sería cuando los reyes y sus hermanos se enteraran que el menor de la familia real había huido.
–Dime donde está el príncipe Seokjin.
Sintió un pequeño cosquilleo en la palma de sus manos y luego vio cómo se formaba un pequeño remolino y se dispersaba para dejar a la vista al príncipe vestido con ropa humana junto a su profesora de visión y otras dos humanas.
Sonrió. Estaba a salvo, por el momento.
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Aegea no podía dejar de mirarlo. Era real.
¡Los monstruos eran reales!
Y tenía a uno comiendo en frente de ella en casa de su mejor amiga como si fuera un chico común y corriente. Eso sí era una verdadera locura, quizás las que necesiten terapia sean sus amigas cuando se enteren de la verdad.
–Entonces, ¿eres amigo de Aegea?– dijo Gab ilusionada y sin dejar contestar a nadie siguió hablando. – No sabes cuánto me alegra que estés haciendo amigos, porque nunca hablas con nadie, o mejor dicho, nadie quiere hablar contigo. Es un gran avance.
Era por eso que a veces Aegea se preguntaba si Gab era completamente consciente de todo lo que decía. Ese chico podía ser un violador o un psicópata y ella simplemente le dio ropa de su hermano mayor y lo invito a comer porque pensó que eran amigos y necesitaba ayuda.
Dora, en cambio a lo que podía ser su actitud normal, parecía alegre por tener a ese chico en casa de su novia. Hasta se lo comía con la mirada, estaba dejando a relucir su bisexualidad sin pena alguna.
–Sí y un amigo muy guapo en realidad.
Ambas estaban hipnotizadas por ese monstruo de cabello rosado. ¿En serio Aegea era la loca?
Seokjin no paraba de mirar el departamento como si fuera un niño, todo le llamaba la atención y le picaban las manos por tocar los adornos en los estantes y la tela del sillón que estaba en la sala. Todo era mejor de lo que había imaginado, pero lo que más lo estaba volviendo loco eran los sabores y los olores, tanto el de la comida como el de esas tres chicas, en especial el de Aegea que era completamente diferente.
– ¿Aegea y yo somos amigos?– dijo ilusionado. Había leído en la biblioteca de Lion que la amistad era una de las relaciones más fuerte que puede existir entre dos humanos, donde hay una especie de lealtad que no se tiene con más nadie.
– ¡¿Son algo más?!– grito Gab. Haciendo que Seokjin se encogiera, sus oídos eran demasiado sensibles ya que era el único sentido desarrollado que tenía su especie además de la vista, así que al volverse humano despertaba el resto, pero hipersensibilizaba los sentidos originales.– ¡Que escondido te lo tenías!
Aegea se puso de pie, ya harta de toda la situación.
–Gab, por favor. No digas estupideces. –Gab parecía que no hubiera escuchado nada, seguía en su nube de mariposas y unicornios. Aegea miro a Seokjin y le apunto la puerta del departamento. – Vámonos quiero hablar contigo.
Camino hasta la salida a sabiendas que el chico la seguía sin ningún tipo de reproche.
– ¡Oye lindo! Vuelve pronto te prepararemos algo más rico para que comas. – grito Dora antes que cerrara la puerta.
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Ambos llegaron al puerto en el momento justo que el sol comenzó a esconderse y las personas salían de sus trabajos a sus casas con el viento salado pegando en la cara.
Aegea quería que él volviera al agua, a donde sea que fuera su casa. Suspiro y se dio la vuelta para encarar al chico.
–Voy a volver repetirlo y esta vez quiero que me respondas. ¿Qué quieres?
Seokjin se sintió un poco atacado, pero podía sentir que ella hablaba por el miedo y no podía tocarla para calmarla. Además Lion le había advertido sobre haber escogido un profesor de visión mujer. Iba a ser complicado y más cuando él no estaba preparado para esa situación.
–Quiero ser humano y te escogí para que me ayudes. Me ayudes a adaptarme y conocer todo lo que pueda.
– ¿Y si no quiero?– ataco Aegea al instante.
El chico miro el suelo, a los zapatos que estaba usando que lo hacían sentir extraño al igual que la ropa que tenía encima.
–Podría concederte un deseo, el que tú quieras. No hay ningún tipo de restricción con tal que ayudes al tritón o sirena que te lo pide.
Aegea lo miro con algo de ilusión pintada en su cara.
– ¿Lo que yo quiera?– dijo pensando en las miles de las posibilidades, pero cuando él asintió solo se le ocurrió una que le salvaría la vida y la existencia. – ¿Qué tal si quiero no haberte visto jamás, que todos olviden mi locura, incluyéndome?
–Si es lo que quieres, sí.
Ella quiso aceptar al instante, pero luego desconfió.
– ¿Eso haces con las personas? ¿Las hipnotizas o los engañas para... lo que sea que quieras?
Negó con la cabeza preocupado porque ella pensara mal sobre él.
–No, solo tengo la habilidad de sentir los sentimientos, calmar y curar a las personas. Como uno de tus médicos.
Eso no la calmo, no del todo. Pero luego recordó la noche pasada, ella había dejado de tener miedo hasta que corrió lejos de él y todo su miedo volvió de golpe cuando estuvo sola en su habitación. Incluso esa mañana se había sentido tranquila cuando él la tomo de los hombros.
Aegea lo miro, estaba allí parado frente ella como si estuviera esperando su golpe de gracia o la llegada de un verdugo. Tenía miedo al igual que ella.
Suspiro resignada a todo aquello.
– ¿Prometes que me cumplirás el deseo?
Asintió con una sonrisa que, para que negar, le derritió el corazón. Era la sonrisa más hermosa que hubiera visto jamás.
– ¿Somos amigos, no? Los amigos no se mienten o engañan. Prometo que te daré tu deseo.
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En las profundidades (Saga Paranormal #1)
Fiksi PenggemarAegea no tenía más que un par de recuerdos felices en su vida, eran tan pocos que podía contarlos con los dedos de sus manos. En cuanto a recuerdos malos tenia demasiados, tantos que a veces olvidaba algunos, pero tenía un recuerdo que la había marc...