Aegea despertó sintiéndose desorientada en la entrada de una cueva con su bolso de almohada y su chaqueta de cobija. Se sentó en la arena llevándose la mano a la cabeza por el dolor y el recuerdo de alguien sacándola del agua y dándole respiración boca a boca.
Casi se puso a llorar cuando se dio cuenta que seguía viva, que ni siquiera fue capaz de irse del mundo por ella sola. Pero la lluvia comenzó a caer de forma estruendosa haciendo que el mar rugiera y ella se asustara.
Miro a su alrededor y estaba completamente sola, mojada, llena de arena y con el autoestima por el subsuelo.
Reviso su teléfono que marcaba las 11:30pm. Se sorprendió, habían pasado seis horas desde que salió del consultorio de su psiquiatra. Y su madre, por supuesto, no la había llamado o mandado un mensaje para que volviera.
Se colocó de pie de manera torpe y temblorosa. Su estómago se revolvió y se arqueo para vomitar. Se alarmo al ver algas marinas salir de su boca, era asqueroso. Cayó al suelo de nuevo de medio lado después de haber vaciado su estómago, mirando hacia afuera de la cueva, hacia el mar.
Al principio pensó que su vista le estaba fallando, pero no, claramente vio como el mismo monstruos de cabello rosado que había visto la última vez salía del agua poco a poco, haciendo que su cola de un metro desapareciera y dejara dos piernas que hizo que él pudiera erguirse y caminar en su dirección.
Como si hubiera recibido una descarga eléctrica Aegea se colocó de pie y se escondió detrás de una roca inmensa que había a unos metros al fondo de la cueva.
El chico entro y su mirada se desvió al vomito en la entrada y a la chaqueta de Aegea que había dejado en el suelo por error.
– ¿Niña?
Aegea se estremeció al escucharlo, era una voz suave, como una melodía que querrías escuchar por siempre. Pero eso no la calmaba, todo lo contrario, se asustó al notar la atracción que sintió por eso.
Quizás era cierto y las sirenas si encantaban con sus voces.
Tritón. –Se regañó a sí misma.
–Sé que estás ahí niña. Te traje algo para que deje de salirte las algas de la boca.
Aegea no se movió, parecía una estatua por lo inmóvil y lo pálida que estaba. Pero al ver al monstruo de pelo rosa asomarse entre las rocas se acurruco en una esquina abrazando sus piernas y ocultando su cabeza entre ellas.
El chico se agacho cerca de ella sin entender que la estaba asustando a muerte, sin comprender nada de la lógica o pensamientos humanos. Nunca había visto un humano tan de cerca, solo a ella y la había tocado en dos ocasiones para sacarla del agua. Le extendió la mano para entregarle lo que había buscado para ella.Aegea comenzó a susurrar el mantra que su psiquiatra le había dicho hace unos meses para el momento que tuviera miedo de los monstruos.
"No eres real, estoy loca, solo es un juego de mi cabeza..."
Lo repitió mil veces sin ningún resultado positivo y menos cuando sintió algo tocar su rodilla. Levanto la mirada de golpe quedando en estado de shock al ver al monstruo en forma humana arrodillado frente a ella con una flor morada brillante en la mano, se la estaba ofreciendo.
Ella negó repetidamente con la cabeza.
–Se llama Litia. Si te la comes dejara de dolerte el estómago. Te lo prometo.
Aegea temblaba de pies a cabeza, pero cuando él le toco la mejilla con la otra mano sintió como si le estuviera arrancando el miedo de golpe, se sintió tranquila a su lado, como si estuviera hipnotizada.
–Ten. – dijo de forma aún más suave y con una pequeña sonrisa.
Ella sin decir nada se la comió y tal como él había dicho el dolor de estómago desapareció, al igual que su dolor de cabeza y muscular.
– ¿Estas mejor?
La rubia asintió y comenzó a detallarlo. Tenía una cara hermosa, tersa y de un tono de caramelo perfecto junto a sus ojos azulados y su cabello rosa. Era una extraña combinación, pero al mismo tiempo era una fantasía.
Él la ayudo a ponerse de pie y en ese momento Aegea se giró de golpe con las mejillas sonrojadas.
– ¡Estas desnudo!
El chico de pelo rosa solo miro su cuerpo sin entender que pasaba si no tenía tela encima como ella o los marineros que había visto a lo largo de su vida.
– ¿Te molesta esto?– Aegea sin poder evitarlo miro lo que él le estaba mostrando, su entrepierna. – ¿O acaso no debo tenerlo?
La chica balbuceo y volvió a mirar a otro sitio. Estaba avergonzada, era la primera vez que veía a un chico desnudo.
Bueno, en realidad era un monstruo hombre.
Vio su chaqueta en el suelo y se la señalo.
–Tapate con eso.
Él lo hizo sintiéndose un poco mal, no quería incomodarla y tampoco ahuyentarla, solo quería estar con ella un poco más. Ver cómo era el comportamiento de una hembra humana y saber porque le llamaba tanto la atención desde que la vio patalear para lograr salir del agua hace un año.
– ¿Por qué debemos taparnos?
Aegea se quedó muda, más de lo que ya estaba, no sabía cómo responder a eso. Tampoco creía lo que estaba pasando, estaba hablando con su peor pesadilla y estaba relajada, como si estuviera drogada. Su parte racional le pedía a grito que huyera, que su casa era más segura que ese lugar, mientras que un lado que desconocía de sí misma le decía en un susurro alentador que se quedara.
–Mmm...pues... ¿normas sociales?
–Es raro. También es raro que esto se siente incómodo. – dijo apuntando con la mirada a su entrepierna oculta por la chaqueta.– y duro, muy duro. ¿Es normal?
Aegea soltó una risa nerviosa. Había perdido la cabeza, completamente, ahora ella también lo creía.
–A veces...
Él chico hizo un asentimiento después de analizar que la anatomía de los machos humanos era muy anormal, pero podría aguantarlo por un tiempo. Luego miro a la chica abrazándose a sí misma mientras temblaba, le toco uno de sus brazos y frunció el ceño al no sentir lo que esperaba.
– ¿Por qué tiemblas si no tienes miedo?
La chica parpadeo varias veces.
–Tengo...frio.
– ¿Qué es tener frio?
En ese momento su teléfono sonó dentro de su bolso haciendo que el monstruo se tapara los oídos y mirara a todos lados buscando el origen de ese sonido repetitivo.
– ¿Mamá?–contesto Aegea.
El chico se acercó sorprendido a mirar de cerca el aparato que ella tenía contra su oreja.
La madre de Aegea solo le notifico que podía volver a casa y luego colgó como si no significara nada.
La rubia por una extraña razón no se sintió como horas antes cuando su madre la echo de casa, se sentía neutral porque era la excusa perfecta para marcharse de allí.
–Debo irme. – dijo mirando al monstruo y alejándose poco a poco con miedo de hacer un movimiento brusco. – adiós.
– ¿Puedes venir mañana?– le contesto ilusionado.
No respondió y salió corriendo antes de decirle que sí a esa cara angelical que por alguna razón la miraba como un cachorro bajo la lluvia.
Llego a su casa con la respiración acelerada y mojada por la lluvia. No volteo ni una sola vez, sintiendo que cada paso que daba para alejarse del monstruo su miedo y angustia volvía poco a poco como cuchillas que se clavaban en la piel.
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En las profundidades (Saga Paranormal #1)
FanficAegea no tenía más que un par de recuerdos felices en su vida, eran tan pocos que podía contarlos con los dedos de sus manos. En cuanto a recuerdos malos tenia demasiados, tantos que a veces olvidaba algunos, pero tenía un recuerdo que la había marc...