-¿Big Fish?
-Sí- el maestro Baldemar Val seguía sentado en una de las cajas de madera que se encontraban dentro del almacén.
-¿Es sobre grandes inversionistas?-las astillas de las cajas de madera comenzaban a tener un efecto en mi piel- algo así como el lobo de Wall Street o aquellos empresarios que nombran tiburones por su visión empresarial- mis manos reposaban entrelazadas en mis piernas y a pesar de que mis pensamientos se encontraban precipitado, aún podía pensar.
-A veces debes de dejar de hacer inversiones de dinero en cosas que te harán obtener beneficio económico y comenzar a invertir tu tiempo en cosas que te generen un cambio y gran conocimiento- en la oscuridad no se distinguía con claridad su larga y oscura barba, lo que le daba una sensación de extrañeza- Big fish de Daniel Wallace- la claridad de su dentadura resalto en la oscuridad.
El nombre de Daniel Wallace comparte una similitud con mi obra, y no es precisamente la persona, sino el significado.
En un cuarto de mil espejos se encuentra una flor que no se refleja en ninguno de ellos, una flor sin nombre con un reloj deteriorado por la espera, un reloj en el centro de ella que no recalca el pasar del tiempo, aguardando que llegue el momento preciso para que las manecillas comiencen a sonar. Pétalos miel, pétalos avellana, pétalos cafés, pétalos moca, pétalos que aguardan cualquier percepción de cualquier sentido para que las situaciones pasadas se reiteren; para inmortalizar el recuerdo de un gran amor.
Esa pintura no podía ser subastada porque aun no estaba terminada, es decir, frente a las demás personas había finalizado, pero para mí faltaba el ultimo detalle de pintar.
¿Mi idea?, entrara al almacén para cambiar la pintura.
¿Mi preocupación?, encontrarme con alguno de los chicos.
¿Mi problema actual?, me encontré con el maestro Baldemar Val.
-Tu trabajo fue el primero que califique- finalmente el maestro se levanto de su asiento improvisado de cajas de madera para caminar a la puerta- no podía esperar a ver el resultado de una mente sagaz y una mente cándida- abrió la puerta dejando iluminada una gran parte- un error no es igual a una vida de aciertos- me observó detenidamente un instante antes de proceder- porque puede que en un error tu vida termine.
Lo entendí, logre entenderlo.
Cubrí mi obra para salir del almacén recorriendo el camino exacto del maestro Baldemar Val. En el primer camino se encuentra el gimnasio rodeado de luz que se apoya con los gritos de los estudiantes haciéndolo lucir aun mas célico como si aquellos gritos fueran cantos de ángeles celestiales, a pesar de que están muy lejos de serlo. En el otro lado del camino se encuentra el edificio principal en donde si ingresamos podemos hacer un largo recorrido por la cafetería admirando sus alrededores y sus implacables obras de arte gastronómicas. No tenia sentido caminar por el primer camino, vería cosas que me dolerían y me daría cuenta de otras, como que seria difícil encontrar a una de las tres chicas entre la multitud porque de lo contrario estaría sola.
De vez en cuando pasaban alumnos por los pasillos con cimas de papel y grandes ojeras debajo de sus ojos en combinación con sus rostros cansados, iban y venían en silencio sin mirar o hablar; en cambio, yo no iba ni venia, no hablaba ni miraba, solo escuchaba. Los gritos provenían de la oficina del director, ella se encontraba colérica y tal vez desesperada, le faltaba el respeto a su padre, negaba cualquier acusación y se defendía con argumentos claros. Solo espero que el director no se encuentre dentro de ese cuarto porque de ser así la reputación de Araida quedaría desecha frente a él. Ella decía que ninguno de los dos estuvo involucrado en los daños, sus tonos de voz se volvían inconclusos cuando pedía que no tomaran represalias poniendo como pretexto el hecho de estar condicionada y pidiendo una última oportunidad, los llantos resonaron en la habitación haciendo eco en el pasillo cuando aquella oportunidad le fue negada. No me moví, permanecí en mi lugar aun cuando ella abrió la puerta y me observo, solo pidió la hora y desapareció entre los rostros cansados.
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El Gran Amor
RomancePara ellas todas las consecuencias de sus engaños e infamias estaban haciéndose presentes, parecía que una mentira estaba entrelazada con la otra y a su salida alentaba a el resto a visitar la realidad, hasta que todo se detuvo con la llegada de aqu...