Capítulo 4.

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Llegué hasta el piso 15 y realmente espero que ninguno de ellos esté en este piso.

Caminé despacio hasta una habitación.

Mis piernas temblaban y sentía que mi estómago se revolví­a gracias a los nervios.

Resoplé y cuando estaba por tocar la puerta, esta se abrió repentinamente.

Juro que sentí‚ que mi corazón se detuvo, al igual que mi respiración.

Vaya susto.

Solo era Kim.

—Dios, casi me da un infarto. —Solté el aire y Kim rió.— ¿Qué haces aquí? Tienes prohibido estos pisos. —Miré a todos lados.

—¿Y creí­ste que iba a quedarme de brazos cruzados? Los guardaespaldas no saben que tengo prohibido venir aquí. —Sonrió.—Pero los chicos están comiendo abajo y yo tengo que irme o Amanda me descubrirá. Al menos pude oler la camisa de alguno de ellos, no sé de cuál era, pero huele muy bien.

—Estás loca, Kim. Ya vete o te meterás en problemas.

—Tú tienes tanta maldita suerte. —Su rostro cambió a serio, y de pronto me abrazó.— ¡Nos vemos después! —Se fue corriendo hacia el ascensor.

Ella definitivamente estaba loca y es capaz de arriesgarlo todo.

Saber que ninguno de los chicos estaba cerca me tranquilizó un poco y pude entrar a la habitación a hacer mi trabajo.

No tení­a idea de quién se hospedaba ahí pero estaba todo completamente ordenado, ¿no que eran desordenados?

Eso querí­a decir que no tení­a mucho que hacer.

Entré al baño, cambié las toallas usadas (que por cierto, estaban húmedas y me sentí tentada a pasarla por todo mi rostro, pero no lo hice) por unas limpias.

Arreglé las cortinas y me sorprendió ver lo alto que estaba.

Caminé a la cama y acomodé las almohadas, luego estiré el edredón.

Entonces escuché que alguien estaba entrando a la habitación.

—¡Eres un mal perdedor, eso eres! —Gritó aquel chico que iba entrando, al mismo tiempo que reía a carcajadas.

Conocí­a esa risa.

Maldición.

Era Niall.

Me quedé estática, sin saber a dónde moverme o qué hacer.

Estaba nerviosa, contení­a la respiración y por un instante creí que me daría un infarto con los latidos demasiado acelerados de mi corazón.

Él me miró asustado, pero luego su rostro cambió al notar que sólo era la chica de limpieza.

Y entonces me ignoró por completo.

Lo vi correr hasta la ventana, la abrió y de pronto la habitación se llenó de gritos que llegaban desde la calle.

Vaya.

—¡Amo esos gritos! —Gritó con emoción.

Yo estaba quedando sin aliento.

Verlo en televisión no se compara a esto.

—¿Oyes eso? —Me habló.

¡Dios Mío, me habló!

—Es lo mejor que hay en el mundo. —Dijo sonriendo. Se veía tan contento.

¿Le gustan los gritos? Yo estaba a punto de gritar hasta que se reventaran mis cuerdas vocales. Si es que eso es posible.

Volvió a mirar afuera y a saludar a las fans.

Aproveché ese momento para salir corriendo de la habitación. Si me quedaba un poco más, iban a meterme en prisión por acoso o iba a terminar desmayándome.

Salí al pasillo y arrastré el carrito con prisa, no querí­a toparme con otro chico.

Podría morir.

—¿Crees que me dejen nadar en la piscina a esta hora? —Era Harry. Dios. Harry. Junto a Louis.

Matenme ya, por favor. Pero antes déjenme ver a Liam también, luego me pueden asesinar sin problema.

—¿Quieres enfermarte? Estás loco. —Le respondió Louis.

—Le preguntaré a ella. —Me señaló.

No, no, no, no.

Caminé aún más rápido y bajé la mirada. No sé cómo no tropecé con mis propios pies.

— ¡Oye! —Gritó Harry cuando vio que pasé a su lado casi corriendo.— ¿Qué le pasa?

—Quizás necesita ir al baño.

Las puertas del ascensor se cerraron y me sentí a salvo de mi muerte. Era como tentar con mi vida.

"Quizás necesita ir al baño" Reí‚ al recordar lo que dijo Louis.

Le diré a la Señora Amanda que asigne a alguien más, yo no puedo estar demasiado cerca de ellos.

'The Housekeeper' {Niall Horan}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora