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- ¡Hace demasiado calor aquí! ¿Frenarás el maldito auto, Seokijn? 

Todos los allí presentes voltearon a verme, incluyendo al mayor, quien acababa de aparcar a un costado. Revolví mi cabello, exhausto de tal situación, y bajé del móvil con nula sutilidad. 

El bosque azul, iluminado por la gran Luna llena, era el fondo de tan inolvidable escenario, donde la gran esfera melancólica acariciaba el agua cristalina de aquel lago y se balanceaban las hojas acorde a la sutil melodía del viento. Tal vez era la noche afectando mi sistema nervioso y mis hormonas, ¿pero por qué los demás se encontraban tan pacíficos? 

Apoyé mis codos sobre el barandal de la orilla elevada, cruzando mis brazos y pasando una pierna delante de la otra, resoplando sin poder evitar ver a la radiante Luna como si ésta fuera a darme un sabio consejo, como si con su sabiduría pudiera enviarme las respuestas para este enredo de emociones instalado en mi pecho izquierdo. Y, como por arte de la Diosa, Seokjin tocó mi hombro.

- ¿Qué fue todo eso, Jimin? -acomodándose en la misma posición, me ofreció un dulce de envoltura azul.- ¿Tienes hambre?

- Si lo tuviera, esto no lo saciaría.- sonreí, tomándolo.- Estoy furioso.- metí el caramelo en mi boca.

- Lo sé, no es como si hubieras sido muy discreto... 

Resoplé, devolviendo mi vista al cielo.- ¿Crees que las estrellas nos guíen hacia Yoongi?

En cuanto oí al mayor atragantarse y palmear su pecho, giré para verlo ocultar horriblemente su rostro de satisfacción. Golpee su hombro con molestia, pero en el fondo de mi alma sentía que su visión era vagamente acertada.

- Park Jimin hablándole a las estrellas para que traigan a su príncipe.- acarició mi espalda.- Aún lo quieres, ¿no es así?

- No, como crees... -carraspee.- No lo sé, ¿lo quiero? Cómo podría saberlo... -llevé mi cabello hacia atrás.- Es decir, llevo años sin saber de él.

- No digas más, tus gestos me contaron el resto. -giró hacia mi lado, tomando mis hombros.- Lo sabrás cuando estés listo para abrir tu corazón y él esté frente a tí. -guiñó su ojo.- ¿Manejas?

Asentí pausadamente, conectando sus palabras unos pocos segundos después que giró para regresar al grupo. ¿Cuando lo tenga frente a mí? No puedo estar pensando con tanta seriedad el estar enamorado de él, no después de tantos años sin verlo. Recuerdo claramente la última vez, su cabello gris y el tatuaje de una brújula negra detrás de su cuello, adornando su pálida y brillante piel, la última mirada a su pequeño cuerpo haciéndose más diminuto a cada paso que daba... Y la sensación, esa maldita sensación del enorme nudo formándose en mi garganta cuando las palabras que quería gritarle se tropezaban sin poder salir, se atascaban sin llegar a destino cuando ese gran alfa tomó su mano. 

- Toma esto.- Namjoon susurró a mi lado.- ¿Te sientes bien?

Rocé mi mejilla con mi índice, sorprendiéndome al notar que mi rostro se bañaba en lágrimas. Tomé el pañuelo blanco que me entregaba el mayor y levanté la mirada hacia él, asustado. No sabía cómo había llegado al automóvil ni cuánto tiempo hacía que me encontraba llorando.

- No diré nada, todos duermen... ¿Manejarás o necesitas descansar? -sonrió de lado apretando mi hombro con suavidad. 

- Lo haré.- asentí tras limpiar mis mejillas, tomé el volante y aceleré.- Continuemos el viaje, dime por dónde iremos... -lamí mis labios.- Esta vez, s-sin perdernos.

- Gira a la izquierda en la próxima salida. -su voz era dulce, comprensiva.

- Nam... -susurré.- ¿Cómo te encuentras tú? -giré el volante hacia la dirección indicada.

Suspiró de forma bruta, como si en ese soplido expulsara todas las groserías que se notaba quería decir. Los hematomas en su rostro y los cortes me estrujían el corazón.

- Bien. -asintió desganado, observando cómo sus pulgares se rozaban y se alejaban continuamente.- Feliz. -dijo, sonriendo para mí.

- ¿Y eso por qué? 

- Porque estoy aquí, y me han salvado. Son mi única familia... -sorbió.- Puede sonar tonto, pero... Gracias, Jimin.

- No hay qué agradecer.- sonreí mientras lo observaba de costado.- La familia debe ser unida.

Rió con sus mejillas acaloradas de vergüenza.- Cortemos con la dulzura, dobla a la derecha aquí. -señaló la salida siguiente.

Al tomar dicho camino, la música se apoderó del interior del móvil. Suave, para no despertar a los demás, pero aún así creó la armonía perfecta entre ambos. A lo lejos se asomaban lentamente las luces de una ciudad cercana y con ellas crecía mi esperanza de llegar por fin al destino indicado. 

• Blood  « pj x my »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora