—¿Por qué me dejaste, Bellamy? —preguntó Briseida dando un paso hacia atrás, las lágrimas seguían cayendo de forma descontrolada pero aún sostenía los brazos de Bellamy con intensidad mientras que él apoyaba las manos en sus codos.
Ladeó la cabeza sin comprender a qué se refería y causando una histeria en Briseida que quiso alejarse aunque él no se lo permitió.
—Estabas ahí —susurró Briseida, mordiéndose el labio inferior—. Estábamos aquí, recostados y... —Se detuvo, alzando la mirada por primera vez. La mandíbula de Bellamy estaba tensa pero no habló, dejando que los pensamientos de Briseida fluyeran—. No estabas conmigo, ¿no? —preguntó en un hilo de voz, aflojando el agarre en los brazos de Bellamy, quien sacudió suavemente la cabeza.
—No... Estaba con mi hermana, tratando de convencerla para que no fuera a la aldea...
—¿No estabas en la fogata tampoco? —cuestionó, interrumpiendo su explicación. ¿Cómo era posible que su mente le hubiera jugado de tal manera?
—No —replicó con paciencia—. Cuando volví, tú ya no estabas y Jasper estaba hablando de... De escobas —finalizó con la sombra de una sonrisa en su rostro que se contagió en el de Briseida, soltando una risa como un suspiro. Las lágrimas habían acabado, ahora estaba cansada.
Dio un paso hacia atrás y Bellamy la soltó, permitiéndole observar su alrededor mientras se aseguraba que los efectos alucinógenos se hubieran borrado por completo. Y así fue. Caminó en silencio hasta una zona rocosa donde se subió, sentándose con cuidado ante las olas del mar sin importarle que el frío del océano calara a través de su ropa. Necesitaba sentir algo que no fuera el escalofrío producido por su imaginación.
Bellamy se acercó a ella, tomando asiento a su lado con su mirada en el oscuro horizonte. Briseida bajó la mirada hacia sus manos, jugando nerviosa como tantas veces lo había hecho en el pasado cuando estaba ante la presencia de Bellamy. Recordaba perfectamente lo que había sucedido en la alucinación y todo lo que le había dicho. Tal vez él se mantuviera en silencio ahora, sin preguntar qué había pasado en su mente y por qué había sido Bellamy parte de ella. Briseida sintió entonces cómo su garganta se cerraba en sí misma y sus manos sudaban a pesar del frío. Bellamy merecía la verdad.
Giró la cabeza aunque Bellamy no la miró, aún con sus ojos en el océano. Ella lo observó con cuidado, bajo la luz de la luna sus facciones resaltaban aún más.
—Bellamy... —llamó en un susurro inseguro donde parte de ella deseó que no la hubiera escuchado pero cuando el rostro pecoso la miró inquisitivo, supo que no había escapatoria. Observó su chaqueta, preguntándose por dónde debía empezar. Finalmente, inspiró. No existía forma correcta de encarar lo que estaba pensando—. Creo que aún siento cosas por ti —añadió, elevando la mirada hacia Bellamy, quien pestañeó varias veces con el ceño fruncido como si lo hubieran golpeado—. Yo... —Continuó, pero se detuvo sintiéndose ridícula y mirando una vez más al océano con el viento azotándole el cabello. Incluso luego de cuatro años siendo una líder terrestre donde los sentimientos eran mal vistos, volvía a desmoronarse por Bellamy de la misma forma que lo hacía antes—. Ni siquiera sé qué siento —continuó sincera sin mirarlo, así era mucho más fácil hablar de lo que sentía—. Es que... —añadió, armándose de valor para que sus miradas de encontraran—. Te miro y me siento en casa —soltó. En cuanto las palabras dejaron sus labios, un peso imaginario se desvaneció de sus hombros y Bellamy la observó de hito a hito como si no pudiera creer lo que estaba oyendo—. No eres una alucinación, ¿no? —preguntó cuando no obtuvo respuesta, soltando una risa que se perdió con el sonido de la olas. Si antes de confesarse estaba nerviosa, lo que sentía ahora era indescriptible.
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Atlas II | Bellamy Blake
FanfictionHan pasado cuatro años desde que Briseida Galamedo aterrizó en la Tierra. Cuatro años desde aquel momento fallido que definió el resto de su vida, obligándola a sobrevivir con el recuerdo de Bellamy y aceptando su destino como líder de un Clan que h...