Diecinueve.

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—¿Qué es esto? —preguntó Briseida tras sentarse frente a la fogata junto a Jasper, quien le tendió varias frutas rojizas y pequeñas

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—¿Qué es esto? —preguntó Briseida tras sentarse frente a la fogata junto a Jasper, quien le tendió varias frutas rojizas y pequeñas. Las observó con el ceño fruncido. No recordaba haber visto nada igual antes.

—No lo sé —replicó él, encogiéndose de hombros. Briseida se preguntó por milésima vez por qué Jasper era parte de los cinco de Skaikru—. Pero están ricos —añadió, llevándose uno a la boca—. Pruébalo —insistió y Briseida lo habría hecho de no ser porque un movimiento junto a ella llamó su atención. Giró la cabeza, viendo a Eira junto a Octavia. Eran las únicas que estaban de pie, la primera acomodando la espada colgando de su cintura.

—¿Qué pasa? —preguntó con cierta incomodidad.

—Iremos a la aldea —replicó Eira sin inmutarse mientras Octavia esperaba detrás de ella, paciente.

Briseida sacudió la cabeza de forma instantánea.

—¿Qué? —cuestionó—. Deben descansar, no...

—Debemos saber con qué nos encontraremos mañana —interrumpió Eira—. Bellamy y tú tenían razón —añadió cuando Briseida abrió la boca con la intención de protestar. Volvió a cerrarla—. No la revisaremos, solo queremos saber con qué clase de gente nos encontraremos —explicó con calma—. Nadie aquí sabe nada de esta aldea y no queremos sorpresas. Si vemos que el lugar es violento, entonces mañana volveremos preparados con un plan para infiltrarnos. Si no... —Se detuvo. No había nada más que decir.

Briseida bajó la mirada pensante. Una parte de ella no quería que fueran. Era un gran riesgo. Pero no podía decirles que no lo hicieran porque en su razonamiento, lo que Eira planeaba estaba en lo correcto. Si el rumor de que Skaikru y Oskru estaban unidos llegaba a la aldea, entonces podían correr grave peligro al día siguiente cuando la visitaran. Había que hacerlo.

—Está bien —replicó volviendo su mirada a Eira, quien pestañeó lentamente—. Vuelvan pronto —añadió en forma de despedida con su mirada en Octavia, quien asintió antes de pasar junto a Eira. Su mirada se encontró con ella unos segundos más antes de que la rubia se alejara entre los árboles.

Briseida volvió su atención a las llamas. En el silencio, solo se las oía crepitar. Clavó su vista en las pequeñas frutas redondas que llevaba en la mano y las tragó sin previo aviso. Las sintió dulces en su boca. Eran deliciosas. Sonrió, mirando a Jasper.

—Tenías razón —susurró con la boca llena.

Jasper asintió efusivamente y Briseida se preguntó cómo tenía aún tantas energías mientras tomaba más de la misma fruta que Jasper estaba tendiéndole.

—¿Las probaron? —cuestionó Jasper tras varios minutos en silencio, estirando su mano con la fruta asomándose en su palma.

Briseida observó a los presentes, quienes tenían una mirada divertida en Jasper. Incluso Bellamy... ¿Bellamy con una sonrisa cuando su hermana estaba en una misión tan peligrosa?

Atlas II | Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora