el del medio

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—Simon—

Y luego, simplemente volvió a repetirse. 

Nunca lo había hecho con Troye, ni con nadie. Sin embargo, aquella noche lo hice tres veces. Ahora entiendo porque las chicas dicen que Troye es un chico de solo una noche... creo que me ha roto algo, Dios. 

Dormí durante horas luego de eso. Dormí encima de su pecho, mientras que él me acariciaba el pelo. Y la verdad, no quería irme a ningún lado. Estaba demasiado a gusto sobre él. Además de que tenía cierta duda sobre si podría caminar. 

Cada tanto, sentía un pequeño dolor que me hacía soltar un jadeo. Y a su vez sentía vergüenza, porque pensaba que si salía del cuarto, todos sabrían que había pasado. 

—¿Acaso te duele, mocoso? —masculló Jerome. 

Miré a Troye, estaba completamente dormido. Suspiré y apoyé mi cabeza de nuevo en su pecho. 

—¡Eres un maldito goloso, Simon! —gruñó el demonio. 

—Solo hice algo que quería hacer —susurré, intentando no despertar a Troye. 

—Se aprovecho de tu cuerpo, ahora no le importara volver a verte en su vida. Ya probo su juguete, ya no tiene razones para decirte que te ama...

Sabía que era mentira. 

Me senté en la cama y miré en dirección a la puerta.  Volví a ver a Troye, este comenzó a roncar, dándome a entender que no despertaría en un buen rato. Era lindo cuando dormía, parecía muy pacifico y tranquilo. Le acomodé el pelo que le había caído sobre la cara y sonreí. Es lindo. Todas las facciones de su cara me encantan y me parecen perfectas. Podría pasarme horas viéndole sin aburrirme. 

Creo que este chico me ha enamorado como nadie. 

Me puse de pie. Mis piernas temblaron un momento y sentí que el dolor se agradaba. Suspiré e intentando no hacer ningún ruido abandone la habitación. Cerré la puerta con cuidado cuando estuve afuera y solté un jadeo. Necesitaba un poco de aire. Luego de todo lo que había pasado, lo necesitaba más que a nada.

—Por fin abandonan el cuarto —rieron tras de mí. 

Me dí vuelta de golpe sobresaltado. Liam estaba allí con una enorme y linda sonrisa. La sonrisa sincera. Se rasco la nuca y rió. 

—¿M-me ha-has oído? —pregunté preso de una vasta vergüenza. El rojo fugazmente se instaló en mi rostro y me quede helado ante él. 

Liam rió antes de poder contestar. 

—Oh, niño, hasta en Gran Bretaña escucharon como le rogabas a Troye que vaya más despacio —contestó demasiado divertido con la situación. 

Volvió a reír, mientras que yo pensaba en las mil maneras de que la tierra me tragara. 

Liam llevaba un cigarro en su mano y una sonrisa que se agrandaba con cada segundo. En su mano libre había una botella pequeña de cerveza y parecía que había tomado el auto de Troye sin permiso. Olía a alcohol, como si estuviera bastante ebrio. Noté que llevaba un chupón en su cuello, y parecía que en su camiseta blanca había un labial severamente corrido. 

—Ay, Troye, duele —imitó mi voz sin poder parar de reír—. De enserio, duele.

Cerré los ojos y bufé. Eso no era necesario, solo intentaba hacerme enojar, ¿o qué?

—Esta bien, ya cállate —ordené—. Solo no vuelvas a hacer eso. 

Se relamió los labios y miró hacía otro lado por un segundo. A continuación, devolvió la vista hacía mi con una enorme sonrisa que dejaba ver sus blancos dientes. 

—¿No te gusta que imite tus grititos? ¿Acaso quieres que te provoque unos nuevos? —dijo. Pero no sonó como una broma, sino como una propuesta. 

Abrí los ojos lo más grande que podía y negué con la cabeza. 

—Te estás comportando como un idiota —mascullé, sorprendido de no estar titubeando. 

—Oh, ya veo —contestó. 

Liam dejó la botella en el suelo y tiro el cigarro. 

—¿Acaso te me insinúas? —pregunté frunciendo el ceño—. Liam, creí dejarte en claro que yo...

—¿Qué tú qué? —dijo tan molesto que me sobresalté—. No veo por ninguna parte una marca que diga que le perteneces a ese pedazo de mierda. 

Se acercó más hasta mí. Parecía un animal molesto, mostrando sus dientes y bufando. Sentí miedo por un momento. Y entonces, dejo sus ojos clavados en mi hombro, como sabiendo que allí Troye había depositado un mordisco. 

—No te haré ningún daño, Simon —murmuró. 

Se acercó demasiado hacía mi. Me tomó de la cintura y me pegó a su cuerpo. Coloqué una mano en su pecho para alejarlo, ¿qué mierda le pasa?

Acercó sus labios a mi oreja y soltó una pequeña risa. Podía sentir demasiado cerca su respiración. 

—Solo quiero que gimas conmigo como lo has hecho por él —susurró en mi oreja—. Deja que pruebe tu cuerpito, niño.

—No... ¡Liam, suéltame! —exclamé. 

Él se alejó con rapidez y rió. No parecía ser él. Se comportaba como un tremendo idiota. 

—¿Qué crees que soy? —mascullé—. No soy una puta que se deja por cualquiera. 

—Oh, mi amor, puta es la que cobra —contestó tomando la cerveza—. Si quieres cóbrame, pago lo que sea con tal de una noche contigo.

Negué con la cabeza. Se volvió demente. 

—Te estás comportando como un idiota —dije molesto. 

Hizo una pequeña reverencia. 

—Liam, un completo idiota —se rió orgulloso de si mismo. 

Fruncí el ceño. 

—Esta bien, niño, lo siento —farfulló, comenzando a ponerse triste—. Quizá tomé un poco de más y cuando te escuché gemir... Dios, me vine muy arriba. 

Suspiré e intente parecer molesto. Pero sentía mucho más avergonzado. Esto era demasiado embarazoso, de veras que lo era. 

Él tomó un gran trago y dejo la cerveza de nuevo en el piso. Creo que ya se había pasado de copas. 

—Solo calmate, Liam —pedí rascándome el brazo y baje la vista.

—¿Simon?

Levante los ojos y lo miré. Él se acercó con el paso firme, me tomo de la mandíbula y me beso con fuerza. Me quedé con los ojos bien abiertos y enseguida Liam aparto un poco la boca.

—Es que te amo, niño —murmuró—. No es broma, eres muy lindo. Me gustas demasiado. 

—Para —pedí queriendo alejarme.

Me agarró la cara con ambas manos. 

—Sé que amas a Troye. Lo entiendo. Te prometo que no me meteré entre el medio de ustedes, aunque me haga mierda viendo como están juntos. Porque te amo, Simon y sé que eres feliz con él. Pero si algún día se pasa de listo, voy a romperle la cara. ¿Si?

—Nunca me hará daño, Liam. Para con esto. 

Y me beso con mucha más fuerza que la vez anterior. 



BAD BOY GAY (Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora