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- ¡Quédate quieto joder! – Le gritó aquel médico que nunca antes lo había tratado, abofeteándolo mientras intentaba hacer que tomara un líquido amarillento de una jeringuilla que, usualmente, lo hacía delirar y tener fiebres altas que lo hacían no poder diferenciar la realidad de sus sueños.

- No me voy a tomar esa mierda de nuevo.

-Claro que lo harás o te juro que lo lamentarás. Abre la puta boca – El rizado negó, mirando el techo y presionando sus labios. El médico bufó, y Harry escuchó un sonido de una hebilla detrás suyo, teniendo al hombre de unos cuarenta y tantos frente a él momentos después con su fino cinturón negro de cuero en la mano – Vas a agarrar la jeringuilla y tomártelo, ¿Qué dices?

- Pero tengo las manos amarradas – Respondió con terror, escuchando un golpe seco y sintiendo un dolor frío en su mejilla momentos después. Sollozó del dolor, causándose dolor de muñecas al intentar soltarse para cubrirse de otro posible golpe.

- ¡Tómatelo! – Volvió a ordenar al hombre con una sonrisa sádica, acercándosele lentamente.

El rizado se retorció para intentar agarrar aquella maldita cosa, pero era físicamente imposible, generando que un gimoteo de pánico se hiciera audible.

El hombre envolvió el cinturón alrededor de su cuello, ejerciendo presión a tal punto que sintió que su garganta se partiría a la mitad y que el aire era rasposo al subir y bajar por su garganta.

El médico aprovechó que abrió su boca, boqueando por aire para que tomase aquel líquido antes de soltarlo.

- Ahora vas a colaborar ¿A que sí? – Rió, acomodándose el cabello. Harry afirmó, sintiendo que tenía agujeros en la garganta que ardían como el infierno y sus ojos cerrarse poco a poco.

El hombre le hizo una incisión en la parte interna del codo. No dolía, pero lo sentía cortando y le incomodaba como aquel liquido corría por su brazo. El hombre le colocó algo en los oídos, indicándole que debía quedarse consciente.

Comenzó a escuchar un ruido escalado turnándose de cada lado, como una alarma, sus ojos se movían pero su vista permanecía fija en el mismo lugar y todo, de repente, se veía como en una mala película.

Comenzó a escuchar un ruido escalado turnándose de cada lado, como una alarma, sus ojos se movían pero su vista permanecía fija en el mismo lugar y todo, de repente, se veía como en una mala película

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Aquella noche Sara cuidó de él, ya que le habían dado calmantes y estaba demasiado tranquila, por lo que no la consideraron de alto riesgo.

Curó la herida de la mejilla del rizado, bajó un poco su fiebre y lo sostuvo mientras atravesaba las fuertes alucinaciones que atravesaba. Harry supuso, luego de volver a su estado normal, que monitoreaban algo, aunque no sabía qué.

Con sus ojos entrecerrados y visión borrosa, era desafiado a pasar ciertos niveles mentales que no sabía resolver; La habitación de concreto sin puertas, ventanas ni nada, la sala de juegos con guardias que le hacían preguntas y la sala de velas, con una mujer que le repetía siempre la misma fecha y que, por alguna razón, lo abofeteaba, no importa la respuesta que diese.

Solo de uno pudo despertar, de el de la sala de juego, pero porque golpeó su cabeza contra la pared en aquella consciente inconsciencia y despertó en la realidad, sudando y titiritando de la fiebre.

Y Sara cuidaría a aquel chico de ojos bizcos con pupilas dilatadas que apenas movía sus dedos, Louis junto a ella mientras acariciaba su brazo y le repetía cuanto lo sentía por haberlo arrastrado hasta allí.

Vermisst : The Colorado Project | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora