Capítulo 01

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El día estaba nublado, frío y húmedo. El cielo anunciaba una tormenta jamás vista y Thorsten se relamía los labios sin despegar los ojos en las nubes grises cargadas de agua. Katheryn se encontraba sentada sobre un tronco seco detrás de él y tenía una magnifica vista de su escultural cuerpo bien torneado. Su playera negra dejaba mucho que desear. Sus músculos bronceados sobresaltaban aquella tela tan delgada y ella tenía que reprimir el impulso de pensar alguna idea obscena porque él podría leerle la mente y arruinarían el gran momento. Así que decidió mirar la misma nube que él y admirar lo que sea que estuviera admirando. Solo era lluvia a punto de caer pero para Thorsten parecía ser la llegada de un súper artista a dar un concierto en privado.

-Tu mente piensa demasiado rápido, Levis—dijo él, asustándola de repente—date un respiro y admira lo que tienes en frente porque puede ser la última vez que lo veas.

-¿La última?—rodó los ojos por sexta vez en el día—pero si gracias a ti viviré eternamente.

-Lo sé—replicó él y aunque Katheryn no lograba verle el rostro, sabía que estaba sonriendo con altanería, típico de él—pero nadie puede salvarte de accidentes automovilísticos. Hay grandes probabilidades de que tus heridas no sanen tan fácilmente si un tráiler te arrolla dos veces.

-¿Por qué dos veces?

-Imagínate que vas como tonta caminando por alguna calle de Norteamérica—añadió con una risa burlona—y de repente se te cae tu teléfono al suelo, te inclinas a cogerlo y ¡ZAZ! Un súper tráiler doble remolque te lleva de corbata. Y ahí es donde te pasa un tráiler doble.

-Guau—dijo ella riéndose—tu imaginación no tiene límites, idiota.

-Escucha—se volvió para verla con una sonrisa lobuna en los labios, Katheryn arqueó una ceja con interés—sabes bien que jamás permitiría que te lastimaras de esa manera. Primero yo me pongo frente al tráiler y mato al sujeto.

-¡Uy! ¡Qué protector!—se burló.

-Me encanta matar traileros obesos.

-Por aquí no hay nada de eso, así que tu magnifico pasatiempo no sucederá—se levantó y avanzó hacia él con los brazos cruzados. Él soltó una risotada y ella cerró un segundo los ojos deleitándose con aquella sinfonía agradable. Thorsten era rudo, altanero, engreído, grosero e idiota, pero cuando sonreía o reía, era como un ángel.

-Es porque casi no te dejo salir al pueblo con tus hermanos.

-Me tienes prisionera—lo acusó en tono juguetón.

-Oh, sí quisiera tenerte prisionera jamás te hubiera traído aquí sin mi permiso.

-Sigues siendo un completo idiota, ¿lo sabías?

-Y tu una insoportable chica que me pone de nervios. ¡Eres impredecible!

Katheryn abrió la boca para contraatacar pero un enorme relámpago apareció en los cielos dejándola aturdida. Thorsten sonrió satisfecho.

-¡Que desagradable eres!

-¿Qué? ¡No te escucho!—gritó él en medio de un sinfín de rayos en los cielos. Su brazo estaba extendido hacia arriba y los rayos emergían de su mano.

Segundos después una fina lluvia cayó sobre sus cabezas. Katheryn sacudió la cabeza y corrió a refugiarse debajo de un árbol lleno de hojas secas.

-No huyas, cobarde.

-¡No planeaba mojarme!—se quejó tiritando de frío. En segundos quedó empapada, pues la lluvia comenzó a acelerarse. Las gotas le lastimaban la piel.

Raíces.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora