Epílogo

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Los años nunca pasan en vano.

Naces, creces, tienes hijos, envejeces y mueres. Ese es el ciclo de la vida.

Y Katheryn estaba consciente de ello.

Luego de cuarenta años de haberse vuelto otra vez humana después de un siglo y medio y de haber tenido un hijo precioso y perdido al amor de su vida, sabía que su cuerpo ya no era el mismo de cuanto tenía veinte años.

Katheryn tenía sesenta años recién cumplidos y estaba orgullosa de eso.

Después del nacimiento de Milo y de la inesperada partida de Thorsten, jamás volvió a enamorarse.

Se dedicó a sol y a sombra a su hijo. Milo fue creciendo, fue un niño inteligente y luego un adolescente atractivo y guapo, luego pasó a ser un adulto honrado y hermoso. Él tenía ya cuarenta años y se encontraba felizmente casado con Maribelle, a la que conoció en su carrera de abogado, tuvo dos hijos, Hunter y Gilbert, unos auténticos y bellos gemelos que ya estaban a punto de cumplir los veinte años.

Cada fin de semana, su hijo iba a visitarla con toda su familia y ella era feliz.

Aunque dos años atrás comenzó a utilizar un bastón de apoyo para caminar pero se sentía realmente bien.

Aún mantenía contacto con sus hermanos. Charlie había corrido con bastante suerte: Se había casado con Diane Nicholas, la niña que conoció en el internado y ahora ya formaban una adorable familia con tres hijos, Williams, Adam y Anthony, y estos ya eran todos unos jóvenes padres de familia también; aunque sus bebés apenas tenían menos de los cinco años de edad.

Pero Jack no le fue tan bien. Después de haberse casado con Kelly Adams y de vivir con ella quince años maravillosos, un accidente los separó. Kelly perdió la vida al instante y Jack perdió el brazo izquierdo. Desde ese entonces, su hermano ha pasado gran parte de su vida recluido en su casa al cuidado de una enfermera.

Por otro lado, jamás volvió a saber de sus amigos. (Owen, Clara, Heidi, Luke, Ben, Brenton, Gabriel, Gabriela y Christian.)

Lo último que oyó de ellos fue que triunfaron en sus sueños. Pero jamás volvió a verlos. Le entristecía, sí, pero al menos sabía que la amistad que compartió con ellos fue agradable.

Toni, el niño de México se ganó la lotería seis años después del nacimiento de Milo y logró encontrar a sus padres y tampoco Katheryn supo de él.

 Tyler, el buen perro Tyler. Él falleció a los diecisiete años de edad en casa de Charlie, lo cual fue doloroso.

Y al último estaba Ethan Quin.

Aunque parecía increíble pero con él aún mantenía comunicación como dos viejos amigos.

La vida de Ethan fue trágica y dramática, se casó con Sam y tuvieron una hija, Sarah, pero al cabo de diez años, se divorciaron, dejando a Ethan sin el derecho de ver a su hija. Y desde entonces, Katheryn fue su hombro y él el suyo. Ethan se dedicaba a jugar golf con su hija ya de treinta años los fines de semana y eso alegraba a Katheryn.

Los días pasaban lentamente y ella se sentía cada vez más débil y cansada.

Seguía teniendo la elegancia de joven y el brillo audaz de sus ojos seguían en ella a pesar de ser una anciana.

Un día, cuando Katheryn regaba las flores de su jardín con ayuda de su bastón, sintió la presencia de alguien que la observaba. Pero siendo una anciana, pensó que tal vez estaba siendo muy dramática y continuó su tarea.

Raíces.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora