La rigidez de todo el cuerpo lo hizo despertar en medio de dolores y el crujir de sus huesos. Abrió los ojos y parpadeó, acoplándose con la luz solar que entraba desde el balcón. No tenía ni la menor idea de lo que había pasado la noche anterior hasta que sus grisáceos ojos oscuros repararon en el rostro sonrosado de Katheryn a unos centímetros de distancia. Sobresaltado, se levantó de un salto y se percató de sus heridas a flor de piel.
Se echó a correr en busca de su playera y llevó a Katheryn de vuelta a su habitación pero recordó que su habitación era todo un desastre, se tele transportó en la habitación de su hermano menor, Charlie.
¿Cuántas probabilidades había en qué ella le hubiese visto sus cicatrices?
No lo sabía.
Se odio por milésima vez y salió volando hacia el bosque con la intención de desahogar su furia.
¿Por qué había sido tan idiota al hacerle un espectáculo a ella, sin poder siquiera soportarlo?
No entendía por qué se había desmayado y no le interesaba saberlo.
Por otra parte, Katheryn soñaba con las heridas de Thorsten. Soñaba que lo acariciaba y se las curaba con delicadeza. Él le contaba la razón de sus heridas sin temor, sin misterios.
Pero lo malo de todo es que ella estaba consciente de que aquello era un sueño.
Despertó horas después con los ojos lagañosos e inflamados. Giró sobre su propio cuerpo y chocó contra la espalda de Charlie; quién gruñó en sueños.
Ahí fue donde se despabiló de inmediato. Thorsten la había dejado ahí.
Pero, ¿desde a qué horas?
Aún era muy temprano.
Se deslizó de la cama, se abrazó a sí misma y salió al pasillo en su búsqueda.
Los ladridos de Tyler la sobresaltaron pero luego se acopló y buscó a Thorsten en su habitación. Él no estaba—como lo había pensado—y volvió a descender al segundo piso para poder ducharse e ir a buscarlo fuera.
Pero antes tenía que preparar algo de desayunar.
Bajó a la cocina y sacó los huevos de la nevera para hacerlos revueltos con tocino.
Tardó tan solo un cuarto de hora. Comió un poco y el resto lo dejó tapado con papel aluminio para que sus hermanos lo tuvieran todo listo al despertar.
Subió trotando a su habitación. El clima estaba templado y eso significaba que haría frío con forme pasaran las horas y tenía que ponerse ropa adecuada.
Optó por sacar unos jeans oscuros, unas botas de gamuza y una sudadera gruesa color azul rey.
Se duchó a toda leche, se vistió casi sin secarse y se colocó un broche a un lateral de la sien para darle algo de carisma a su rostro. Ya que después del abrazo que se había dado con Thorsten, por alguna extraña razón quería verse linda para él. Aunque fuera una tontería.
El aire fresco de la mañana le despeinó los cabellos y se alborotaron a su alrededor como una gran telaraña y que apenas logró controlar en todo el trayecto hacia el bosque; donde, sin esperanzas, anhelaba encontrarlo para poder charlar.
Vagabundeó por toda la zona que conocía pero él no estaba allí. De hecho no estaba por ningún sitio y eso la desconcertó.
Reforzó muchas barreras mentales en su cabeza para que él no indagara en sus recuerdos. En el recuerdo que ella tenía presente donde él estaba inconsciente entre sus brazos con todo el cuerpo inundado de atroces cicatrices.
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Raíces.
FantasyKatheryn Levis está más confundida que nunca. Al haber aceptado irse a vivir bajo el mismo techo del sensual y amenazante Thorsten Staggs, el mismísimo dios del trueno, ella comienza a sentir un extraño sentimiento hacia él. Y cuando pensó que el p...