Carta número 2.
Querida Katheryn Levis:
Cada que no te veo ni te tengo cerca, Honey, siento que estoy perdiéndote.
También siento que estoy perdiéndome a mí mismo.
¿Recuerdas cuando te robé el auto de Quin, y quisiste carbonizarme pero al instante que escuchaste mi voz, me obedeciste?
Ese día fue el mejor de toda mi vida porque al fin pude tenerte frente a mí sin tener que ocultarme, claro, se me ocurrió la tediosa idea de cubrirme todo el cuerpo—y rostro—de todo negro para asustarte pero eso alimentó tu deseo por saber quién era yo.
Sin querer, te fui enamorando.
Porque yo ya estaba enamorado de ti sin darme cuenta.
¿Sabes?
Hace unas semanas descubrí que algo dentro de mí latía con intensidad y cuando yo repetía tu nombre en silencio, ese “algo” latía más rápido y era asfixiante. No pude respirar durante unos segundos y por segunda vez en toda mi vida, me vi asustado como un niño. Hice lo que todo ser humano hubiese hecho: fui al médico.
Sí, Honey, fui a que me revisaran. Sabía de ante mano que sería arriesgado pero lo hice.
Me tomaron la presión, pusieron un aparato llamado estetoscopio encima de mi pecho y el médico dijo unas palabras que me dejaron paralizado:
“Usted tiene un corazón perfectamente bien. No tiene de que preocuparse.”
Tengo un corazón latiendo dentro de mí, Honey. No sé cómo sucedió eso pero pasó.
Es una especie de milagro.
Créeme que he estado tentado a ir corriendo por ti y decírtelo en persona pero no puedo. No quiero seguir preocupándote por mis asuntos. Ya es bastante con lo que sucederá dentro de unos días. No quiero que cuando llegue el momento de partir, tú caigas sumida en una depresión igual o peor a la que sufriste con Quin.
Esta es la segunda carta que he escrito por ti de mi puño y letra.
Cuando leas estas cartas, supongo que yo ya no estaré en este planeta. Estaré muy lejos de ti.
Leonard ha venido un par de veces a verme y ya sé que tú le diste la llave de la cerradura de mi libro, pero no te preocupes.
No estoy molesto.
Estoy furioso con él, contigo no. Nunca.
Lo bueno de todo, es que ahora puedo expresarte lo mucho que te amo.
Thorsten Staggs.
Tu creador y básicamente tu dueño.
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Raíces.
FantasyKatheryn Levis está más confundida que nunca. Al haber aceptado irse a vivir bajo el mismo techo del sensual y amenazante Thorsten Staggs, el mismísimo dios del trueno, ella comienza a sentir un extraño sentimiento hacia él. Y cuando pensó que el p...