Capítulo 03

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A varias millas de distancia, Ethan intentaba conciliar el sueño. No podía dejar de pensar en Katheryn ningún solo segundo del día y se sentía mal por Sam. Ella no merecía que estuviese pensando en otra chica cuando le había prometido estar a su lado e intentaría descartar a Katheryn de su vida, lo cual no se acercaba a la verdad. Seguía amándola. Seguía necesitándola.

Había releído cien veces su último mensaje “Discúlpame” después de la abrupta llamada finalizada a la fuerza.

Vaya estupidez.

Abandonando las fuerzas para poder dormir, se levantó de la cama y descalzo, se deslizó fuera de la habitación en dirección a la cocina para beber un vaso con leche fría. Su estómago le reclamó con un gorjeo la innecesaria urgencia por beber algo tan frío pero no le importó. Bebió medio litro de leche y salió al porche. Donde las luces de sus vecinos estaban apagadas. Y donde solo él había mantenido la única luz encendida en el porche en todo el vecindario.

México le agradaba. La gente era amistosa y sus pieles le enloquecían. Parecían hechos de caramelo, aunque también había personas rubias que eran mexicanos. Había de todo tipo y eso le agradaba. Pero le agradaría más tener a Katheryn a su lado para admirar las bellezas de aquel país. Pero ella se encontraba con Thorsten Staggs y pensar en ello le hervía la sangre.

Cansado, se sentó de golpe en una de las escaleras del porche y se dedicó a observar el cielo estrellado.

Sus ojos verdes esmeraldas le faltaban tener el brillo de antes. El brillo de verla frente a él. El brillo de cuando la abraza, de cuando la besaba. Y cuando la vio por primera vez y supo que por ella estaba dispuesto a dar la vida.

Meneó la cabeza y sonrió con tristeza.

-¿Qué voy a hacer con mi vida?—se preguntó—daría mi inmortalidad con una persona mortal para poder envejecer y morir. Estoy estancado.

Recordó haber visto las cuatro películas de Crepúsculo y al fin logró entender la desesperación de una de las mujeres vampiro, de una tal Rosalie que le tenía envidia a la boba de Bella por ser mortal. Él estuvo de acuerdo con ella: Estaban estancados sin poder envejecer y de no poder tener hijos y mucho menos nietos a quién consentir.

Aunque lo de los hijos era una pregunta incógnita. Jamás lo había intentado.

Había tenido relaciones sexuales con Sam desde que le prometió volver a quererla pero procuró usar protección. Pero cuando estuvo con Katheryn, le valió un cuerno usar protección y al parecer ella no quedó embarazada.

Eso no aclaraba nada pero daba que pensar.

Los Elegidos estaban malditos por miles de maldiciones. No se hubiera sorprendido que en las noches pudieran convertirse en un animal, tipo chupa cabras deseosos de sangre. Se rió ante semejante tontería. En México, esa leyenda o mito era muy popular.

Media hora después, comenzó a cabecear sobre sus hombros y volvió dentro.

Se durmió al instante que tocó la almohada y al sentir los cálidos brazos de Sam sobre su pecho. Al menos aquel gesto, le agradaba.

***

Thorsten y Katheryn regresaron a Transilvania por sus cosas. Prepararon una minúscula maletita con ropa para una semana. Él le había dicho que el lugar al que irían era caluroso y que no necesitaba llevar nada abrigador, solo una sudadera por si acaso. Le hizo caso y aguardó en la puerta doble hoja a que él bajara de su habitación.

Raíces.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora