La camilla en la que estaba sentado se sentía fría, dura. Me dolía mi ojo, ardía.
Hacía unos momentos había tenido una riña con Marcus. Yo estaba por ingresar al baño para ducharme y a él le tocaba vigilarme. La robusta apariencia de Marcus jamás me intimidaba, ni sus ojos oscuros ni sus espesas cejas lanzándome miradas de odio hacían mella en mi. Pero para mi mala suerte, éste tipo intentó tocarme y como no aceptó una negativa mía, empujó mi cuerpo contra los cerámicos blancos del baño. Golpeó mi cabeza contra los lavabos. Y en cuanto me quise defender, ya habían llegado a separarnos.
Ahora mismo que me encontraba sentado, Andrew Biersack estaba frente a mi. El doctor de ojos zafiros me miraba fijamente pero yo no lo veía a los ojos, me perdería horriblemente si llegaba a prenderme en esa mirada. Ya lo he visto antes y me quedaba plasmado en la mente como si fuese una de mis pesadillas.
Entonces mi vista se paseaba desde sus lustrados zapatos negros a su pantalón de vestir, sus piernas se veían muy bien. Y su corbata negra contrastaba con su camisa blanca.—¿Vas a decirme qué sucedió, Oliver? —Me preguntó ya por tercera vez. Y no estaba alterado por esto, más bien parecía querer apaciguarme como si tratar conmigo fuese como intentar desactivar una bomba a punto de explotar.
Odio todo, esto no es mi culpa.
Biersack había sido quien intervino ahora para que no me mandaran a la sala de electrochoques. Después de una pelea siempre nos mandar a esos lugares como castigo... Y yo lo detesto. Quiero morirme, no hay razón para que siga en este lugar siendo maltratado, usado.
Me ardían los ojos, mordí mi labio inferior y bajé mi mirada.
Perdí a mi familia, ya no me vienen a ver porque soy un desastre que no se puede resolver. Perdí a mis amigos, perdí a mi novia Hannah por enfermarme así... Perdí algo enorme que no puedo recordar.
De repente solté un suspiro. Oí que volvía a llamarme con su voz ronca y masculina. Biersack, siento el aroma de tu perfume desde mi lugar. ¿Qué intenta?
Levanté mi mirada hacia él.
—Estaré encerrado por el resto de mi vida. —Lo solté como un balbuceo y lentamente volví a bajar la mirada.
De repente la habitación pareció enfriarse, pero era yo mismo. Temblé y llevé mis manos hacia mis brazos para frotarlos.—Oli, sabes que debes hablar conmigo. —Su voz se volvió más susurrante. Entonces sentí su perfume más intenso.
—No. —Dije de inmediato, levanté mi mirada y lo vi más cerca. Titubeé y por instinto me alejé. Mi corazón pareció dar un vuelco, me asfixiaba. Solté un suspiro. No quiero que se acerque a mi.
—Oliver, ¿Estás bien? —Me preguntó y puso una de sus manos sobre mi hombro.
Asentí con mi cabeza y lo vi sonriendo con suavidad.
—No hay motivos para que te sientas mal estando conmigo. Sabes que puedes contarme lo que quieras. —Me dijo y de vuelta volvió a arruinarlo. Claro que no podía contarle todo lo que quisiera, porque va a ser peor si acuso a Marcus de abusivo. Va a ser peor porque nadie se tragaría el cuento de que maltratan a un asesino.Andrew levantó su dedo meñique frente a mi.
—Dejame ser tu amigo, Oli. —Dijo en un murmuro— Estaré siempre que me necesites, es una promesa.Yo ya había visto esto antes. Biersack estaba cuando lo necesitaban, él estaba siempre. Y levanta su meñique porque quiere que lo atrape con el mío, porque es la forma menos formal y más ridícula de prometer algo. Y yo caigo ante eso, levanto mi meñique, lo llevo hacia el suyo y lo atrapo. Mi labio inferior tembló porque hace tiempo no recibía otro contacto que no fuese una inyección o un golpe. Y aunque él tuviera las manos cálidas, el frío no desaparece pero de alguna estúpida forma me siento aliviado porque me hace creer que no estoy solo.
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amor enfermizo { segunda parte }
Fanfiction«Kelliver» Sin terminar Sé que me he ganado un pase directo al infierno por todos mis actos. Constantemente miro la fecha de mi boleto, se aproxima mi hora. Pero antes de irme quiero que el brillo de tus ojos me ilusionen por última vez. Quiero que...