Memorias: 5. La salida.

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Nunca, pero nunca le dije a Andy lo que me hacían estando encerrado, a pesar de que casi tenía la certeza de que él me creería todo lo que yo fuese a decirle. El abuso sexual y los golpes eran parte de la pesadilla a la que me enfrentaba cada fin de semana.

Andy fue conociéndome o al menos las buenas partes que quería mostrarle.
Ahora quería que sufra por mí, quería que sienta compasión y que hiciera lo que sea por verme bien.

Estaba todo planeado.
Le dije que se quedara el sábado por la noche, que no le dijera a nadie y que durante la media noche conocería a mi verdadero yo, fue tan poético… Se lo pedí mientras se estaba frotando contra mí, él quería intimidad y yo jugaba con sus deseos.

Las cámaras de seguridad captarían a Andy paseando sólo por el pasillo principal y luego estaría libre de vigilancia. Él dijo que sería sospechoso que lo vieran entrar pero no salir cuando su horario terminara, pero yo le dije que valdría la pena y que luego de eso sería un héroe ó más bien un superviviente.

Yo estaba sentado sobre mi cama, una vez más inmerso en la oscuridad abrazado a mi soledad deleitaba el silencio disfrutando de cada uno de mis latidos. Comenzaba a sentir la emoción en mi pecho, la ansiedad me hacía temblar.
Y entonces la puerta de mi habitación se abrió y la luz invadió mi espacio.
Marcus y Lucas entraron.

—Sykes. —Me llamó Marcus, quien probablemente sea la peor basura con la que pude haberme cruzado en la vida.

Yo estuve a punto de arrinconarme en la cama por instinto porque sabía que ellos me harían daño, pero decidí no hacerlo quería quedarme en el mismo sitio y que si ellos quisiesen moverme, que lo hagan a la fuerza.

—Ven aquí. —Me llamó Marcus. Lucas se quedaba detrás de él, aún no entraba a la habitación.

Entonces decidí responder.
—No puedo salir si no son los horarios de… —Pero de inmediato Marcus se abalanzó hacia mí y me tomó de los hombros. Por el brusco movimiento nuestras cabezas chocaron, el impacto me había dolido así que solté una queja y cerré mis ojos con fuerza. Entonces sentí mi cuerpo ser arrojado a la cama, abrí los ojos y empujé a Marcus pero él llevó sus manos a mi cuello y comenzó a apretarme, estaba asfixiándome— ¡M-Marcus! —Exclamé con voz áspera.

Marcus continuaba, y así como continuó, se terminó acostando sobre mí. Y entonces sentí como hizo presión con su cadera sobre mí; yo pataleé un poco y puse mis manos sobre las suyas para apartarlo.

—¡Biersack! —Escuché un grito por parte de Lucas. Y de repente Marcus me fue arrebatado de encima, entonces le pateé en su estómago.

Marcus hizo una mueca de dolor y en lo que se giraba para ver a Andy, éste golpeó su rostro con su puño.

Andy tenía una apariencia muy delicada a comparación de Marcus, parecía una gacela enfrentando a un rinoceronte.
Lucas fue a socorrer a Marcus y mientras ellos seguían en su aquelarre, aproveché para correr hacia la puerta.

Mi corazón palpitaba en mi pecho aumentando la adrenalina que me corroía los huesos impulsándome a gran velocidad. En cuanto salí todo pareció automático, me giré de inmediato y vi a Lucas que justo volteaba a verme y en un segundo, los encerré a los tres en mi habitación trabando la puerta por fuera.

Mi respiración agitada me sofocaba, di dos pasos hacia atrás… Lo estaba haciendo. Y en cuestión de un segundo, la puerta sonaba con golpes insistentes.

—¡Oliver, abre la puerta! ¡Nos ha encerrado! —Exclamó Lucas.

—¿Oliver? —Escuché la voz de Andy por lo bajo— ¡Oliver!

amor enfermizo { segunda parte }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora