Capítulo 8.2.

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-No se por donde empezar. Realmente no se cuando empezó todo. -Aitana mira a sus dos amigas: Amaia de frente, más seria que nunca, Ana a su lado pasea su mano por el brazo de la catalana intentando consolar. -Creeréis que fue una estupidez, pero todo empezó... Yo tenía ganas de salir, de viajar, de hacer cosas que no fueran ir a trabajar o salir a la misma discoteca cada sábado. Intentamos hacer alguna escapada, Luis y yo, pero con nuestro trabajo era imposible, no podíamos cogernos vacaciones a la vez. Es una tontería, lo se, pero necesitaba salir y no podía. Y veía como todo el mundo a mi alrededor hacía planes diferentes y... Nosotros no.

-Por eso te cambiaste de trabajo?

-Sí. -Asintió. -Pero no fue solo eso. -Agacha la mirada por un instante para coger fuerzas de lo más adentro. -Al mismo tiempo, al sentirme frustrada, me enfadaba por todo, cualquier cosa. Aún así nunca discutíamos, no por él sino por mi. Yo no me atrevía a hablar de mis sentimientos y empecé a encerrarme más en mi misma. Era todo una cadena, porque cada vez estaba más irritada y terminaba sacando mierda que se ponía en mi cabeza y no me dejaba descansar. Después empecé a decirle cosas a Luis, mierdas también del pasado, cosas que estaban ya habladas pero yo no estaba bien y lo sacaba todo. Siempre que le decía algo, me daba cuenta de que lo estaba haciendo mal, pero no podía parar.

-Nunca nos contaste nada. -Ana lo dice decepcionada de verdad. Siempre creyó que Aitana no tenía secretos para ellas y ahora parecía que no hubiese conocido nunca a esa persona que tenía al lado. Ana mira a Amaia pero esta aun no ha despegado los ojos de Aitana. Es como si ya supiese algo, piensa la canaria.

-No sabía que decir, porque no sabía de que me venía esa rabia y cuando estaba con vosotras solo quería distraerme.

-Pero... Le querías? A Luis? -De nuevo Ana.

-Claro, sí, Ana, por favor. Solo es que YO -Dice señalándose a sí misma -me estanqué en un momento y no sabía salir de ahí.

-Y te marchaste? -Las primeras palabras de Amaia.

-Sí. -Mira la comida que los camareros han dejado en el centro. Tiene hambre pero no se atreve a comer. -Fue sin pensar. Sabía que si me quedaba me arrepentiría con el tiempo.

-Y te arrepientes? De irte. -Ana había dado en el clavo.

Aitana coge aire y pronuncia el sí más sincero de su vida.

-Entonces, por qué no volviste? Por qué no llamaste a Luis? O nos dijiste algo a nosotras?

-Cómo iba a volver después de lo que había hecho? -Suspira. -Aun no se ni como estoy hoy aquí sin venirme abajo. -Quita la servilleta de tela de su falda, pero antes de que se levante Amaia la coge de la mano.

-Aitana, no te vayas, por favor. -Amaia va más allá con esa súplica. Que no se vaya ahora, ni en dos semanas, ni nunca. Aitana se coloca de nuevo en la silla y Amaia suelta su mano. -Creo que aún debes explicaciones. Una carta no basta.

-La has leído?

-Qué carta?

Ana las mira a las dos, pero estas ni la han escuchado. Aitana no pensaba que Luis dejaría leer esa carta a nadie, pero tampoco pensaba que él lo llegaría a pasar tan mal.

-La leí hace unas semanas, cuando estábamos con la reforma en casa de Luis. Él... Él no la había leído aún. De hecho, yo se la leí. -Aitana se tapa con la mano izquierda la boca. Luis había estado todo ese tiempo sin una explicación, aunque aquella carta tampoco era la mejor de las justificaciones. 

-Dios mío. 

-No se atrevió a leerla en todo ese tiempo y después de leerla, no podía despegarse de ella y no podía entender tus palabras. Yo tampoco, Aitana. Ahora tengo yo la carta, Luis sabía que si la tenía a su lado se iba a hundir en ella.

-Yo... No sabía como decirle que... que estaba teniendo una depresión. No sabía, Amaia, de verdad.

-Ahora lo se. Pero él no lo sabe y... 

-Me gustaría hablar con él, pero no creo que quiera escucharme.

-Aitana, él necesita una explicación. 

-Y la carta no sirve. -Recalca Amaia a las palabras de Ana.

-Ya. Ahora lo se.

Aitana se queda pensativa. Amaia y Ana se miran, intentando averiguar que pasa por la mente de su amiga. De repente, Aitana se levanta. Esta vez la servilleta cae al suelo, pero ella está cogiendo ya su abrigo.

-Tengo que irme. Lo siento chicas.

Ninguna dice nada más. Aitana se va sin comer nada, pero ahora es lo que menos le pena. Sale a la calle y ve el cielo negro sobre Madrid. Va a llover.

Empieza a correr hasta encontrar una boca de metro, el agua no ha llegado a mojarla demasiado. Pero al salir de nuevo, a la parada que tantas veces cogió, la lluvia es más intensa que antes. Ahora llueve de verdad. Corre unos metros pero después desestima la carrera y empieza a andar solo con paso rápido.

Llega al portal empapada, supone que aún seguirá la costumbre de dejar de día la puerta de abajo abierta. Entra y ve esas escaleras que dejan entrever el primer rellano. Empieza a subir rápido, tiene la certeza de que alguna vecina cotilla se asomará a la mirilla para ver quien sube tan deprisa los escalones. Llega delante de su puerta, coge aire y llama al timbre.

Nadie contesta.

Vuelve a llamar.

Nadie.

Aspira todo el aire y se da la vuelta vencida.

Y ahí está.

Luis.

-Aitana?

Esto acaba de empezar. INCLUYE 2nda TEMPORADA TERMINADA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora