Era el inicio de clases después de las vacaciones de navidad, Toluca aún se sentía frío pues técnicamente seguía siendo invierno y como Papancho siempre le decía "esto no se acaba hasta que se acaba".
Cuauhtémoc López, un joven delgado de cabello negro, ojos grandes y unos escasos quince años estaba analizando lo que iba de su vida mientras esperaba el inicio de clases; era raro que aún no encontraba la manera en que su cuerpo iba a terminar, la adolescencia no lo soltaba del todo y por alguna razón su organismo reflejaba ese proceso también en su mente. Nunca había sentido nada por nadie desde que él recuerda y eso le estresaba como nada en la vida, técnicamente era el único de su salón que nunca ha tenido novia, temía quedar solo para siempre o que su vida amorosa se resumiría a su perro "Panqué"; a veces quisiera ser como su amigo Diego que desde hace dos años se había declarado gay aún sin haber entablado alguna relación, simplemente lo sabía y se enorgullece sobremanera de eso.
A esa indecisión propia se le sumaba que había tenido uno de los peores años de su vida, sus hermanos mayores se habían ido de casa para atender los asuntos familiares y laborales de la empresa que heredó su padre; la nueva esposa de Papancho había terminado sus días en un accidente automovilístico muy feo de dónde solo sus hermanos menores, las "calcomanías" como él les decía, habían salido ilesos pero también huérfanos. La había aprendido a querer tanto como a su propia madre, que por cierto también falleció y perderla fue un golpe que no siempre termina por sanar.
Ahora, cómo si la vida creyera que su juventud estaba muy desocupada, tenía que lidiar con su padre que vivía todo el día en el trabajo tratando de ocupar su mente en otra cosa que no fuera su difunta esposa distanciándose de sus hijos más pequeños, así que decidió mudarse a una casa más pequeña donde solo estaban sus hermanos y él la mayor parte del tiempo y prometió internamente que él trataría de suplir la ausencia de su padre para que Julio y Lupita crecieran lo más feliz posible; su padre le dijo que era para formar carácter y no esperar que alguien les arreglara la vida mágicamente, lo irónico era que a su papá si le había pasado justamente eso.
Ahora estaba sentado en su butaca de siempre pues las vacaciones solo eran una pequeña pausa del año escolar y no significaban grandes cambios, así que esperaría muerto de sueño a que llegara su amigo para ponerse al corriente ambos de sus vidas.
- Hola Cuauhtémoc - Diego se aparecía con su mirada esmeralda y picara - me da gusto verte.
Diego era su único amigo de toda la infancia, hijo de unos abogados de renombre que había tenido todo en la vida, eso sin contar el privilegio de ser blanco en una tierra de morenos que se le daba de manera inmediata.
- Gracias Diego a mí también - chocaron levemente los puños.
- Dilo como si verdad lo sintieras - reclamó antes de sentarse en la silla a un lado de Temo - hasta siento que no querías verme.
- No es eso Diego, tengo sueño - y era cierto tenía demasiado sueño - anoche no pude dormir.
- ¿Nervioso por la escuela? - todos miraron al profesor que acababa de llegar.
- No, algún tarado que se mudó frente a nosotros y le pareció buena idea estar martillando hasta las dos de la mañana.
- Auch, ahora entiendo, bueno podrás dormir en el recreo.
- No creo - miraba con los ojos abiertos esforzándose por no cerrarlos a su profesor - a menos que el prof me duerma con su plática.
- Buen día muchachos - el hombre moreno, alto y de espesa barba negra se imponía con su voz - espero que hayan tenido una feliz navidad y que también hayan disfrutado sus vacaciones.
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"¡Knock-knock!" - Fanfic ArisTemo
FanfictionVen, búscame a la media noche y toca la puerta de mi corazón. Te estuve esperando toda la vida tratando de escuchar si llegabas, ahora solo toca más fuerte "toc, toc" y te juro que abriré el alma con todo mi amor.