14.- ¡Toc-toc!

562 39 7
                                    

Todo se había terminado para el joven oaxaqueño, fue directo, trató de hacerlo divertido y romántico, gastó cada centavo ahorrado para convencer a sus amigos y compañeros de hacer juntos esta locura y de nada había servido.

Aristóteles seguía recostado en su cama perdido en las líneas del techo que últimamente le recordaban a la cara de Temo, incluso había remarcado aquellas que más parecido tenían, ese niño lo traía loco y jamás en toda su corta vida hubiera imaginado que aquello que comenzó como un "debo de ser amigo del hijo del jefe" se haya convertido en el motor que cambiaría su rumbo.

¿Por qué salió corriendo?, si ya lo había escuchado que él le gustaba ¿por qué no pudo decírselo?, acaso puede más lo que planeaba hacer que lo que en verdad había dicho. Seguía creyendo que después de ese nivel de suicidio social era una locura volver a la escuela con algo de dignidad; se planteaba firmemente pedirle a su madre que volvieran a Oaxaca y nunca volver, a fin de cuentas el objetivo de haber llegado a la capital ya no se vería realizado.

El pequeño Arqui permanecía dormido sobre su regazo al tiempo que él acariciaba esos rizos como si hacerle piojito le ayudara con toda la ansiedad que lo consumía. Su mamá acababa de llegar deteniéndose en la puerta para mostrar esa sonrisa que solo una madre puede dar y que pareciera curar todos sus males.

- Ya no te castigues Ari - dijo con toda la ternura necesaria - hiciste lo mejor que pudiste.

- Es qué... - soltó un sollozo disfrazado de risa que no convenció a nadie - pensé que sería tan distinto.

- Bueno, - se acomodó a un lado de sus hijos tratando de no despertar al menor - hiciste lo mejor que podías hacer y no solo me refiero a lo de Cuauhtémoc.

- ¿Me hubieras apoyado en estafar al señor López?

- Yo siempre supe que no lo harías - besó su frente arrancándole una lagrima a su hijo - eres demasiado bueno para echar a perder tanto así tú vida.

- ¿En serio? - era milagroso que la mujer que le dio la vida tuviera tanta fe en él, más que él mismo.

- Bueno, debo agradecerle mucho a Cuauhtémoc por hacerte cambiar de opinión - bromeó un poco - hasta había planeado prepararle unos tamalitos oaxaqueños en agradecimiento a mi futuro yerno.

- Ay mamá no te burles - le dio un pequeño empujón - ahora ya no tienes yerno.

- Nunca digas nunca mi Ari.

En estos momentos agradecía infinitamente tener una mamá como Amapola, lo apoyó con sus planes iniciales llenos de desesperación, no lo regañó cuando amenazó con renunciar y dejar de ser el sustento de la casa; ni siquiera lo hizo sentir mal cuando le confesó que amaba a un chico. Era como su magia personal, contemplarlo con ternura llenándolo de todo el amor posible y con un beso en la frente hacerle saber que ella lo apoyaría incondicionalmente.

- Deberíamos regresar a Oaxaca - soltó a medio abrazo.

- Sabes que te apoyo en la decisión que tomes, aunque también debería decirte que insistas un poco más con Cuauhtémoc.

- ¿Más?

- Oye tú tardaste bastante en darte cuenta que te gustaba, dale tiempo a él de aceptarte.

- Creo que esto es de esas cosas que no se arreglan con el tiempo - dijo con un hilo de voz al darse cuenta de cuanta verdad había en sus palabras.

- Está a un pasillo de distancia, hijo ve a decírselo de nuevo las veces que sea necesario para que te escuche...

"KNOCK - KNOCK"

- Deja voy a abrir hijo, cuida de Arqui para que no se despierte - abandonó su madre la habitación.

"¡Knock-knock!" - Fanfic ArisTemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora