Estaba sentada en el auto, pero a mí me parecía estar levitando. Mi cabeza no lograba aceptar que había pasado realmente, además que tenía tal grado de excitación que si Hartmann me decía algo podría llegar a tener un orgasmo auditivo. No puedo creer que me haya dejado con semejante calentura. No puedo creer que haya detenido todo ¡No puedo creer que ni siquiera pude verlo aunque sea sin camisa! Esta noche sí que me iba a costar dormirme. Necesito llevarme algo a mis sueños, aunque sea la imagen esa que me faltó.
- ¿Está bien?
- Si ¿Por qué?
- Está muy callada y eso asusta, además de que ni siquiera se mueve.
- Estaba en mi universo paralelo.
- ¿Por qué pienso que es universo debe dar miedo?
- Porque si estuviera ahí, usted particularmente estaría en peligro.
Le sonreí de lado, con lo que provoque su sonrisa mientras negaba con la cabeza. Me era muy difícil mantener la cordura, era casi imposible que la sensación de sus manos y sus besos me dejara tranquila. Esto de ser adolescente, en plena edad de estar a tope con la sexualidad, no ayuda con un hombre que no quiere tocarme.
- Hartmann, detenga el auto un momento.
- ¿Pasa algo?
Aunque pregunto lo detuvo de igual manera. Me miraba preocupado ¿Cómo todavía no es precavido con las idioteces que hago?
Lo bueno de vivir en un barrio a los alrededores de la ciudad es que no había mucha gente por aquí. Lo malo era llegar sola de noche, muy peligroso.
- Sólo una cosa quiero.
Me enderecé en el asiento, era un espacio reducido, pero aunque no era un auto de lujo era espacioso dentro.
- ¿Qué hace?
- Por favor, sólo déjeme hacer una cosa antes de irme.
- Mila...
Desabroche el primer botón de su camisa y su mano tomo la mía para detenerme.
- ¿Qué hace?
- No voy a violarlo, Hartmann. Sólo quiero ver.
Quito su mano y me dejó deshacer el segundo boto. Algunos bellos de su pecho llegaron a mi vista, pero no tenía mucho, es más me hubiese dado gracias ver dos o tres pelos locos perdidos en su torso, pero en este momento estaba tan hipnotizada que no le di importancia. No voy a decir que era un hombre musculoso de esos que van todos los días al gimnasio, porque estaría mintiendo. Tampoco era gordo, era normal, pero su fisonomía era enorme, su espalda era ancha y su pecho era firme. Desabroche otro botón para dejar a mis ojos más aún por admirar.
Era perfecto, incluso la línea de bello que bajaba de su ombligo hasta más allá de sus pantalones. Parecía que querían guiarme al mismísimo placer.
Él podía decidir no tocarme, pero yo no había dicho nada al respecto, asique me tomé el atrevimiento de dejar pasar mi mano por debajo de la tela de su camina. Fue gracioso escuchar como ambos suspirábamos al mismo tiempo, pero si, había algo extraño que sucedía cada vez que había algún tipo de contacto.
Me permitió dejar pasear mi mano por esa parte de su cuerpo. Hasta me fue imposible no seguir la línea de su bello hasta el comienzo de su pantalón con mi dedo. Estaba duro y me volvía loca pensar que yo lo habían logrado.
- Necesito que se detenga.
- Yo necesito algo también y usted no me deja.
- Mila, estoy tratando de controlarme, no me lo haga más difícil.
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