— ¡Aquí esta!—. Grité haciéndolo sobresaltar a mi lado
— Oh, gracias a Dios.
Antes de que Hartmann me enviara a un ataque de pánico, busqué en mi mochila el pendrive que usaba para llevar a imprimir mis trabajos y guarde el libro ahí también.
— Espero que no pierda esa cosa.
— Le recuerdo que usted perdió el libro primero.
Camino hacia la puerta que daba al pasillo y la abrió. Lo hubiese seguido hasta su habitación, olvidando por completo lo que me había propuesto ayer por la noche. Pero una bola de pelos naranja apareció aullando y me olvidé de todo ¡Un gatito! Me levanté casi de un salto para ir a agarrado.
— Oh, pero si sos la cosita más adorable del mundo.
— Sí, pero que llena todo de pelos.
— Pero son pelitos adorables ¿Desde cuándo tiene un gato?
— Desde que Denis lo encontró a unas cuadras y no tuvo mejor idea que traerlo acá.
— No sea malo, le hará bien tener un poco de compañía. Además los gatos no molestan para nada, son muy independientes.
— Lo bueno es que va afuera a hacer sus necesidades. Le dejo la puerta del jardín un poco abierta y se las arregla sólo.
— Oh, Pero Si eres muy inteligente—. Era precioso y no pude evitar llenarlo de besos, era eso o que me pusiera a masticarlo por lo tierno que se veía.
Me senté en el sillón con él en mis brazos, era suave y literalmente estaba a punto de comérmelo.
— ¿Le ha puesto nombre?
— Se lo ha puesto Denis.
— ¿Cómo se llama?
— Cheshire
— ¡Pero qué gran nombre!
— Dice que cuando maúlla parece sonreír como el gato de "Alicia en el país de las maravillas.
— Tu hijo es un genio. Amaba esa película cuando era niña—. Aún lo hago, me pelee con medio mundo por una entrada cuando salió la película que protagonizó Johnny Depp. Pero mejor no lo digo.
— A mí me parece gracioso que lo haya llamado Así. Cuando era niño no podía mirar la película porque ese mismo gato le daba miedo.
— Tu hijo y yo vamos a tener una gran charla al respecto.
Sonrió y desapareció detrás de la puerta. No sé a dónde había ido ni que había ido a hacer, pero la suavidad del gato, sus Ronroneos y lo cómodo que era el sillón; terminaron por hacerme quedar dormida, no podía con mis sólo cinco horas de sueño. Además ahora que los nervios habían pasado , me había relajado tanto que creo que me siento más cansada que antes.
Me desperté casi gimiendo de placer. Había tenido el sueño más erótico de mi vida. Estaba besando y acariciando un trozo desnudo. Eso entre otros detalles que me habían dejado totalmente mojada. No sabía quién era el hombre precisamente, no veía su rostro, pero podía sentir su el olor a Hartmann. No me sorprendió, tenía una manta puesta sobre mí y estaba impregnada en su aroma.
Estaba sentado en la mesa frente a su computadora, se había cambiado la ropa, unos vaqueros y una remera. Me resultaba raro verlo sin sus camisas y sus pantalones negros. Pero no iba a negarlo, tenía ganas de cumplir mi sueño. No tenía ganas de levantarme asique me quedé en el lugar observándolo.
