Capítulo VII

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Así pase un mes atormentado las tardes del señor Hartmann. Cada día que pasaba me volvía más loca. Estaba más enamorada de lo que podría haber imaginado. El libro estaba llegando a su final y estaba más que orgullosa de cono había quedado.

- Bien, últimos capítulos y no tendrá que soportarme nunca más.

Era la promesa que había hecho, la cual maldije por haberla hecha, pero creo que si no hubiese sido así me iba con las manos vacías. Aunque me duele como los mil demonios no volver a verlo, me llevo un gran recuerdo suyo y de lo divertido que fue. Doloroso también, no fue fácil aceptar todos los días su rechazó, siendo que yo me enamorada cada día más de el.

- Al fin-. Le reboleé con mi campera.

- Se pasa, es muy cruel, estoy segura que me extrañará.

- ¿Extrañar su boca que no puede estar cerrada o su falta de vergüenza?

- Ambas, admita que me extrañará Hartmann

- No busque donde no hay, no le gustará no encontrar nada.

Suspiré dándome por vencida. Si había algo estoy segura que no se lo sacaría ni a golpes, si no lo había, es más doloroso. Me costaba creer que no volvería verlo más. Vamos, un mes entero viéndolo todos los días, es difícil que me acostumbré a que se haya terminado. Demonios, hasta le propondría hacer una trilogía del libro con tal de tenerlo cerca.
Deje a mi cabeza desvariar en otros temas para no hundirme en una estúpida depresión. Comencé a reírme de las estupideces que pensaba, mientras el arreglaba algunos errores en el borrador. Aunque le dije que no lo hiciera aún, tiene la cabeza más dura que la mesa.

- ¿Alguna vez le dijeron lo raro que se ve que se ría sola?

- Siempre.

- ¿En qué piensa?

- Estaba pensando en ponerle un sobrenombre-. Alzó una ceja y creo que esta a punto de decirme que no se me ocurra.

- Ni se le ocurra-. Ven, hasta ya lo conozco de memoria.

- ¿Fran? ¿Franchi? ¿Pancho?-. Largue la carcajada enseguida -. Es verdad que a los Franciscos les dicen Pancho ¡Dígame que le dicen Pancho y muero de la risa!

- ¿Por qué siempre se termina burlando de mi?

- Por favor, si usted se burla de mi a cada rato.

- Exacto, hasta se me está pegando a mi esa costumbre.

- Es divertido.

- ¿Burlarse de los demás? ¿De verdad le parece lindo reírse de otras personas?

- Hay que reírse de todo, me rio de mi, de todos y de todo. Usted es un amargado que no sabe disfrutar nada.

Sonrió y no entendí muy bien por que. Me tendí sobre el sillón, había entrado tanto en confianza con el que hasta andaba descalza por la casa como hacia en la mía. Odio a la persona que inventó el calzado. Además hacia un calor de muerte y no soportaba ni la ropa. Odio el verano también ¡Deberíamos andar desnudos todos! De paso podría ver al hombre este que me roba el aliento como Dios lo trajo al mundo.
La sola idea me hizo despertar más calor. Y como no hay una piscina para tirarme de bombita ahora mismo, fui a la cocina a buscar agua. Al menos algo para beber.
Me estaba aburriendo si no me decía nada, estaba muy enfocado en su computadora y me acerqué por detrás para ver que era lo que tanto hacia. Corregia ¡Qué cabeza dura!

- ¡Ribelles!

Se levantó de un salto gritando, al parecer no se había dado cuenta de que estaba detrás suyo con un vaso de agua en la boca. Todo eso concluyó en que cuando se levantó, le pegó al vaso con el hombro y este se dio vuelta vertiendo todo el líquido en mi boca ¡La ahogada de mi vida me pegue! Llegué a escupir un poco antes de empezar a toser como si tuviera algo atorado.

Amor De Mi Vida: Profesor - AlumnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora