Estaba sentada en la mesa de la casa de Denise viendo como corría de un lugar a otro preparando las cosas de su hermano. Su papá pasaba a buscarlo en unos minutos. Su mamá estaba trabajando y al parecer otra vez no le había dejado nada preparado.
Dan correteaba al lado de su hermana y hasta a veces me parecía que en cualquier momento se lo llevaría por delante.
— Dan, ven conmigo—. Vi como mi amiga me dedicaba una mirada de agradecimiento.
Es lo menos que podía hacer. No sabía cómo ayudarla cada vez que pasaban este tipo de cosas. Ella es un año mayor que yo, ya tiene sus dieciocho. Aún así estamos en el mismo año en la escuela. Repitió un año cuando empezó la secundaria. Lo perdió debido a que a tan corta edad se ocupaba de sus hermanos. En ese momento Danel recién había nacido, lo cual lo hizo todo más complicado. Ahora que el ya tiene 5 y Brice tiene trece, ella dice que ha sido más fácil.
Aún así es molesto ver la despreocupación de su madre y como prefiere salir con hombres antes que ocuparse de la crianza de sus hijos.
De una u otra manera, mi mamá hace lo mismo. No se a ciencia cierta si la causa son hombres, pero si que no nos da mucha importancia. La diferencia es que yo no tuve que hacerme cargo de mi hermano puesto que sólo nos llevamos un año y medio.
Distraje a Danel preguntándole como planeaba su inminente fiesta de cumpleaños. Sirvió sin duda, algo que nunca falla es preguntarle a un niño sobre su fiesta. Bueno, al menos conmigo funcionaba.
Luego de media hora, sólo quedábamos nosotras en la casa. Sus hermanos ya se habían ido y por fin la veía sentarse y relajarse un momento.
Me ofrecí para traer algo de tomar yo, una vez que se sentaba no la iba a hacer pararse devuelta.
— Bien, ya puedes decirme que es lo que te trae tan boba desde que llegaste—. Me removí en el lugar.
No sirvió para negarle lo que acababa de decir pero si para que yo libere mis nervios. No sabía si contarle, pero de alguna u otra forma, necesitaba alguien con quien hablar de esto y me aconseje al respecto.
— ¿Me prometes que si te digo no dirás nada y que pretendo una mirada imparcial en el asunto, que me aconseje a bien y no a partir del miedo?
— Me estás asustando.
— Se lo que vas a decir y lo que pretendo es que me acompañes y no que me digas lo que ya se.
— Entendido
— He vuelto a ver al profesor.
Dio un salto en el lugar, pero antes de decir algo se relajó y se acomodó devuelta. Creo que tratando de hacer lo que acabo de pedirle.
— Sigue.
— Te vas a reír o me vas a decir que estoy loca, pero me anote en sus clases particulares hace una semana-. Abrió los ojos enormes.
— Bien, ya no puedo ¡Estas loca! ¿clases particulares? ¿de que?
— Biología—. Largo una carcajada sonora que me hizo reír a mí también.
— ¡Pero si ni siquiera tenemos biología!
— Lo se y no fue muy lindo decirle que no tenía que rendir ninguna materia y mucho menos que se diera cuenta que no tenía el dinero para pagarle
— ¿Te das cuenta de la locura que acabas de hacer por un hombre mayor?
— Pues, claro que sí.