agradable compañía

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Que extraño, hace mucho que no se sentían tan...feliz.

La última vez que se sintió así fue mucho antes de morir y convertirse en shinigami, cuando aún era un humano pequeño, un regordete niño que disfrutaba la compañía de sus padres y hermanos.

- ne Adrián ¿Estas bien?

Unos pasos adelante Grell, Pluto y Lizzy le veian ligeramente preocupados, el shinigami se había quedado parado a media calle.

-...ah, si, perdón pensaba en algo

Grell acepto no muy convencido, habían salido a dar una vuelta por las calles de París para relajarse y descansar.

"Has estado trabajando por días, tienes que divertirte un poco".

Es lo que su compañero shinigami le dijo antes de arrastrarlo fuera de la funeraria.

La verdad eso le pareció absurdo, podría trabajar meses enteros sin descanso y estar fresco cual lechuga, a parte de que él adoraba estar encerrado en su lugubre comercio, lleno de frascos con aroma a amoniaco, ataúdes, barriles llenos de sal y... muertos. Todo ese era su entorno y se sentía muy agusto ahí.

Pero como siempre, si Grell le pedía salir...¡No podía negarse! Bastaba una mirada de cachorro de parte del pelirrojo para que aceptara en el acto...¡¿Porque?!

Continuaron caminando por las concurridas calles de la capital. Grell y Lizzy hablaban cómodamente, mirando de vez en cuando algunas tiendas, Pluto corría de un lado a otro, convertido en humano, babeando en cada puesto de comida, mientras él se limitaba a seguirlos, riendo por las ocurrencias del pelirrojo, sonriendo por alguna broma de la rubia y acariciando cada tanto la cabeza del peligris que clamaba por su atención.

Ya había olvidado lo que era un momento de paz, un momento de diversión sana con agradable compañía.

Aquello que había perdido cuando inició su camino como mensajero de la muerte, condenando a las almas, adentrándose en lo más bajo de la sociedad para conseguir información para una familia y un país al cual, verdaderamente, le daba lo mismo lo que pasará con ellos.

Viviendo una no vida...pero sin vivirla.

Pese a su fachada relajada y perversa, por dentro se sentía vacío, para el todos los días eran grises desde entonces, solo, triste, lleno de rencor y...miedo.

Adrián ven, tienes que probar esto.

Sonrió ante el pelirrojo, el cual clamaba por su atención en uno de los puestos, una dulceria. El menor corrió por él, tomando su mano y arrastrándole al local, para probar un rico bombón envinado.

Esta muy rico, cierto.

La sonrisa de sus amigos removió algo en su interior, un sentimiento enterrado desde antes de convertirse en shinigami, una sensación que creía pérdida.

Mju, está delicioso.

De momento disfrutaría de la agradable compañía y este periodo de paz que, irónicamente, la vida le otorgaba. Después de todo no sabía cuánto tardaría la sociedad o ese mayordomo en estropear su calma.

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