dolor.

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Siempre lo supo...siempre supo que esos dos eran un error y ahora lo comprobaba.

Las lágrimas bajaron de su rostro, le dolía todo el cuerpo, en especial su...cadera.

¡Maldita Zorra!

Así es como esos dos la llamaron, Zorra.

Pero el no era eso, nunca lo fue, pese a lo que los demás creían.

Si, tenía una actitud alocada y era algo..."abierto". Pero en el tema del amor.

Jamás mintió, nunca, jamás jugó con ellos o pensó en burlarse. Cuando les decía que los amaba, cuando hacía todo para complacerlos...de verdad lo hacía de corazón. Él de verdad amaba a Sebastián y William.

Ambos hombres le atraían por igual, ambos eran guapos, fuertes, apasionados por su trabajó, tenían algo que le parecía irresistible. No negaba  que si sonaba muy "fácil" decir que se había enamorado de dos personas pero, si alguno de ellos le hubiese correspondido cuando les amó, no habría dudado en dejar su amor por el otro y...

¡Sniff!....¡Ahhh! ¡Porque!...yo...yo...

Se abrazo a si mismo mientras intentaba contener las lágrimas, su cuerpo tenía una serie de heridas muy profundas, así como su alma. Fue estúpido creer que el solo podría ganarle a dos guerreros de élite, a uno de los demonios más poderoso y al comandante de los shinigami... él sólo.

Je, quien diría que esos dos algún día se pondrían de acuerdo en algo...y ese algo fuese dañarlo a él.

La pelea fue dura, primero se acusaron pensando que su atención había sido arrebatada por el otro, sorprendiendose  al ver que ambos ya no eran nada para el pelirrojo...cosa que les molesto.

Su orgullo había sido herido y no lo podían permitir, por lo que no dudaron en cargarla contra quién ellos consideraban responsable, hiriendole física y emocionalmente.

Soy un idiota...como pude dejar que ellos...

Las lágrimas salieron con más fuerza, jamás en su vida se había sentido tan...¡Sucio!

Débil, vulnerable, lo único que deseaba era el apoyo de alguien, tenía unas inmensas ganas de estar con Adrian, el mayor le hacía sentir seguro y querido...pero...

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Intuición femenina, sexto sentido, no sabía que pero algo la movió a pararse de un brinco y abrir las cortinas que cubrían la puerta de su balcón y salir a la intemperie.

Lizzy miró a su alrededor, se podía apreciar el hermoso jardín de su casa, tan apacible y calmó. Con sus pies descalzos avanzo hasta el barandal de piedra, algo la había despedido, podía jurar que escuchó un ruido y...

-...¿Grell-chan?

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