Capítulo 8

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Faltaba alrededor de un cuarto de hora para que llegaran. Intenté seguir solo en el Ruinas por Reinos pero no conseguí concentrarme. Intente escuchar música pero no tenía ni idea qué y a quien estaba escuchando. Caí de espaldas en mi cama. Quince malditos minutos podían llegar a parecer una eternidad. Me puse de pié y tome los binoculares, acercandome a la ventana, apunte a la de Jade. Deberían ser las 7:45 p.m, y aún así no tenía la luz de su cuarto encendida. La cocina y la sala sí. No he hablado con ella desde que llamé a Dana hace un par de horas. Ella cumplió su parte de la promesa ( dudó en hacerlo, pero lo hizo ) ,seguía mi turnó. Recuerdo aquel martes con total claridad.

—Con cuidado, tarado, es una reliquia—me dijo Carter, mientras yo tomaba la patineta—.Ah, una cosa ; no la llames patineta frente a ellos, quedarás como un soplapitos, llamala “tabla”.

—Tabla, entendido —digo asintiendo—¿Que mas tenemos?

Carter busca en su mochila en tanto se asegura de que he escuchado que el anterior dueño de la tabla exige mi coche durante el fin de semana, un fiel vecino suyo, tendría que estar loco para darlo a un desconocido. Saca el CD del de vaqueros que esta de moda, la segunda entrega de tal videojuego.

—Este se lo das a Sara, la que tiene un piercing en la nariz. Su hermano lo quiere como chantaje y ella no tenía como pagarlo sino hasta la siguiente semana, se lo darás y dile. . . bueno, cualquier cosa que te favorezca a ti, pero aun así tendrá que pagar.

Tomo el CD y lo guardo en mi mochila. Veo a Oswin que entra con cierto temor a la cafetería y lo llamó con la mano para que nos vea. En mucho tiempo no pasamos el almuerzo en los comedores, era territorio desconocido para nosotros. Se viene corriendo y veo todo el esplendor de su cuerpo rebotando de un lado a otro.  Me vuelvo a Carter mientras llega.

— ¿Eso es todo?

—No, queda. . .—rebusca sin mirar, y al retirar la mano exhibe tres boletos—Tres boletos para el concierto.

— ¿Qué hago con ellos?—pregunto, al tiempo que Oswin toma asiento.

—Guardarlos para el cine, tal vez no noten la diferencia y nos dejen entrar a ver : “¿Para que crees que son los boletos de concierto, rompehortos?”

Me río y Oswin también, esa fue una pregunta tonta.

—Les dirás que eran para nosotros, por alguna razón Oswin y yo no podemos ir así que te sobran dos. Eliza y Sara las querrán, ya te imaginarás el resto.

Le doy lo que costaron los boletos, gran parte, al menos. Carter era el emblema de lo que es un emprendedor de escuela. Vendía pelis piratas, bicis, zapatillas, chucherías como boletos de cine o conciertos, pero su negocio principal eran los vídeojuegos. Excepto lo que pedíamos, nunca hablamos con él en un principio, le gustaba ser silencioso bajo la regla <<Toma lo tuyo, pagame y largate de aquí>> igual que si vendiera hierba. Mas tarde nos enteramos que lo hacia porque las chicas lo encontraban interesante. Así fue que lo conocimos Oswin y yo hace un año. Un día salíamos de la escuela y Evan Pierce lo estaba golpeando en el centro de un remolino de gente. << ¿Que no es el que nos vende los juegos? >> Le conteste a Oswin que sí.
Sentí lástima por él, una fugas gracias a que no tarde en notar que aquel chaval no parecía tener miedo, o dolor, ni siquiera odió contra su agresor, solo parecía desear que todo terminara pronto y ambos podrían seguir con sus vidas. Mire a Oswin, y supo lo que pensaba ya que me dijo <<Dracaris>> señalando a Evan con la mirada. Sabía como terminaría eso ; yo en suelo sangrado junto a Carter, y fue justo así que término.

Cuando todos se marcharon Carter recogió sus gafas del suelo. <<Es un capullo, pero uno inteligente para sorpresa del mundo, sabe reconocer un juego oficial de uno pirata casi idéntico>> mencionó mientras las limpiaba con la camiseta. <<Es un maldito Lannister—continuó—pero tu eres un Stark, nada mas haces puras pendejadas ¿Por qué me defendiste?>> Fue así que Oswin y yo supimos que ya seríamos tres a la hora del almuerzo de ese día en adelante, nadie mas hubiese citado a Juego de Tronos tan magistralmente. La paliza recibida ese día trajo cosas buenas también, dos, para ser exactos ; una sensual chica me beso por ser defensor de las minorías, y ni Evan ni sus compinches volvieron a fastidiarnos. Le dije al rector que yo empese la disputa con Carter, hasta que llego Evan a separarnos acusando que él era el único que podía armar jaleo allí. El rector se lo trago y musculin me agradeció diciendo que eso fue listo, de no haber mencionado lo de el único buscapleitos allí no habría sido convincente el resto. Es más, unos días después nos ofreció sus músculos y los de sus amigos
en caso de tener problemas con alguien dentro o fuera de la escuela.

Sin Mentira No Hay Verdad ( Escribiendo... )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora