Capítulo 13

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—No quiere decir que todo tenga que acabar—replicó ella, comenzando a perder la paciencia—.Si nunca le dijiste lo que sientes por él, ¿como esperas que vuelva a buscarte? No le mencionaste nada, nada.

—Tu no estabas ahí cuando me dijo que no funcionaría—me puse a la defensiva—.Lo dijo rendido, pero también seguro y hasta resignado. No dio ni una sola muestra de insistir,  solo deje de importarle en cuanto se marcho. Y ya esta, Dana, terminó como debía terminar.

—Vas a perderte de muchas cosas en tu vida si esperas que los demás den el primer paso por ti—murmuró ella, mirando a otro lugar dejando en claro su enojo.

—Eso debería estar en una canción—hablo Jona, haciendo acrobacias con sus baquetas y sacando melodías con el borde de la mesa—Si te agradaba el chico debiste hacérselo saber.

—Tal vez si se lo dijo pero muy a su manera—añadio Andrew—.Yo hablare con él, le explicaré que si no le dieron una hostia en la cara cuando lanzó el primer coqueteo, es porque le agradaba a nuestra damisela.

—Pudrete Andrew—le dije.

—Justo esa es la que habría conocido de no haberle gustado.

—Solo digo que, en mi opinión, debe ser un buen sujeto si consiguió eso—retomó la palabra Jona.

— ¿Lograr qué?—preguntó Dana.

—Eso—y me señaló con una baqueta—,que Jade Sernell estuviera sonriente por mas de una ocasión a la semana, que no nos golpeara durante estos días, que comenzará a peinarse mas seguido y que ahora la dejara pensativa y melancólica.

—Es verdad, dio algunos cambios en la vida de esta cabezahueca, cambios buenos.

—Le doy la razón a Dana— continuó Andrew—.Ese Derek es todo un exorcista.

—Chicos, pueden irse muy a la mierda, lo que pase en este aspecto de mi vida no es asunto del gobierno para que todos hablen de él—no negaré que me sentía un poco avergonzada—. Y siempre me peino—añadí en mi defensa.

— ¿En este aspecto de mi vida?—hizo bailotear las cejas Andrew—.Me parece que quisiste decir "En mi vida amorosa" ¿A que sí?

Me incline en la silla, tome la lata de cerveza mas cercana a mi mano y se la arrojé directo a la cabeza. Sus reflejos no fueron tan veloces y le dio entre la cien y la frente. Como no estaba vacía del todo un chorro se disparo por los aires y mojo a Jona de paso.

—Buen tiro—sonrió Dana.

— ¡Estas loca!—Andrew se reía a pesar de que se tomaba de la frente—.Me dolió, ay, dejara un chichón enorme, ay.

—Deja de chillar—baje ambas piernas de la silla y me cruce de brazos—.Pareces niña.

Iba a decir algo pero lo interrumpí imitándolo con voz bobalicona, volvió a intentarlo y volví a mascullar <<Aba, aba, bwa, baba, booo>> y alzó las manos en gesto de rendición. Por fortuna cambiaron el tema de conversación. Siempre encontré gracia en discutir sobre las personas que conocen ellos, con las que se acuestan o con las que salen enserio, y hasta hace un tiempo permitía que ellos hicieran lo mismo conmigo. ¿Que hizo cambiar el hecho de que me molestaba que lo hicieran tan abiertamente? Pues una persona especial, un "buen sujeto", conocí varios idiotas y este sujeto solo necesito de un par de días para conseguir que me sonrojara al oír sobre el amor en lugar de carcajearme como en antaño. Averiguar si fueron las dos semanas mas deprimentes y largas de mi vida no me suponía gran esfuerzo, lo fueron, no hubo un día en que no esperara que me buscara, que me llamara, que hiciera algo con tal de vernos, y nada. Necesitaba de Derek Crawlson, de sus palabras, de su mirada. Mis amigos me miraban con cariño, los fans con devoción, los idiotas con deseo, los extraños con temor, pero solo Derek Crawlson me miraba de una forma distinta, fascinante, siempre creí que esa era la forma en que mirarías a quien realmente es especial para ti. Dana tenía razón en que no le di a conocer a él que también me importaba, ninguno de nuestros encuentros fue propiciado por mí. Por eso, mientras hablaban sobre el Rainbow, decidí que lo buscaría para despedirnos de una manera mas adecuada, oficial, por así decirlo.

—Hablare con él—le dije a Dana en voz baja.

Ella me observó como si le dijera que me iba a casar.

— ¿Me juras que hablas en serio?

—Es lo correcto.

— ¿Y tú desde cuando haces lo que es corre. . . ?

—No me hagas sentir mas idiota de lo que ya me siento, ¿quieres? Lo buscaré, tengo muchas cosas que decirle. Es que. . . todo esto es tan raro. Digo que quiero seguir viéndolo, pero no quiero que me cambie, no quiero que me lastime, y ya lo esta haciendo. Enamorarse es asqueroso, las ventajas puede que sean mas numerosas y no por eso deja de ser un asco. No sé si valga la pena mantenerte tanto tiempo pensando en otra persona, es como si le dieras el poder para herirte sin que te toque, alguien con el poder para enfermarme y también para curarme, y eso es una mierda.

—Ay, Jade—la oí suspirar—Es la primera vez desde que somos amigas que te enamoras, y lo admites, solo que de ese modo tan triste que lo dices no es esperanzador para nadie.

—No veo razones suficientes para estar saltando en una pierna.

Estaba siendo pesimista, lo sabía, se le podría añadir que me comportaba de manera infantil, pero tomando en cuenta que todos me han dicho que el amor se asemeja a volver a ser un crió, iluso e inocente, no estaba muy alejada de las expectativas sobre aquel nuevo sentimiento.
Nos quedamos en silencio, sentadas en sillas recargadas contra la pared, oyendo el público eufórico y la música que excedería mas decibeles de lo permitido. Jona y Andrew usaban el portátil de Gil, que se ausentó hacia una hora y aun no volvía. No sé por cuanto tiempo me quede en silencio, concentrada en todo y nada, con las manos en los bolsillos de mis vaqueros, cuando Gil reapareció y nos llamó al escenario. Abandonamos el camerino y esperamos en el pasillo tras el telón en tanto una trabajadora del bar, Clarice, comprobaba la línea de los micrófonos.

— ¿Jade? Tendrías que venir a ver esto.

Me acerque a Dana, que espiaba por el borde del telón rojo sigilosamente. Apenas pude ver sobre su hombro derecho, era mas alta que yo. Al principio no encontré nada fuera de lugar, muchas personas a la espera en el frente del escenario, riendo entre ellos, con su atención en sus móviles o cruzados de brazos aguardando por nosotros. Y entonces lo vi, serpenteando entre un mar oscuro, avanzando con seguridad y aproximándose en mi dirección pero sin verme. Resaltaba tanto como una oveja en una manada de leones. Usaba una camisa blanca de rayas horizontales, con las mangas llevadas hasta sus codos, un pantalón anaranjado que revelaba sus tobillos y zapatillas. Los demás se le quedaban mirando igual que un asaltante vería a un ejecutivo caminando solo por un callejón.

— ¿Y ese quien es?

Clarice estaba junto a nosotras, limpiándose las manos con un trapo rojizo. Había seguido nuestras miradas. Pero yo seguía viendo a Derek, que sonreía con torpeza para pasar, la clase de sonrisas que le darías a tipos malos que se te acercan con la supuesta única intensión de pedirte la hora. Y verlo hacer eso, dispuesto a no devolverse, seguro de acercarse todo lo posible, me pareció adorable. Vino por mí, no tenía dudas en ello.

—Ese es mi chico— le respondí.

Sin Mentira No Hay Verdad ( Escribiendo... )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora