Capítulo 16

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Al día siguiente me desperté a las cinco de la madrugada y no pude volver a conciliar el sueño. Encendí la tele, pase la lista entera de canales unas tres veces y al no hallar nada entretenido tome mis audífonos y trate de perderme en las historias de la música, esperando dormirme en el proceso. No funciono. La lista de mi reproductor  se hizo tan inservible como la de la tele. Arranque los cascos de mis oídos y los arroje con fuerza contra el suelo, lo que me trajo un recuerdo frustrante, y termine agarrando mi almohada para cubrirme el rostro como lo harían los vecinos al oír nuestra música en alto durante ciertas noches.

Quería vomitar, no metafóricamente debido a mí putrefacta situación, literal, mucha pizza para un estómago tan pequeño. Salí de la cama, me hice con una toalla y me di una ducha. El agua fría bajaba por mi piel como una caricia en una noche helada. Las gotas se arrastraban por mis mejillas y caían por mi mentón, gotas o lágrimas, no preste atención a eso. Salí con los pies desnudos secando mi cabello, metiendome de nuevo entre las mantas. No paso mucho tiempo cuando apareció Dana, aun en pijama. Se recostó a mi lado y me abrazó, sin importarle que la empapara con mi cabello. Sabía que llego tarde pero ahí estaba, conmigo. Me sentí mal por desear que fuese otra persona quien me estuviese sujetando en sus brazos, alguien que tal vez ya no lo haría jamás. Lloré.

—Lo siento—me abrazo con mas fuerza.

—Se verán hoy—decirlo en voz alta lo hacia menos peor, guardarlo dentro era insoportable—.Antes no era posible, ahora creo pueden volver.

—Eso no sucederá—dice ella, y repitió—: Lo siento.

Al abrir los ojos de nuevo estaba sola. Me refriegue los párpados y salí de la cama. Fuera, la calle estaba en calma. Era un día asoleado, de esos que dotaban al pasto de un color verde mas vivo. La ventana de él estaba abierta de par en par, otra cosa no pude ver. Como ya era mas de medio día, al bajar me tope con el almuerzo. Estofado de carne de cerdo y judías, lo que significaba que no estábamos solas, o habría comida rápida en lugar de comida de verdad. No tenía hambre pero la señora Baker insistió tanto que termine tomando un puesto en la mesa, mas por ella que por mí.

—¿Y que harán este fin de semana?

La misma pregunta de siempre. Me pregunte como era posible que siguiera haciéndolo con esa emoción acusando interés juvenil, si la mayoría de veces recibía las mismas tres o cuatro respuestas.

—Tenemos un ensayo, el primero en semanas—respondió Dana, sentada en un sofá y visitando una página de compras por internet.

—¿En serio? —pregunte.

—Te lo dije el jueves.

¿En serio lo hizo? No recordaba nada parecido. Seguí comiendo. Como Valerie no dejaba de mirarme, sentada justo frente a mí y con la expresión que tendría una madre al ver a su pequeño digiriendo su compota, di mi opinión sobré su estofado.

—Esto esta muy bueno—no tenía hambre, pero si la tuviera hubiese terminado en segundos.

—Dana me ayudo, linda.

—Si ; encendí la estufa—contestó ella.

—Hizo mas que eso.

—¿Apoco cuenta llenar una olla de agua?—replicó ella.

Salí de la mesa de un salto y corrí a la ventana. El auto que escuché estacionarse era un taxi. Aguarde sobre el sofá,  parada en él de rodillas, y no tarde en observar a Derek salir de su casa. Estaba vestido muy formal, nada cercano a sugerir que se verían en un sitio elegante, lo que es bueno. <<¡Mierda¡>> Miro en mi dirección, espero que no alcanzara a verme aunque me oculte a medías, por si las dudas. Todavía estaba allí junto al auto, mirando a nuestra casa. Buscó mi ventana y tuve la sensación de que estaba dudando si ir o no. <<No lo hagas, no, no vayas, quedate, idiota>> Bajó la mirada devuelta al primer piso, y luego miro al suelo donde se detuvo un par de segundos antes de subirse al taxi. Desaparecieron al tomar una esquina. Ni por un solo segundo se me ocurrió la idea de seguirlo y espiar lo que harían, ni por un solo segundo.

Sin Mentira No Hay Verdad ( Escribiendo... )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora