Capítulo V: El chico del baño

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Araulee

—¡Este es el baño de las niñas! —exclamé cubriendo mi boca para ahogar la risa—. ¡Sal de aquí!

Él me miró confundido y luego al símbolo en la pared. Entonces paré de reír.

—No, creo que de hecho el error es tuyo —dijo él con una sonrisa traviesa—. Este es el baño de los niños.

—Oh, Dios mío—dije alarmada. Tapé de nuevo mi boca mirando los inodoros adheridos a la pared que había obviado al entrar—. ¡Me equivoqué! Aunque debo admitir que estoy impresionada con lo limpio que está. Los baños a los que he entrado ésta noche eran un chiquero, se supone que las chicas debemos de ser más aseadas, pero la verdad es que daba escalofríos hacer pis ahí...

Paré mi palabrería cuando me percaté de que alguien se acercaba. En un abrir y cerrar de ojos el chico me empujó a uno de los cubículos y cerró la puerta. Grité, pero mi voz quedó ahogada por su palma. Lo miré a los ojos y me observaba divertido, mientras dos voces masculinas nuevas llenaban el espacio.

Abrí los ojos de par en par mientras los escuchaba hablar de unas chicas que los acompañaban esa noche. Sus comentarios eran tan vulgares que tuve que menear mi cabeza con descontento, a pesar de que el agarre del chico frente a mí no me daba libertad de movimiento.

Así que de eso hablaban los chicos cuando coincidían en el baño. Vaya.

Él simplemente arqueó las cejas, pero su condenada sonrisa socarrona estaba empezando a molestarme. En el pasado había tenido suficientes problemas por culpa de sonrisas como esas. Y también por miradas como la que me estaba dedicando mientras recorría cada centímetro de mi cuerpo que tenía a la vista. Por supuesto, él no estaba nada mal, pero teniéndolo así de cerca, no pude alejar la sensación de que lo había visto antes. Y eso era peligroso.

Cuando los hombres se marcharon, me soltó.

—¡Deja de mirarme así! —demandé tirando de mi falda para intentar (inútilmente) cubrirme.

Él se rió y su risa era tan contagiosa que terminé riendo con él.

—Perdona, lo que pasa es que eres muy guapa —dijo y quedé prendada de su acento, era muy raro—. Ahora, si no te importa, ¿podrías esperarme afuera mientras yo hago pis?

—¡Ah, sí, lo siento! —exclamé abriendo la puerta del cubículo y cerrándola con rapidez. Él siguió riéndose y yo abrí la llave del lavamanos para humedecerlas y ahogar el sonido.

Me miré en el espejo y me sorprendí al notar lo rojas que estaban mis mejillas. No obstante, mi maquillaje estaba intacto.

De pronto, al reparar en ese detalle, me acordé de Presley y Maggie. Me di media vuelta para salir, pues no comprendí por qué todavía me encontraba ahí y me topé con el chico.

—¿Qué pasa?

—¡Me olvidé de mis amigas! Deben estar buscándome como locas —dije con urgencia—. ¡Me van a matar!

Salí del baño hacia el bullicio de personas, mirando a todos lados.

—¡Espera! —gritó el chico a mis espaldas cuando yo chocaba (de nuevo) con otro hombre. Ésta vez un guardia.

—Uh, lo siento...

—¿Señorita? —dijo el guardia. Yo miraba hacia las escaleras donde estaba otro escolta que no había estado al subir—. ¿Puede mostrarme su pase vip?

—¿Mi qué? —balbucee confundida. Presley me iba a cortar la cabeza.

—Su pase vip —repitió con malhumor—. El que le permite estar aquí. Si no lo posee, me temo que vamos a tener que acompañarla a la salida del club.

—Ah, yo...

—Lo perdió —interrumpió el chico del baño llegando a mi lado—. Lo estábamos buscando, pero no está en ninguna parte. De todas maneras, ella está conmigo.

Lo miré mientras mostrada el dichoso pase y los litros de vodka que bailaban en mi sistema me permitieron verlo como una especie de príncipe salvavidas. El guardia asintió con un gesto perspicaz y siguió supervisando a más personas, pero de una manera más discreta.

Me giré hacia el chico.

—De acuerdo, gracias, creo que me has salvado de varias situaciones bochornosas en menos de media hora —dije sonriendo.

Él me imitó, guardando las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta.

—A cambio de eso, ¿me dirás tu nombre?

—Araulee —respondí de inmediato, ni siquiera pensé en decirle un nombre falso—. ¿Y el tuyo?

—Christopher Vélez, a tu entera disposición.

Mi sonrisa se ensanchó.

—Un nombre interesante —comenté—. ¿Tienes familia latina?

—Soy ecuatoriano —respondió con las comisuras alzadas.

—Wow —dije. Sacudí mi cabeza para alejar los mínimos flashback—. Eso es genial.

—¿Por qué? ¿Te gustan los latinos?

Ladee la cabeza, pensando.

—No exactamente —contesté—. Resulta que a mí el español me da dolor de cabeza.

Christopher abrió la boca con fingida indignación.

—Qué curioso, yo en realidad pensé que me pedirías que te dijera alguna frase en ese idioma —admitió—. Eres muy bella, supongo que algo malo debías de tener.

En cuanto terminó de decir toda esa frase en español, golpee su hombro. Él rompió en carcajadas mientras se frotaba la zona lesionada. Se dio cuenta al instante que lo había entendido. Con algo de dificultad, pero lo había hecho.

—Sin embargo, omití el hecho de que estudio turismo, así que tuve que hacer un cursos intensivo de español y portugués —agregué con el pecho hinchado de orgullo por mí misma—. Jaque mate, Christopher Vélez.

—Felicidades, eres una chica inteligente —soltó. Asentí aceptando su cumplido—. Entonces, ¿qué pasa con tus amigas? ¿Todavía necesitas que te ayude a buscarlas?

—No creo que sea necesario —dije mordiendo el interior de mi mejilla—. Las dejé allá abajo, así que seguramente puedo encontrarlas por mí misma. Tú quédate aquí disfrutando de la fiesta, seguro que los tuyos te están esperando.

Él se encogió de hombros.

—Te aseguro que no me extrañan —apuntó a un pequeño grupo a unas mesas de distancia. Me giré para ver mejor y pude ver a algunas chicas alrededor de unos chicos—. Anda, vamos.

Tal parece que esa era la noche de chocarse con todo el mundo porque en cuanto giramos en dirección con las escaleras, nos topamos con otro chico. Yo tapé mi boca para ahogar la risa tonta mientras Christopher se disculpaba, sin embargo, terminó reconociendo al individuo.

Hey bro, llegas un poco tarde —Le dijo en tono de broma.

Cuando me asomé por el hombro de Chris para echar un vistazo, trastabillé varios pasos hacia atrás impresionada. Lo miré fijamente y no podía creer que era él.

Oh-Dios-mío. 

Hasta verte otra vez [Joel Pimentel] #HDA2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora