Araulee
Maggie me lanzaba dagas con sus ojos.
—No me hace para nada justo esto —expresó con las manos puestas en su cadera—. ¡La idea de este viaje es estar las tres juntas! No cada quien por su lado.
—Anda, no seas dramática —La regañó Presley esparciendo rubor por sus mejillas, sentada en la cama—. No es como si no compartiéramos espacio como siamesas. Además, Ara ya aclaró que se encontrará con Chris luego de unas horas de estar con nosotras.
Magg siguió con su postura obstinada y decidí levantarme del banquillo de la habitación que yo ocupaba con un suspiro. Me planté enfrente de ella.
—¿Preferirías que cancelara, entonces?
Ahora fue Presley la que me fulminó con la mirada, pero la ignoré.
—Claro que no —dijo al fin, dejando caer sus manos—. Solo que es raro cuando alguna de las tres no está.
—Prometo que sobrevivirán —bromeé ocasionando las risillas de mis dos amigas—. Ahora, ¿cómo me veo?
Giré sobre mis pies descalzos para brindarles una vista 360º de mi vestuario, recibiendo chiflidos terribles por su parte. Ésta vez no había nada corto, iba en pantalones de tiro alto y una blusa de lo más normal de tono oscuro. Nada que pudiera impresionar.
De todas maneras ese era nuestro tema de ésta noche: jeans.
Mi cabello —ahora— rubio estaba atado en una media cola desordenada y mi maquillaje era mínimo. Nuestro plan de hoy era básicamente vagar por los pasillos del centro comercial y babear vidrieras. Nada del otro mundo.
Salimos como la noche anterior hablando de todo un poco, de los clubes que habíamos visitados, si nos serviría para un próximo proyecto donde nos pidieran crear un paquete de viaje, qué podríamos hacer mañana para explorar la ciudad y las palabras nostálgicas y recelosas de nuestros padres sobre nuestro viaje. Hablé con la mía esa misma tarde y sí, efectivamente se mostraba escéptica sobre eso de hacer tours por todos las discos de Miami, pero no podía hacer nada más. Ya era bastante mayorcita.
Nos bajamos antes de llegar al centro comercial para caminar un poco.
La actividad de la ciudad era fascinante.
En cierta forma, mientras veía mi entorno, me descubrí a mí misma preguntándome qué se sentiría vivir allí de forma permanente. Yo me había aislado completamente durante este tiempo y estaba acostumbrada a la tranquilidad de un lugar relativamente pequeño en el que vivía, pero el hecho de estudiar turismo sin duda significaba que no podía tener estabilidad para siempre. Me encanta viajar y ese fue uno de los primeros motivos por los que opté a dedicarme a estudiar esa carrera.
Recordé mi indecisión al finalizar mi secundaria, la presión que ejercía mi padre a que me uniera, como él, a la milicia.
Una sonrisa se pintó en mi rostro al rememorar la cara que pusieron mis padres cuando les dije cual había sido mi decisión final y en dónde la llevaría en cabo.
No estaban muy felices, creo que de hecho los decepcioné un poco, pero de nuevo, no había mucho que pudieran hacer.
—Mmmm —murmuró Magg a mi lado, trayéndome de vuelta a la realidad. Tenía una ceja alzada—. ¿Esa sonrisilla traviesa a qué se debe? ¿Hiciste algo que no nos hayas contado y ahora lo estás recordando?
Mi sonrisa se ensanchó y como estaba en medio de ambas, las rodee con mis brazos.
—Lo único que estoy recordando es lo feliz que he sido durante este último año —admití viendo al frente, pasábamos por unos locales bastante coloridos—. ¡Y ustedes han sido parte de eso!
Presley me miró enternecida y apoyó su cabeza en mi hombro sin dejar de caminar.
—Eres tan buena cuando te lo propones —bromeó y Magg se rió de forma escandalosa, asintiendo en señal de estar de acuerdo con ella.
—Nunca lo dije —habló Magg, mirándonos de costado—, pero gracias por brindarme su confianza y compartir su amistad conmigo.
Pres y yo compartimos una mirada titubeante cuando Magg no nos veía. Sabía que estaba siendo poco leal al excluirla ocultándole una información que para mí era importante, me sentía culpable, pero había algo que me frenaba al hacerlo. Sin embargo, me dije que tenía que hacerlo pronto.
El plan transcurrió como queríamos: paseamos, compramos recuerdos y terminamos comiendo en un local de comida rápida dentro de la feria de comida. Estaba de más decir que el lugar estaba atestado de personas y las conversaciones se mezclaban entre sí produciendo un sonido similar a un panal de abejas.
Estaba por darle un último mordisco a mi hamburguesa doble carne cuando sentí la vibración de mi celular.
Limpié el exceso de grasa de mis dedos con una servilleta y revisé el texto.
Era Christopher.
«¿Lista para hoy?»
Teclee rápidamente la respuesta.
«Por supuesto»
«Bien, entonces nos vemos en media hora :*»
Por alguna extraña razón, mientras acordábamos el lugar donde nos encontraríamos, mi corazón empezó a latir a una velocidad poco normal. Quería creer que era por la expectativa que me producía este encuentro y no por otra cosa. Como por ejemplo, que me gustara Chris. Eso no podía ser, ¿verdad? Yo era una idiota, pero no llegaba a ese nivel. Él estaba ligado a Joel y tenía que averiguar el porqué para seguir adelante con mi vida. Nada más.
Joel.
Mi corazón se aceleró un poco más mientras la posibilidad de encontrármelo ésta noche se introducía de a poco en mi mente. No sabía si estaba lista para verlo de nuevo, pero del alguna forma, muy dentro de mí, sabía que quería hacerlo.
—¿Ara? —Me llamó Presley, sentada frente a mí junto a Magg—. ¿Qué ocurre?
—Nada —respondí esbozando una pequeña sonrisa—. Dentro de unos minutos tengo que dejarlas.
Magg hizo un puchero.
—¿Estás segura de que valdrá la pena esa salida? —inquirió como un último esfuerzo de hacerme cambiar de opinión—. ¿Con un desconocido? ¿Uh?
Me encogí de hombros.
—No lo sé —admití—, pero debo averiguarlo.
Y lo haría.
Oh, claro que sí.
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Hasta verte otra vez [Joel Pimentel] #HDA2
Fiksi Penggemar[SIN EDITAR] Cuando las vidas de Araulee y Joel coincidieron, las circunstancias no eran las más propicias para ello, por lo que luego de tres años de haberse dado un estrepitoso adiós, tal parece que el destino conspira para que este par se vuelva...