Araulee
—¿Qué pasa si digo que por primera vez en mucho tiempo no me quiero ir?
Arquee las cejas.
—Te diría que yo tampoco quiero que te vayas, honestamente —dije contagiándole la risa—, pero como sé que eso no es lo debido, te tengo que decir que pronto nos veremos.
—Pronto se ve como lejano —susurró.
Tomé su mano y la acaricié, transmitiéndole consuelo. Estábamos en la sala de espera del aeropuerto, en un rincón alejado de miradas curiosas.
—Oye —Le llamé. Joel ladeó la cabeza para verme—. El tiempo pasa rapidísimo, ya vas a ver. Lo único en lo que debes ocuparte es en darle al público de ese país un buen show.
Él asintió con resignación.
Me distraje viendo a las demás personas transitar por el lugar y una pregunta vino a mi mente.
—¿Por qué no te vi cuando llegaron al aeropuerto ese día? —pregunté mirándolo de vuelta—. Se lo pregunté a Chris, pero no quiso responderme.
—Yo venía en un vuelo distinto —explicó—. Supongo que ese hubiese sido nuestro primer contacto.
Asentí.
—De igual manera el destino se empeñó en que nos juntáramos una vez más —continuó. Los nervios afloraron en mi estómago cuando hicimos contacto visual—. Ara, no sé qué es lo que mi corazón siente en este momento, sólo sé que no te quiere perder.
Sonreí.
Me sentí como en las nubes.
—Pues dile a tu corazón que el mío siente exactamente lo mismo —confesé—. Vamos a darles tiempo de que se aclaren a ver qué pasa.
Él afirmó con la cabeza sellando el trato. Sus ojos brillantes, llenos de vida.
Se acercó a abrazarme en el momento exacto en el que la operadora hizo el último llamado a los pasajeros.
—Te voy a extrañar muchísimo —susurré apretándolo—. Llámame en cuento estés en Chile.
—Lo haré —prometió. Se levantó del lugar y lo seguí—. Cuídate.
Su mánager se asomó en nuestra dirección e hizo un gesto para meterle prisa. A su espalda estaban el resto de los chicos, que aunque les leía la intención de venir a despedirse, nos tuvimos que conformar con sacudir nuestras manos.
Cuando estuvieron todos reunidos se alejaron en dirección a la pista.
Era muy difícil decir adiós, pero ésta no sería la única vez.
(...)
—Desde que llegamos de Miami estás rara —señaló Maggie una semana después. Todavía se encontraba sacando ropa de sus maletas.
Dejé de barrer nuestra sala y le lancé una mirada a Presley, quien se encargaba de sacudir los muebles. En nuestra ausencia el apartamento había acumulado una cantidad insana de polvo. La mirada de mi amiga me indicó que debía sincerarme de una vez por todas y así lo hice.
—Bueno, es que sucedió algo allá que puso mi mundo patas arriba —dije.
Maggie se detuvo y me miró con ojos bien abiertos.
—Oh, oh ¡lo sabía! —exclamó dando saltitos—. ¿De qué se trata?
—Hay un chico que formó parte de mi pasado en Hesperia —empecé sentándome en uno de los taburetes de la cocina. Tenía la atención de mis amigas por completo—. Nuestra amistad era un tanto extraña porque ambos sentíamos una atracción por el otro en mayor o menor grado, pero nunca llegamos a nada. Luego nos separamos y nos encontramos en Miami.
La cara de Maggie era un poema. La buena noticia es que no se veía enojada, tal y como pensé que lo estaría por no haberme sincerado antes.
—Oh por Dios, ¿y ahora qué? —preguntó.
Me encogí de hombros. Ojalá lo supiera.
—Y ahora... no lo sé —dije—. Estamos dándole chance a nuestros sentimientos de que se aclaren.
—Es lo más razonable, si me lo preguntan —intervino Pres—. No creo que hubiera funcionado lanzarse uno encima del otro y decir que siguen enamorados.
Por alguna extraña razón, me sonrojé.
—Es verdad —convine—. Es mejor probar si podemos con la presión.
—¿Cuál presión? —cuestionó Magg.
—La de una relación a distancia —contesté mirándola—. Él es cantante. Forma parte de un grupo y viajan un montón. Nos encontramos de pura casualidad, pero ahora está en Latinoamérica.
Magg quedó boquiabierta.
—No puedo creer que me estuvieras ocultando esto —dijo cruzando de brazos—. Y yo que pensé que tenías una vida aburrida.
Esbocé una sonrisa triste.
—La sigo teniendo mientras él esté lejos —confesé.
Mis dos amigas se acercaron para rodearme.
—Cuando quieres, eres la persona más sensata que conozco —dijo Pres—. Y ambos van a poder con la distancia si se lo proponen, así que no estés mal.
—Y si te pones a pensar, es hasta mejor que estén así de separados —reflexionó Magg. La miré mal—. ¿Qué? Si lo vieras todos los días, seguro que te aburrirías.
—No estoy segura de eso, pero gracias, chicas —dije rodeándolas de vuelta—. No sé qué haría sin ustedes.
—Nosotras tampoco —respondió Magg—, pero bueno, basta ya de descanso, sigamos en lo nuestro.
Me sentí un tanto aliviada después de contarle la historia a Maggie. No era justo no tenerla al corriente de lo que me estaba pasando y quizás sería más fácil para ellas saber qué me sucedían si me veían entristecida, pues a pesar de que delante de Joel me hacía la fuerte, la verdad es que deseaba con todas mis fuerzas tenerlo cerca como en los viejos tiempos y recuperar todo el tiempo perdido.
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Hasta verte otra vez [Joel Pimentel] #HDA2
Fanfiction[SIN EDITAR] Cuando las vidas de Araulee y Joel coincidieron, las circunstancias no eran las más propicias para ello, por lo que luego de tres años de haberse dado un estrepitoso adiós, tal parece que el destino conspira para que este par se vuelva...