Rescue Squad [JaeBum y Tu]

Límites

Un disparo en la frente y un segundo fue a dar en el estómago de la característica figura negra en cartón que interpretaba al ladrón en el área de polígono. Exactamente en la línea siete, esa persona que había disparado se quitaba las gafas y los audífonos de protección justo después de haber descargado el arma para dejarla sobre la mesa a su lado.

— Muy bien, has aprendido en tan poco tiempo.

— Me han entrenado bien.

____ (Tn) le dedicó una suave sonrisa a su instructor, quien enseguida se la regresó para después ser acompañada a las afueras de la sala de prácticas para despedirse al haber finalizado su tiempo de entrenamiento.

— Espero verte mañana.

— A primera hora. —Mencionó la fémina antes de asentir.

— En el campo, ahora debes superar el siguiente nivel.

— Sí, señor.

Luego de una despedida en la que un fuerte abrazo era el protagonista, la castaña se alejó de su instructor para poder salir de aquel edificio, al que había comenzado a visitar desde hacía un mes exactamente; treinta días desde lo de Incheon. Luego de haber llegado de su viaje, entregado el vehículo que rentó y haber cortado toda comunicación con Jaebum, la decisión de tener que proteger su vida, era realmente importante, y por ello, apenas el sol volvió a salir buscó una academia de seguridad personal que le enseñaba las tácticas necesarias para proteger su vida. Tanto con un arma de fuego o blanca, como sin ninguna de las mencionadas.

Su instructor, que aunque hacía el papel de uno personal, ella sólo cancelaba la cuota normal. Sin embargo, Moon JongUp era un viejo y gran amigo de ella cuando estudiaron juntos en la secundaria, pero sus caminos se dividieron cuando el mayor decidió dedicarse arduamente a la academia policial y terminar siendo parte de uno de los escuadrones más importantes de Corea del Sur: SWAT. Luego de su graduación fue enviado a Busan y todo contacto entre ambos se cortó totalmente, hasta el día que ____ (Tn) fue a inscribirse a esa academia de seguridad personal. Un par de días antes volvió a Seúl para entrenar a los futuros miembros de la SWAT y desde el encuentro de ambos, podría decirse que se hicieron inseparables nuevamente, al punto de poner celosa a su mejor amiga, SangRi.

Apenas llegó a casa, dejó todas sus pertenencias sobre el sofá y bajó de nuevo, únicamente con dinero, sus llaves y el móvil, yendo directamente al supermercado que estaba a un par de edificios del suyo. Una buena cena, llena de carbohidratos era lo que necesitaba esa noche, no sabía exactamente qué comer, pero ya con todo lo que se encontraría delante de sus narices en unos minutos, seguro que la haría decidir.

Ingresó al establecimiento con paso decidido para irse directamente a la zona de dulces, tomó una caja de bombones de chocolate blanco y un paquete de papas pringles y apenas llegó al final del pasillo, abrió el refrigerador para sacar un envase de helado de tamaño mediano. Era lo que le provocaba cenar esa noche, así que cerró el refrigerador para dar la vuelta sobre sus talones, sin darse cuenta de la persona que pasaba junto detrás de ella, terminando por tropezar con ésta, dejando caer el helado al suelo.

— Lo si-... ____ (Tn) —La mencionada levantó su mirada hasta la persona que le había mencionado.

— Jae...

Ambos se miraron por un momento, atontados por la repentina sorpresa, pero luego de un par segundos bajaron sus ojos al tarro de helado que acababa de caerse y abollado por el impacto. Aunque sus miradas no se fijaban en el otro, los dos sonrieron fugazmente por el recuerdo de ese momento, el día que se cruzaron y se hablaron sin odiarse por primera vez, la misma escena, pero con un producto diferente.