Capítulo 13:

611 40 0
                                    

Me miró directo a los ojos, con los suyos brillantes, debí suponer que nunca esperó a que con una frase salida de mis labios supiera que estaba entregándome por completo a él.

Delicadamente presionó mi cuerpo contra la pared y gemí suavemente sobre sus rojos e hinchados labios, que por cierto, gracias al estado, se notaban mucho más tentadores que de lo normal.

Estábamos casi desnudos, nada más con ropa interior que cubría nuestros cuerpos y a pesar de eso, más mi espalda chocando con la fría cerámica de la pared, el calor que hacía era ahogador. El vapor.

Nos miramos a los ojos tratando de descifrar el acertijo, ni uno de los dos tenía la menor idea de porqué sucedían este tipo de cosas entre los dos… menos yo, sabía que amaba a Joseph, que me gustaba y que me atraía hacia un montón de años atrás, pero me confundía. Se suponía que él no sentía absolutamente nada por mí, no más que una amistad de hermanos.

Cerré mis ojos y suspiré. Una de sus calientes manos se posó en mi cintura desnuda y comenzó con una infinidad de caricias apacibles. Ahí estábamos los dos, demostrándonos… ¿Amor? No se describir con palabras lo que era exactamente, solo sabía que algo estaba pasando y que no eran más que caricias, contacto visual y pausados besos.

Comenzaba a impacientarme, codiciaba tener sus labios sobre los míos, sus manos acariciando mi anatomía por su totalidad y que me demostrara algún tipo de locura, pero nada.

En el momento en que menos lo esperaba, cuando estaba entrando en un punto lleno de paz y tranquilidad, sintiéndome acogida en sus brazos, ladeo su rostro y capturó mi labio superior de tal manera que me sentí en la nube más alta.

Era tan delicado y calmado, pero a la vez iba dejando esa cálida sensualidad en cada beso que me daba.

Deslizó con lentitud sus manos por mi cintura, cadera, hasta mis piernas e hizo que diera un pequeño salto, solo para quedar acomodada a la perfección rodeando su cintura con mis piernas.

Mi espalda se despegó de la pared, por lo que pude apreciar que comenzaba a caminar conmigo a cuestas. De pronto, todo mi cuerpo se estremeció al sentir el chorro de agua caliente recorrer mi piel. Estábamos dentro de la ducha y una vez más, yo estaba siendo presionada contra su cuerpo… y la pared. El agua corría desesperada por toda su piel y yo moría a la hora de acariciar su espalda, sus hombros, su pecho, su abdomen, sus fuertes e incomparables piernas. De a poco iba incrementando la presión en mis entre piernas, y creía desfallecer en sus brazos en cada segundo que pasaba. Volvió a dejarme de pies en el suelo y sus manos se trasladaron con timidez a mis pechos, apoderándose de ellos y proporcionando placenteros masajes. Pronto sus manos se encontraban en una ardua labor. Sus manos eran torpes en cuanto desabrochar mi bracear, hasta que llegó el momento en que la prenda se dio por vencida y Joseph resultaba ser el ganador. Antes de quitarlo sus extremidades se hundieron por debajo de la tela y sintiendo que aún no estaba decidido, las condujo hasta mis pechos desnudos. Mi cuerpo entero se estremeció. En segundos la prenda yacía tirada en el suelo mojado. Primera vez en mi vida que llegaba a tal punto con un chico y al estar a ese punto de desnudez, debía sentirme incómoda y desprotegida, mas no en los brazos de Joseph. Me sentía completamente a gusto y no había indicios de que fuese lo contrario.

Estaba segura junto a él… y nadie podría hacerme experimentar un momento tan mágico e intenso como él lo estaba haciendo, era incomparable. Enredó sus dedos en mi cabello completamente mojado y deslizó sus labios por mi mandíbula, cuello y hombro… para quedarse ahí por unos segundos y darme los más placenteros besos. Temblé y me llené de nervios cuando sus húmedos y apasionados besos, comenzaban a descender unos centímetros más… hasta llegar a la loma de mis pechos y arrastrar su lengua con suavidad, sin descontrol. Estaba lleno de ternura… y lo adoraba. Cerré mis ojos y mordí mi labio inferior cuando la situación comenzó a tornarse más intensa. Me di el lujo de acariciar todo su pecho, sus brazos, incluso su rostro… disfrutaba tanto su piel y sentir sus suaves expresiones en cada beso. Mis manos vagaron por todo su cuerpo hasta frenar en la única prenda que cubría su cuerpo. Estaba entusiasmado besando mi cuello, sacándome de todos los pensamientos presentes en mi mente, solo éramos él y yo. Tomé disimuladamente el elástico de su bóxer y comencé a jugar con inocencia. Sin darme cuenta mis dedos comenzaban a tirar de la prenda y siendo que Joseph no se quejaba, proseguí hasta que mis brazos no dieron más y mis pies continuaron la tarea. No se preocupaba por nada, nada más que hincar mis labios y gemir con delicadeza sobre mi piel cuando acariciaba su cuerpo.

Se separó centímetros y abrió los ojos para mirar directamente a los míos. Sus labios entreabiertos, más rojos e hinchados que nunca, tentadores, sus ojos apenas estaban abiertos… y su respiración agitada, no dejaban duda de que estaba disfrutando de la situación tanto como yo lo estaba haciendo. Sonreí con dificultad y timidez cuando analizó con la mirada mi cuerpo semidesnudo. Besó mi frente y luego volvió a mirar directamente a mis ojos para comenzar a deslizar la única prenda que cubría mi anatomía. Nada, nada que impidiese llegar más allá. El agua corría por toda su piel y hacía de su imagen un verdadero retrato. Besó mi cuello por última vez y se sujetó de mi cintura. Estaba nerviosa, las palpitaciones de mi corazón agitado podían escucharse a lo lejos… pero aun así, estaba preparada. De un momento, en el que podía apreciar las cosas con claridad, pasé a otro en que solo veía manchas y un espantoso dolor que crecía dentro de mí. Gemí sobre sus labios enterrando mis uñas en la suave piel de su espalda… no sentía mis piernas, estaban completamente dormidas y creía que en cualquier momento caería al suelo. Me tomé de sus brazos, apretándolos con fuerza y hundí mi rostro en su cuello. Apretaba mis ojos con fuerza sintiendo como se rebalsaban en lágrimas, como si eso disminuyera el intenso dolor. Notaba como trataba de ser delicado, no quería hacerme daño… era lento y cuidadoso, y volví a sus labios para besarlos con dificultad.

— ¿Estas bien? —Preguntó agitado mirándome a los ojos. Solo asentí y ahogué un gemido en sus labios. Luego de no pensar en nada más que fuese el dolor, sentí como pronto se disipaba y comenzaba a sentir una ola de calor por todo mi cuerpo. Gimió suavemente sobre mi oído izquierdo y solo logró que me descontrolara por completo. Sus movimientos dentro de mí de a poco iban volviéndose apresurados… no violentos, ni bruscos, sino llenos de pasión, sensualidad y placer. Nos besábamos con descontrol, como si nuestras vidas dependieran de aquello y las caricias no cesaban, ni parecían acabar en algún momento. Nuestros cuerpos de apoco se iban agotando y la resistencia iba desapareciendo. Gemí delicadamente sobre sus labios cuando lo sentí llegar dentro de mí. Fue aminorando su actuar y cuando menos lo esperé me abrazó con fuerzas, refugiándome en sus fuertes y protectores brazos. Sentía su corazón casi tan agitado como el mío, sentía como respiraba con dificultad y trataba de recuperar el ritmo. No estaba en diferentes condiciones que yo. —Ahora… ahora… ¿Cómo piensas que llegue así a la cena? —Preguntó con la voz aún agitada y solo sonreí ante la pregunta.

In Another LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora