Capítulo 11:

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En menos de segundos mis ojos ya estaban inundados en lágrimas. Mi cuerpo completo tembló y pensaba que en cualquier momento mi corazón dejaría de latir.

Si antes me angustiaba ver un beso entre Joe y Madison, esta vez me había provocado más que eso. Me sentía destrozada e incluso muerta en vida.

Mis pies se movieron solos y emprendieron paso decidido al lugar donde Joe y la chica no dejaban de babearse la cara.

—Joe… ¿Qué diablos estás haciendo? —Musité con la voz quebrada cuando toque la espalda de Joe.

Ambos se detuvieron enseguida y mi mejor amigo se volteó para darme la cara.

Su mirada estaba seria, más que nada… desinteresada. La muchacha al notar mis ojos vidriosos sonrió y me lanzó una mirada acusadora.

—Ya puedes dejar de actuar —Sonrió mientras abrazaba a Joseph por el cuello.

Agité torpemente la cabeza y miré a Joe confundida. ¿Acaso le había contado todo?

—Madison tiene razón, puedes dejar de actuar, ya lo sabe todo —Murmuró con frialdad.

Me quedé en silencio tratando de analizar con profundidad lo que Joseph planeaba hacer, tratando de inferir porqué le había dicho todo, quería llegar a saber cuál era su plan.

Lo peor de todo era que… yo no estaba actuando, yo estaba demostrando mis sentimientos que estaban escondidos detrás de la mentira que Joe había creado. Ahora… ahora si debía actuar y hacer creer al resto de que estaba feliz por ver la reconciliación de mi mejor amigo y su novia.

—Oh… —Sonreí con cinismo— Entonces ya sabes todo…. Hmm… — ¿Qué se suponía que debía decir? ¿Felicitarlos acaso? — ¡Felicitaciones entonces! Ya era hora de que volvieran a estar juntos —Carcajeé, lo que por dentro era un llanto desconsolador.

Ambos me miraban serios… ¡¿Qué era lo que esperaban?! La chica cambió enseguida la expresión, supuse que esperaba que mi boca atravesara el suelo y que comenzara a llorar, pero no.

—Gracias —Musitó aún serio, Joe.

—Sí, eso…. gracias —Articuló sin mucho interés y alejó su mirada para llevar sus rojos labios al cuello de mi mejor amigo y depositar cortos, pero infinitos besos.

Suspiré y sin decir más me alejé de tal cuadro, figuré que solo estaba sobrando.

Salí 20 minutos de clases para llegar a la hora correcta a casa, quería estar lo antes posible en mi hogar para encerrarme en mi cuarto y lamentarme por haber dejado que Joseph hubiese jugado de esa manera tan cruel conmigo… ¿Cómo podía? Sé que solo estaba actuando, pero… podía jurar que hace un día atrás me había besado con deseo, que había un sentimiento involucrado… que me había estado entregando algo especial en cada beso.

 Llegué a la puerta de mi departamento con las manos temblorosas y con los ojos rebalsados en lágrimas de tanto pensar en la fría actitud que Joe había tenido conmigo, en el perfecto beso que se daba con Madison. Trataba de meter la llave correcta en la cerradura, pero ni si quiera en eso podía concentrarme. — ¿Por qué no me esperaste? —Escuché una serena, pero sería voz a la vez detrás de mí. Me quedé de frente a la puerta, no quería mirarlo a los ojos, ni si quiera quería verlo. ¿Acaso aguardaba a que lo hubiese estado esperando luego de que ni si quiera me prestó atención? ¿Después de que se marchó a clases sin siquiera avisarme? ¿Acaso piensa? —No pensé que me traerías después de que me dejaste plantada esta mañana —Susurré aún sin girar, quería entrar luego a casa. —Tenía que hacer cosas, lamento no habértelo comentado —Lo escuché susurrar, aún sin mayor interés. —No te preocupes, de todas maneras… pensé que te quedarías más tiempo con tu novia, por cierto… me alegra que hayan vuelto… —Musité con la voz apagada, no tenía que haberlo dicho, hice que el nudo en mi garganta me ahogase. — ¿Puedo pasar? —Preguntó con la misma frialdad. ¿Para qué quería tener su compañía cuando me trataba de esa manera? —No, quiero estar sola —Musité y por fin una de las llaves entró a la perfección en la cerradura. Sin dedicarle una muerta mirada, sin siquiera sonreírle, sin quiera decirle adiós abrí la puerta y me escabullí dentro de mi hogar.

Me sentía humillada, me sentía usada y lo peor de todo me sentía infeliz, cuando siempre acababa mis problemas con tan solo una sonrisa en el rostro, un pensamiento positivo y un buen recuerdo, ahora que necesitaba uno… mi mente se encontraba en blanco. Tiré mi mochila a lo lejos y corrí hacia mi cama para dejar caer mi cuerpo sobre esta. Tomé uno de los cojines y lo apreté con fuerzas presionándolo contra mi pecho, eso ayudaba a nada más que la fuerza se desprendiera de mi cuerpo y mis ojos se cerraran vencidos de cansancio. —Cariño, despierta —Escuché una suave y lejana voz. Abrí mis ojos con cuidado y la luz artificial me cegó ¿Ya era de noche? Pude notar que mi madre estaba sentada en mi cama y sacudía suavemente mi hombro. — ¿Qué hora es? —Susurré y bostecé tratando de sentarme en el colchón. —Las siete con cuarenta y cinco minutos, dios, estás helada, te quedaste dormida sobre las frazadas, ahora lo más probable es que te resfríes —Me miró de mal gusto y se acercó para besar mi frente. Me había quedado dormida hace prácticamente 4 horas y mamá tenía razón, estaba propensa a un resfrío. Aún estaba un tanto dormida por lo que volví a recostarme en la cama y cerré los ojos. —Ya, levántate —Sonrió— La familia Jonas nos invitó a cenar, Daphne ya está allá con tu hermano. ¡¿Qué?! No, por favor, esto debía ser una broma. Primer día de mi vida en que no quería verle la cara a Joe y estoy invitada a cenar a su casa. —Mamá —Me quejé— estoy cansada.

—Vamos, no seas aguafiestas, además la familia se ve entusiasmada, creo que debes saber que Joe volvió con su novia, también está invitada —Sonrió con ánimos… ¡¿Qué?! Otra vez… ¡No, no y no! Ahora sí que me niego. — ¿Sabes? Tienes razón, si voy a resfriarme, así que me quedaré acostada para evitarlo —Sonreí y corrí las sábanas de mi cama para tapar mi helado cuerpo bajo ellas. —No me hagas enojar y ahora levántate —Corrió las sábanas hacia atrás— hace tiempo que no cenábamos todos juntos, no planeo que estés ausente Jessica, hasta tu padre está entusiasmado —Me reprochó con autoridad. Bufé molesta… ¿Por qué todas las cosas salían en mi contra? Ahora pensaba que ese golpe de suerte que tuve el día en que Joseph me rogó ser su novia de mentira, no era suerte, sino lo contrario. — ¿A qué hora tengo que estar lista? —Musité seria sin dejar de mirar el techo. —A las 9:30, así que apresúrate, yo me iré ahora, sino llegas, después tendrás que aguantar a tu padre de mal humor durante una semana — ¿Acaso mi madre estaba amenazándome? —Está bien, está bien, si voy… solo… deja bañarme —Murmuré sentándome a los pies en mi cama. Mamá salió de la habitación y yo comencé a caminar de un lado hacia otro esperando a que el tiempo pasara, la hora ideal para bañarse serían las… 9:20. Estaba en el baño a la hora que me lo propuse y largué el agua caliente esperando a que el baño quedase completamente evaporado.

Quité mis pantalones y lo tiré lejos en un rincón del baño, me acerqué a la ducha y comencé a regular el agua. Todos mis sentidos, que se encontraban tan relajados, fueron interrumpidos cuando sintieron unas fuertes y cálidas manos en mi cadera.

In Another LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora