El piso está frío.
Me duelen los músculos y todavía me arde la piel. Mientras más consciente soy de lo helado que está el ambiente a mi alrededor, mis dientes comienzan a castañear. En un rato también me dolerá la mandíbula.
Hay luz, puedo darme cuenta a pesar de que mis ojos se encuentran cerrados. Me ganan las ganas de llevar las manos a mi cara, en un intento por protegerme.
Estoy muy segura que no me encuentro en la habitación de siempre. Puedo sentirlo. Allá no hace tanto frío.
Abro los ojos, con el corazón acelerado. La luz que antes detectaba a duras penas, ahora me encandila y tengo que volver a cubrirme. Parpadeo para acostumbrar mi vista y mi corazón comienza a palpitar cada vez más rápido.
¿Dónde mierdas estoy?
La habitación completamente blanca, no cuenta con ningún mueble. Nada. Ni una cama, ni un sillón. El frío que emana y la inseguridad que me causa la situación, me llevan a abrazarme a mí misma. Jamás vi este lugar en los días que he estado aquí. No tengo idea de dónde me tienen encerrada esta vez.
Escucho una voz masculina gruñir y maldecir en murmullos. Volteo hacia mi derecha y me encuentro con Kyle. Mi hermano. Y aunque se siga sintiendo extraño decir eso, es un hecho.
El chico parpadea frenéticamente para después evaluar el lugar en el que estamos. Con el ceño fruncido, su vista se posa en mí y casi puedo asegurar que se siente como yo. Confundido, inseguro y aterrado.
― ¿Sabes dónde estamos? ―pregunta con la voz más ronca de lo usual.
―No tengo ni la menor idea, Kyle. ―Me encojo de hombros sin dejar de abrazarme a mí misma, sintiendo el miedo gritar dentro de mi pecho―. Pero me aterra averigüarlo.
Su rostro se suaviza y, por un segundo, siento una pizca de empatía de su parte. Casi siento que se acercará para hacerme compañía. Pero no lo hace. Y no debería sorprenderme.
―No tardarán mucho en llegar por nosotros ―comenta, sacándome de mis pensamientos, con la mirada sobre el piso, llena de desesperanza―. Brianna o Mirla.
―Y esta vez sí tendrán el poder para hacernos lo que se les pegue la gana. ―Trago a pesar de que mi garganta se encuentra seca―. Si no conocemos nuestra ubicación, es difícil que consigamos volver a escabullirnos.
Una risa amarga brota de su garganta y su vista se posa en mí. Me mira como si hubiese hecho el comentario más tonto de mi existencia.
―Siempre han tenido el poder, Kathery ―dice, y puedo sentir lo roto y cansado que él se siente―. Fue estúpido creer que podríamos escapar... ―Sacude la cabeza y vuelve a posar sus ojos en el piso blanco―. Fue estúpido de mi parte... tener esperanza. ―Su voz se apaga y aprieta los ojos, con una expresión que grita dolor en cada centímetro de su piel.
Algo dentro de mí se rompe. Me duele verlo así. Luce tan derrotado, tan exhausto, tan apagado. Así es como se ve cuando matas a una persona en vida. Cuando lo doblas tanto que lo destrozas y después pisoteas los fragmentos de lo que alguna vez fue. Quisiera poder ayudarlo. Poder sacarlo de esta miseria en la que se ha encontrado toda la vida. Pero sé perfectamente que no puedo.
Yo también estoy cansada. A mí también me han doblado y pisoteado una y otra vez en poco tiempo. No tengo posibilidades aquí. No puedo hacer nada. Soy inútil, patética, inservible...
Soy nada. Me he convertido en nada.
Mis ojos pican pero reprimo mis ganas de llorar. Ni siquiera eso merezco. He perdido el derecho a desahogarme de cualquier manera cuando no logramos escapar. Cuando nos atraparon una vez más y fallé en mi promesa de huir para sacarlos a todos después. Me fallé a mí misma, como siempre, les fallé a todos los muchachos que se encuentran tan rotos como Kyle o Ethan. Y le fallé a mi mamá.
Y, a pesar que se que no soy la Mujer Maravilla ni cualquier figura de heroísmo, se sentía como un deber ayudar. Yo soy la chica aquí. Yo viví en la ignorancia más de la mitad de mi vida, disfrutando de mi libertad mientras todos estos chicos sufrían día a día. Llegué aquí para descubrir infinidad de secretos oscuros y retorcidos. Debí haber contribuido de alguna manera.
Pero ni siquiera pude ayudarle a Kyle a escapar. No logré salvar a nadie, ni a mí misma. Y mi mamá, sabrá Dios dónde esté, seguramente también sufriendo, se quedará donde se encuentra. Aprisionada, sin una oportunidad, como nosotros.
Me levanto de mi lugar y me acerco al castaño que se encuentra del otro lado de la habitación. Él no se da cuenta de mi presencia y se mantiene recargado sobre la pared, con la mirada perdida. Tomo asiento junto a él y entonces noto como se tensa repentinamente. Sin embargo no me importa que le incomode mi presencia.
―Lo siento, Kyle ―murmuro con el corazón roto en la mano―. Lamento que las cosas no hayan salido como lo planeamos.
Él no dice nada como respuesta y el silencio inunda el lugar. Nos quedamos callados, sentados uno al lado del otro. Y entonces, casi por mero instinto y contra mi voluntad, acerco mi mano y la posiciono sobre la suya. Se que no le agrado y que me echa la culpa por las diferencias con las que crecimos. ¿Quién dijo que él merecía crecer sin madre mientras yo lo tenía todo? Claramente no fue justo para él. Y por eso le es tan difícil mirarme con algo diferente al desprecio. Pero no aleja su mano de la mía y simplemente la deja estar.
―No te disculpes ―masculla por lo bajo y gira su cabeza en mi dirección, posicionando sus ojos claros y apagados sobre mí―. Hicimos lo mejor que pudimos. Era casi imposible que lo lograramos.
―También lamento otras cosas ―comento casi ignorando sus palabras para recitar lo que ha estado rodando por mi cabeza el último minuto―. Lamento que tú no hayas tenido las mismas oportunidades que yo. ―Aprieto los labios y siento el nudo formarse y quemar en mi garganta―. Lamento que hayas tenido que pasar por tanto tú solo, mientras yo vivía despreocupada en mi ignorancia. ―Aprieto su mano y la suelto para cubrir mis ojos ahora húmedos, intentando disipar la vergüenza que siento―. Lo lamento tanto, Kyle... ―mis palabras salen en un sollozo―. Si pudiera sacarte de aquí ahora mismo, lo haría... Si hubiese podido cambiar lugares contigo desde nuestro nacimiento, lo habría hecho. ―Un suspiro entrecortado sale de mis labios y cierro mis ojos con fuerza―. Si pudiera hacer pagar a las asquerosas personas que le hicieron todo esto a mi hermano, lo haría sin parpadear.
El llanto se desata en mí y no lo reprimo. Me rompe el corazón que el chico frente a mí, aquel que comparte mi sangre, haya tenido una vida tan dura. Tan difícil. Y yo no. Nunca estuve ahí para él. Nunca pude ayudarle. Abro los ojos ante su silencio y me encuentro con su rostro empapado por las lágrimas. Ambos lloramos, sufriendo por la situación y por lo injusta que ha sido la vida. Con voluntades rotas y almas dobladas.
Entonces, tomándome completamente por sorpresa, el castaño en frente mío me abraza. Me toma unos segundos ubicarme en la situación y corresponderle. Pero finalmente logró regresarle el abrazo. Nos abrazamos tan fuerte, que temo que me vaya a dejar marca con lo sensible que se encuentra mi piel. Arde y duele pero no me importa.
Finalmente siento que tengo un hermano.
***
LO SÉ. Se que es un capítulo corto y me disculpo.
Pero no se preocupen, pronto volverán a leer sobre mí.
O mejor dicho, sobre Kathery.
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LOS AMO MUCHO❤
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Kathery y el Único Chico de la Tierra.
Ficção Científica- Tú... -comienzo a hablar con la respiración entrecortada, sin saber que decir en realidad-. Tú... - Yo... Yo... - ¡Tú eres un chico! - Supongo que sí: lo soy -afirma después de soltar un suspiro. - Pero eso es imposible. - Bueno, si fuera impos...