Capítulo 5: Carlos.

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Salimos de aula de Prácticas Químicas y nos dirigimos a la entrada de la Universidad. Gracias a Dios, ya acabó el día escolar. Ahora iré a mi casa, me acurrucaré en mi cama y me deprimiré por haber dejado escapar la posiblemente mejor y única aventura de mi vida.

―Lysh, ¿te llevo? ―le pregunto a mi amiga, esperando en lo más profundo de mi ser que me diga que no.

―No, gracias. ―Me abraza y nos despedimos con un beso en la mejilla―. Mamá vendrá por mí. Dice que quiere hablar seriamente conmigo ―comenta, haciendo una mueca―. No le gustó mucho que usara tu auto para "causar envidias y malas vibras". ―Hace comillas con los dedos y se encoje de hombros―. Quién sabe qué me espera.

―Cuando lo averigües, me llamas para contarme ―le digo con un tono de burla.

―Dalo por hecho. ―Ríe y sacude la mano en forma de despedida, para después girar sobre sus talones y dirigirse a buscar a su mamá.

Camino hacia mi Browse y me dejo caer pesadamente cuando llego al asiento del piloto. Hora de ir a casa.

∞∞∞∞∞∞∞∞

Me estaciono en frente a la heladería. Una parada rápida antes de ir a dormir. Salgo del auto y entro al local para acercarme al mostrador y pedir mi helado favorito.

―Hola, Kathery, ¿qué te doy? ―pregunta Andie amigablemente.

―Hola, An. Uno de chocolate, por favor. ―Ella sonríe y va a conseguir mi helado.

Conozco a Andie desde que andábamos por la vida gateando. Bueno, en realidad a casi todas las conozco desde pequeñas. Solo se permite la reproducción cada tres años y absolutamente todas nuestras madres fueron fertilizadas durante la misma semana. Así que, crecimos juntas.

―Aquí tienes.

―Gracias. ―Sonrío y siento algo vibrando en mi bolso―. Hasta luego, Andie ―me despido a la vez que saco mi Clanoon y presiono <<Contestar en modo privado>> para que no se abra la llamada en forma de holograma―. ¿Mamá? ―pregunto cuando contesto.

―Kathery, dime que no hiciste lo que estoy pensando ―me regaña casi inmediatamente.

― ¿Qué? ¿De qué estás hablando? ―cuestiono confundida.

―No te hagas la ingenua, señorita.

―Soy inocente hasta que se demuestre lo contrario.

―Llevabas años pidiéndome una mascota ―sentencia impacientemente, como si con esa oración fuera de contexto pudiera decirme qué hice mal.

― ¿Y...?

―Lo escuché, Kathery. Antes de salir al hospital escuché todo el alboroto en tu habitación.

― ¿Qué escuchaste...? ―Oh, buklot.

Ethan.

―Así que dime, y quiero que respondas con la verdad: ¿adoptaste algún tipo de animal doméstico que sabes que no tenemos tiempo de atender?

― ¡No, mamá! ―respondo rápido―. E-Es que, uhm, creo q-que dejé el agua de la regadera corriendo y, pues, debiste escuchar algo... del agua... corriendo. ―Bravo, Kathery.

―Tenemos regaderas ecológicas con sensor de movimiento, hija. ―Maldita sea, es verdad.

― ¡No, no, no hablaba de la regadera! Yo me refería al cubículo del secador...

―También cuenta con sensor de movimiento.

―Uhm...

―Espero que tengas una respuesta razonable para esta noche, señorita. ―Y me cuelga.

Kathery y el Único Chico de la Tierra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora