Capítulo 17: Tiene cara de conejo asustado.

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— ¿Niña? —Escucho una voz agresiva llamándome—. Oye, niña, despierta. —Me sacude con brusquedad.

Juro que deseo abrir mis ojos, pero no lo consigo.

—No seas idiota, Calum —interviene otra voz, con un tono más suave—. Es una dama.

—Tú y tus estupideces cursis —bufa el que ahora identifico como Calum—. Si se te ocurre una mejor idea para despertarla, adelante.

—A mí se me ocurre una mejor idea.

El tiempo parece detenerse por un milisegundo cuando siento todo mi cuerpo ser empapado por agua helada. Me incorporo como puedo casi de inmediato, cuando el agua llena mis pulmones al haber entrado por mi nariz e intento sacarla de mi ser tosiendo exageradamente.

— ¿Lo ven? Funcionó.

Tallo mis ojos con el dorso de la mano para divisar al tarado que me empapó. Fue el engreído que me había insultado. Vaya sorpresa.

—Imbécil Kyle, ahora por tu culpa pensará que somos cavernícolas sin educación —habla el de la voz suave, un lindo castaño que fulmina al otro chico con la mirada—. Lo siento, inesperada fémina. Mi amigo es un poco... impulsivo. —Extiende su mano hacia mí con una pequeña sonrisa, luciendo apenado.

Acepto su gesto y me levanto, con toda la blusa adherida a mi cuerpo por el agua.

—Soy Nicolás, por cierto —se presenta y se inclina hacia adelante, haciendo una especie de reverencia—. ¿Tú eres?

—M-me llamo... Uhm, Ka...—intento responderle, pero la impresión me sigue ganando.

— ¿Qué? ¿Te golpeaste en la cabeza al caer? —pregunta otro chico, luciendo divertido.

—Soy Kathery —digo por fin, aunque sigo sintiendo náuseas.

—Oh, no me digas que te vas a desmayar de nuevo —interviene un curioso pelinegro. Tiene los ojos más claros que he visto en mi vida—. Dos en un día ya es demasiado.

—No, no. —Sacudo la cabeza, negándome a perder el conocimiento otra vez—. No me voy a desmayar.

—Qué bueno, niña —dice otro con los ojos tan claros como el agua—. Aunque debo decirte que esto es lo más interesante que nos ha pasado en un tiempo.

—Es verdad. —Asiente alguien más.

Los chicos me miran de muchas maneras. Unos con curiosidad, otros con molestia. Unos con sonrisas divertidas, otros con muecas de fastidio.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —habla Kyle, con un tono de voz tan frío como el hielo. Y su mirada está igual. Él es uno de los que me observa con molestia.

—Uhm... —No sé qué decir.

—Nunca llegan tan jóvenes —comenta otro, frunciendo el ceño—. ¿Cuántos años tienes? ¿Dieciséis?

—Tengo dieciocho —lo corrijo con una mueca.

—De todos modos, es demasiado joven —dice el curioso pelinegro, como si no me encontrara aquí.

— ¿Crees que estén tomando medidas extraordinarias? ¿Ya habrán llegado al código rojo?

—O peor, tal vez ya estén en el código negro.

—No creo, ya nos hubiésemos enterado.

—Quizá simplemente cambiaron el protocolo.

—Suponiendo que así sea, ¿por qué ella? Solo mírenla, tiene cara de conejo asustado. Sería estúpido que la escogieran a ella.

Kathery y el Único Chico de la Tierra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora