Capítulo 36: Y yo no sabía...

922 80 50
                                    

Después de pasar horas sentadas en el piso, Mirla nos lleva a una habitación con literas. Supongo que, después de todo, es un poco más fácil para ellas echarnos un ojo de esa manera. Supongo que, a pesar de que Mouhly dijo que era imposible salir de aquí y que éramos increíblemente ingenuos por creer lo contrario, prefieren mantenernos un poco más vigiladas que antes. 

Pasamos la noche y el cansancio que ha inundado mi cuerpo no me permite mantener los ojos abiertos ni un segundo después de tocar la cama. Descanso tanto como me es posible, sabiendo que al día siguiente me toca regresar al Salón de Experimentación. Y con ganas de llorar y huir, me quedo dormida. 

Sin embargo, parece haber pasado solo un segundo cuando se escucha la molesta voz de Mirla en la habitación. 

—Kathery, es hora —dice mientras se acerca a mi litera, pero yo no me muevo—. Levántate ya, no hay tiempo que perder —ordena toscamente, quitándome la cobija de encima—. No puedo permitir que nos retrases por tu pereza. —Toma mi brazo y me jala fuera de la cama. 

Me quejo por el dolor que me causa y siento a mi mamá posicionarse a mi lado. 

—Cuida cómo tratas a mi hija, Mirla —exige apuntando a la mujer sin bacilar. 

Sin embargo, la subdirectora parece querer carcajearse. — ¿Qué harás si la trato como se me pega la gana? —pregunta desafiante—. ¿Acaso olvidas que ya no tienes ningún tipo de autoridad en este edificio, Nadya? 

La respiración de mi mamá se escucha en toda la habitación. Y me incorporo rápidamente, para evitar darle el gusto a Mirla de intentar humillarla. La tensión podría cortarse con un cuchillo, y prefiero sacar a la subdirectora lo más pronto posible. 

—Estoy lista, vámonos ya —murmuro, preparándome mentalmente para lo que me espera. 

Seguiremos con el sistema vascular, solo que ésta vez, el venoso. Y me siento agotada solo de imaginar como me sentiré después de que termine la sesión de hoy. Mirla se cruza de brazos victoriosa y, después de dedicarle una mirada de desprecio a mi madre, sale sin decir una palabra, esperando que la siga. Aprieto el hombro de mamá, intentado disminuir el pánico que noto que siente. Y quiero transmitirle algo de tranquilidad, aunque parezca casi imposible. 

—Aquí estaré cuando regreses —promete y yo sonrío. 

Camino detrás de Mirla en silencio, con la mirada en el piso y ocasionalmente en uno que otro pasillo. Y me detengo a mí misma cada vez que noto que lo que busco es a un rubio que ha sido importante en mi vida durante un tiempo. Me detengo porque no tiene ningún sentido buscarlo, ni pensar en él. 

Llegamos al Salón de Experimentación y todo parece suceder en cámara lenta. Me preparan, me meten a su juguete genético y me mantienen  dentro por horas, mientras mi mente me tortura con recuerdos y pensamientos catastróficos. Intento pensar en mamá, en Lysh, o en cualquier cosa que pueda evocar un recuerdo bonito o tranquilizador. Sin embargo, mi cerebro parece siempre volver a Ethan. En todos los caminos, por todas partes, en todo momento. En ojos castaños y una sonrisa coqueta. En cabello rubio y miradas tormentosas y tan poéticas a la vez. En abrazos, bromas y palabras alentadoras... En mentiras, engaños y palabras falsas. 

Por Dios, duele tanto estar enamorada de ti.

Parece eterno pero finalmente termina. Y como predije anteriormente, me siento como mierda. Como papel o un castillo de arena. Me cuesta trabajo caminar, pero hago mi mejor intento. Y casi quiero correr cuando me dicen que ya puedo retirarme a la cafetería. Salgo del Salón con un huracán de coraje, tristeza, humillación y debilidad en mi corazón. Y arrastro los pies en camino por algo de comida. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 19, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Kathery y el Único Chico de la Tierra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora