Pétalos de amor: Flores de Azahar.

Capítulo 1~ Pétalos.

Lo que despertó a Pidge fue una molestia en su garganta, la cual empeoró de manera significativa haciéndole toser. Parecía que su cuerpo trataba de arrojar algo fuera de sí. Cuando vio salir el primer pétalo y el aroma a azahar se hizo presente, la pequeña sabía que aquello no significaba nada bueno para ella.

—No... No me quiero morir.

Un chico de ascendencia cubana corría por las calles del vecindario tras haber recibido una llamada de su mejor amiga con una voz que denotaba que algo pasaba. Se detuvo cuando llegó hasta una casa que resaltaba por ser de las más grandes de la zona.

Tocó el timbre de la casa de la familia Holt.

Collen, madre de su mejor amiga, fue quien atendió la puerta. Al momento de abrirla se encontró con un chico de tez morena y ojos azules.

—Buenos días, Lance—la mujer abrazó al chico- Entra por favor. Katie está en su recamara. Ya sabes donde es.
—Buenos días, señora. Con su permiso.

Collen no se dio cuenta de la preocupación que se dejaba ver en el rostro de Lance. De igual manera ignoró la forma apresurada que subió al cuarto de su hija o que al abrir Lance parecía haber corrido un maratón.

—¿Pidge?—tocó la puerta—Soy Lance. Abre, por favor.
—¡Lance!— la menor jaló del brazo al mencionado y una vez dentro de la recámara lo abrazó, siendo correspondida esta acción por el chico y reconfortando a Pidge.

Lance se percató que su mejor amiga comenzó a llorar debido a que sus hombros se movían de arriba a abajo, agitándose.

—¿Qué ocurre, pequeña? Sabes que puedes contarme lo que sea.
—Lance... Yo...— la revelación de Pidge se vio interrumpida por una tos que provocó que la chica expulsara, en dirección al pecho del chico, dos bellos pétalos de azahar.
—¿Pidge?— Lance la vio horrorizado- no, no me digas que tú...
—Creo que estoy enferma— y el llanto se hizo más intenso- Soy portadora de la enfermedad Hanahaki, Lance.

"Soy portadora de la enfermedad Hanahaki, Lance"—Esas palabras retumbaban en su cabeza. Su mejor amiga estaba enferma con uno de los padecimientos más extraños y temibles en el mundo. La conocían también como "La enfermedad de las flores"

El chico pudo calmar a Pidge con ayuda de chocolate caliente, el cual le gustaba mucho a la castaña. Todo preparado por él mismo

—Lance, ¿necesitas más barras de chocolate?— preguntó la señora de la casa.
—No hace falta Collen, gracias— revolvía el chocolate para que se fusionará con la leche y generara la espuma correcta— A Pidge no le agrada que quede demasiado dulce la bebida.
—¡Oh! Es cierto- contesto mientras guardaba el chocolate en forma de barra en la alacena.

Una vez terminada la bebida, sirvió 2 tazas.

—Collen, dejé chocolate para Matt, para el señor Holt y ti. Espero y lo disfruten.
—Muchas gracias Lance. Eres muy atento y buen chico. Lamento que Katie te haya hecho venir simplemente para preparar chocolate— dijo la mayor mientras negaba con la cabeza.

"Sí tan solo fuera para hacer chocolate. Hubiera preferido mil veces preparar una simple bebida. Todo era mejor que saber que tu mejor amiga tenía los días contados" —Pensó el chico.

Le dedicó una sonrisa algo decaída— No te preocupes— comenzó a subir los escalones—No está de más consentir a Katie.

Lance subió al cuarto de su mejor amiga. Llevaba en sus manos las dos tazas humeantes de chocolate y algunos trapos para limpiar el desastre que había dejado Pidge tras enterarse de los pétalos saliendo del interior de su ser.

—¿Pidge?— el chico pronunció ese nombre cerca de la puerta, esperando que su mejor amiga le abriera para poder entrar a su habitación.
—Volviste.
—Ten.

Lance le ofreció la taza de color naranja a Pidge, quién tomó la pieza de porcelana haciendo un gesto de dolor al sentir lo caliente que estaba, pero sin importar, tomó un sorbo.

—Gracias, Lance. Tu presencia me hace sentir mejor y olvidar— su cara se tornó desanimada— eso.
—Los amigos estamos para apoyarnos, Pidge — Lance bebió un poco de la taza color azul.

Extrañamente era tan regular la presencia del chico en aquella casa que ya tenía algunas pertenencias ahí, como un cepillo de dientes, una pijama y un plato azul que hacia juego con la taza

—Pero, dime Pidge...

¿Por quién sientes un amor no correspondido?