Pétalos de amor: Flores de Azahar.

Capítulo 8~ ¿Amar no cuesta nada?

Dos meses antes~

En las calles vacías, solamente podía escucharse las maldiciones que lanzaba a diestra y siniestra. ¿Por qué Matt tuvo que enterarse de esa manera sobre sus sentimientos por Katie? El simple hecho de pensar en aquella discusión anteriormente ocurrida y la decisión que debía de tomar, provocaba un dolor en su pecho. Las palabras altisonantes dejaron de resonar por todo el vecindario siendo remplazadas por jadeos y ataques de tos que poco o nada pudo controlar. Sin saber cómo, tomó una bocanada de aire y tosió de una forma brusca, sintiendo como de su garganta salió algo que terminó posándose sobre su lengua. Lo escupió al instante.

"¿¡Qué!? ¿¡Qué demonios es esto!?" — pensó.

Sus ojos se abrieron ante la hórrida escena que presenciaba. De su boca, como si fuera lo más cotidiano, habían sido expulsados pequeños fragmentos de lo que pudo dilucidar como pedazos de una flor. Se quedó atónito ante lo que acontecía. Cual personaje en una película de terror al ver al asesino o fantasma, salió corriendo de forma despavorida, dejando la evidencia de los inicios de su enfermedad.

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Para las personas normales, los fines de semanas podían ser descritos como los días en que tomar un descanso, estar relajados y en paz es algo que obligatoriamente se debe llevar a cabo. No agobiar la cabeza con pensamientos inquietantes o estresantes. Para ello eran esos dos días, sábado y domingo.
Pero para Shiro, aquel fin de semana estuvo muy alejado de ser caracterizado por esa armonía que te brindaban aquellas cuarenta y ocho horas de descanso. No sabía que era peor, ¿si tener en su mente aquella idea de tener que decidir entre Matt o Katie o que algo extraño le ocurría? No había dejado de tener dolor en el pecho, ni pudo dejar pasar ese extraño sabor agrio penetrando todo el interior de su boca o los pequeños fragmentos de flores que habían estado saliendo de su interior.

Tenía pensado solamente enfocarse en reflexionar, encontrar una respuesta, alguna solución a la difícil situación en que Matt lo había colocado. Nunca se había preocupado en que la amistad con el joven Holt se viera afectada, mucho menos pensó que la razón de aquel descontento pudiera ser la encantadora joven de la cual estaba enamorado. Tal vez nunca se detuvo a pensar en ese escenario pues había prometido el nunca confesar sus sentimientos por Katie.

Desde que se vio pensando en ella y en lo hermosa que resultaba para su vista quiso evitar a toda costa el que alguien conociera su verdadero sentir. Sabía que estaba mal querer de esa manera a Katie. Por un lado, estaba la cuestión en la que Matt había hecho énfasis hasta el cansancio: la edad.

Era exagerado el pensar que conoció a Katie desde muy pequeña, viéndola crecer y convertirse en lo que hoy tanto lo cautivaba. Pero los días fueron pasando y aquella chica creció, volviéndose en lo que tanto él había anhelado en una persona, asustándolo cuando se percató que no solo se sentía orgulloso por ver quien era Katie hoy en día, sino que eso le gustaba. Le agrada. Lo atraía a no poder despegar su mirada de cualquier cosa que ella hacía o ignorar lo que ella dijera. Parecía ser su prioridad.

Él lo sabía. Esa diferencia de cinco años no jugaba nunca a su favor. Cinco años era una diferencia abismal. Una distancia que se veía reflejada en los intereses, aspiraciones, aficiones, formas de actuar y un sinfín de cosas. Pero, extrañamente, cuando estaba con Katie, esa cantidad se convertía en algo insignificante. Nunca se sintió alguien adulto en las ocasiones que se encontraba con ella. Se veía como un igual. Veía a Katie como aquella chica capaz de escoger de manera racional por su propia cuenta. Pero Matt no podía ver eso. Mucho menos quería imaginarse como reaccionarían Collen o Sam. Nadie lo apoyaría. Ni la involucrada.