Capítulo 12~Un corazón roto, una flor de azahar.

270 23 22
                                    

~Un viernes~

¿Qué tantas acciones eran necesarias para que alguien pasara de ser una persona especial a un desconocido? ¿Cuánto más podría soportar Pidge la actitud de Shirogane?

El mundo nunca se detendrá cuando un problema se presenta en tu vida. El tiempo corre. Sigue su curso como usualmente lo hace. Depende de uno el adaptarse y saber hacer frente a las adversidades, con la cara en alto y no dejar que ello te derrumbe.

Nuevamente era viernes. Había pasado ya siete días desde que el mayor había lastimado de manera irreparable a la castaña. La dejó sola aquel día, ese que poseía un significado especial para ambos. ¿Cuántos viernes debían de pasar para que ese día se volviera en, solo eso, un día? ¿Cuánto tiempo transcurriría para que aquella palabra de siete letras fuera solamente un término escaso de un peso emocional?

Su celular comenzó a sonar. La castaña se quejó, mientras se revolvía entre las colchas de su cama, intentado volver a conciliar el sueño. Logró posponer la alarma de su dispositivo móvil para dormir, por lo menos, diez minutos más.

— ¡Katie Holt! — Se escuchó la voz de Collen, quién entraba a la alcoba de la menor — ¡Katie Holt!

— ¿Qué sucede, mamá? — la somnolienta chica apenas pudo responder.

— Tú teléfono lleva sonando desde hace dos horas. ¿Planeas ir a la escuela? ¿Acaso Iverson les dio el día libre?

— ¿¡Eh!? — Pidge se levantó. Se tallaba los ojos con la intención de que la luz que pasaba por la ventana de su cuarto dejará de lastimarle la vista — ¿Qué hora es?

— Diez y media.

— ¿¡Quééééé!?

Aun cuando no era poseedora de habilidades deportivas, Katie saltó de su cama como si de una experta de parkour se tratara — ¡Debiste haberme despertado! ¡Iverson va a matarme!

Tras una de sus muy conocidas duchas express, un licuado donde mezcló todo su desayuno y una despedida precipitada con su madre, se dirigió a la parada de autobús.

— ¡Espere! — Pidge se encontraba corriendo en dirección al transporte que la llevaría al colegio — ¡Aguarde, por favor! — intentó acelerar su paso, hacer más larga su zancada, pero eso poco le sirvió para ir más deprisa. En la distancia, con lo nulo que le permitía ver su visión, pudo observar que aquel a quién tanto quería evitar ver el día presente se encontraba en la fila para abordar el bus.

"¡Es Shiro!" — ¡Sh...! — No podía hablarle. Su boca no emitía ruido alguno para pronunciar su nombre. Las palabras se atoraron en su garganta sin ninguna intención de salir a flote. Además, ¿quién le aseguraría que el chico le pediría al chofer no avanzar solamente porque se trataba de ella?

Con una actitud conformista, se resignó a que tendría que esperar otro autobús que llegaría en veinte minutos. Se hizo a la idea de que llegaría tarde y que Iverson, por ya no contar con esa excusa de estar ayudando a Shiro, la castigaría dejándola sin tomar la clase y haciendo un ensayo de lo visto en la misma.

Su expresión de desanimo cambió al percatarse que cierto chico de cabello bicolor se quedó esperando a su arribo. Con un pie arriba del vehículo y el otro aún en el pavimento su mirada solamente se fijaba en la castaña que trataba de correr como si su vida dependiera de ello. Sintió que la acción del mayor fue un impulso para acelerar su correr.

— ¡Gra-gracias! — No pudo verlo a los ojos. Simplemente sentía como aquella gélida mirada la contemplaban simplemente para dejarle en claro que haber aguardado por ella suponía para Shiro una molestia. Él no contestó y aunque Pidge esperaba ese tipo de comportamiento por su parte, pensó que tal vez ese día las cosas cambiarían de nuevo y volverían a su estado natural, pero falló.

Pétalos de amor: Flores de Azahar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora