Perfección

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"¿Irá?" Me pregunté a mí mismo. No lo sabía. No sabía nada, en realidad. No sabía qué hacer. Ni qué hacía. No sabía cuál era mi rumbo. Mi cometido. Sólo sabía, que en aquellos momentos me sentía solo. Sólo supe, dándome cuenta de repente de que si no veía estaría solo en la vida. De que en ese mismo instante estaba solo. El recuerdo me sentó como una patada en medio de la barriga, incluso me dio una punzada de dolor en la cabeza. Solo, sin mi padre Percival, ni mi madre Kendra, ni Aberforth (Que a pesar de ser idiota, no deja de ser buena persona), y mucho menos la pequeña Ariana. Debí ocuparme más de ella. Aunque solo fuera un poco más. Me sentía culpable. En cierto modo era mi culpa ¿no? Lo era. Yo la maté. Era mi culpa. Pero ella ya está muerta. Y por eso estoy solo, concluí. Por asesino. Pero no me podía permitir derrumbarme, a pesar de que había llegado tarde a ese pensamiento. "No puedes. Hoy no. Esperemos que venga. No tardará"

El bosque de Dean era hermoso en verano. Era hermoso en cualquier época del año, pero el verano le sentaba increíblemente bien. No parecía haber cambiado. Pero era distinto. El sol no brillaba tanto como la última vez. Todo estaba verde, sí, pero de un tono distinto. Los pajarillos trinaban con furor y alegría, pero no era la misma. Y, lo más importante e insignificante. Ya... ya no olía igual. Era estúpido pensar que el olor del bosque fuera a influir en algo, y sin embargo, lo hacía.  Al menos en mí. El bosque de Dean no había cambiado nada, realmente. Todo estaba en orden, en su sitio. La vida transcurría en el con normalidad y armonía. Es lo que tienen los bosques, no cambian muy fácilmente. Y menos en pocas semanas (al menos no por ellos mismos). El que había cambiado era yo. A bien, a mal, había cambiado. Seguía sin saber exactamente cuánto, ni cómo. Sólo se que cambié. Tanto pensar me enervaba un poco, así que decidí sentarme. Si no hubiera sido hoy, me habría dado un pequeño paseo, o habría contemplado la inmensidad del bosque. Si no hubiera sido hoy habría disfrutado de la magia que tiene la vida en estado puro. Pero no lo hice. Simplemente me quedé ahí, plantado. Esperando alguna señal. Señal que parecía no llegar nunca. Y esperé. Y los minutos pasaban. Y la desesperación aumentaba. Y empecé a pensar que no llegaría. Que nunca lo volvería a ver. Eso me desesperaba aún más. El simple hecho de pensar en que nunca volvería a ver sus ojos me desesperaba. Y el pensar que vendría tampoco me dejaba tranquilo ¿Qué le diría? ¿Cómo? Ya se me ocurriría algo.

Se oyó un crujido de entre los árboles, y una pequeña lucecita azul refugió en medio del bosque. Pronto supe que aquella luz no tenía absolutamente nada de pequeño. Era enorme. Era fuerte, y era hermosa. Un dragón de luz azul lanzaba a mi alrededor. Era un bola de fuego chino, al parecer. Un patronus. Nunca había visto el patronus de Gellert, pero no me cupo ninguna duda cuando lo vi. Tenía que ser suyo. Un dragón. Fuerte, poderoso. Irascible si no actúas con cuidado. Peligroso y letal. Pero Cálido, majestuoso. Hermoso. Tenía que ser él. Me sorprendió que fuese precisamente ése dragón, y no un colacuerno Húngaro, o un Longhorn Rumano, que eran más... "eslavos", por así decirlo. Pero no, ahí estaba. El único dragón asiático de los diez que existen. Y era precisamente ese, el que representaba a Gellert. Asombrosos son los patronus en muchas ocasiones.
Me levanté, esperando ver a algún rastro de aquel resplandor azul que helaba la sangre Y vi, no dos, sino un único destello. El otro se había vuelto negro. La sangre se me paró igualmente. Había venido.

- Ge-Gellert...

- Hola, Albus- Su mirada era fría y distante, como la primera vez que nos conocimos. Aun así pude notar un cierto hilo de dolor en su voz

- Tu... ojo...- Él bajó la mirada al suelo. Sabía qué significaba. Él era consciente de que yo lo sabía. Él era consciente de que sabía que una mancha oscura en el cuerpo era símbolo de un alma desgarrada. Un alma que se arrepiente., Un alma que ha roto una promesa. Un pacto de sangre. El frasquito nacarado seguía colgado al bolsillo de su camisa. El líquido de su interior se había vuelto ligeramente negro, lo que significaba que no se había roto del todo. No estaba  del todo perdido.

Sorbete de Limón (dumblewald/grindeldore)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora