Catalina había perdido la cuenta de las veces que fue a la administración del club de golf a reclamar. Estaba aburrida de encontrar en su césped pelotas provenientes de allí.Durante años había querido salir de la gran ciudad, odiaba el ruido constante, se sentía prisionera entre tantas personas e invadida por sus vecinos. Siempre fue más que una solicitud, un ruego, una exigencia constante alejarse de allí. Cuando su esposo le ofreció comprar una parcela a varios kilómetros, aceptó de inmediato.
Amaba la tranquilidad, disfrutaba la soledad y la naturaleza a su alrededor. Estaba consciente que la ciudad en algún momento los alcanzaría y no se equivocó en absoluto. Hacían cuatro años aproximadamente se construyó a corta distancia un condominio. Al comienzo tuvo algunos resquemores al sentirse invadida en su espacio, sobre todo por las construcciones que se llevaron a cabo, pero su esposo e hijo lograron hacerla comprender que sería solo por un tiempo, además esta vez no podrían volver a alejarse del mundo, tendría que poner de su parte.
El problema comenzó la vez que conoció a Francisco, el odio acumulado en toda su vida lo dirigió a ese hombre desde el primer día, desde que la miró con superioridad y se rió de ella en su cara, así lo percibió ella.
Durante la última etapa de la construcción derribaron la mayoría de los árboles colindantes a su parcela. Apoyada por su marido, se dirigieron a la administración del complejo a pedir explicaciones, donde no solo supo que se construiría un enorme parque, sino que también aquello daría lugar a un campo de golf. Antes que Catalina comenzara a reclamar por el daño a la naturaleza, el impacto ambiental y el cambio al paisajismo del sector, Francisco le expuso que aquello era un proyecto ideado hacía más de una década. Se habían realizado todos los estudios necesarios y contaban con todos los permisos respectivos. Dijo que lamentaba no tuviesen conocimiento de aquello antes de comprar y haber invertido. A modo de compensación por la intervención visual a su propiedad le entregarían una membresía para hacer uso de todas las instalaciones del complejo absolutamente gratis. El esposo de Catalina fue el más contento y desde entonces nunca puso objeciones, por lo que ella no tuvo más remedio que acallar sus pensamientos.
La segunda vez que la mujer visitó a Francisco, éste supo que el problema sería mucho más difícil de lo pensó en un comienzo.
—Don Francisco —dijo ella muy altanera—. Me va a disculpar que me presente en su oficina sin previo aviso y le diga esto... Desde que comenzaron las construcciones supe que traería problemas a todos nosotros. Como le expuse la primera vez, no estoy en absoluto de acuerdo con la intervención que han hecho y aunque su golf puede ser agrado de muchos, incluido mi esposo, no puedo permitir que afecte la tranquilidad de mi hogar.
—De antemano le expongo mis disculpas si hemos cometido algún error, pero no estoy entendiendo a qué se refiere —expuso el Gerente.
La mujer tomó su cartera y sacó del interior tres pelotas que dejó sobre el escritorio.
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arteFUCKtos
General FictionarteFUCKtos son 14 cuentos de ficción sexual, el que retrata sin pudor ni vergüenza, las historias de particulares personajes que transitan por el devenir fantástico y descarnado de multifacéticos escenarios, mostrándolos al desnudo en un mundo sin...