Capitulo 13

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Narrador omnisciente

—¿Que es lo que tanto piensas?— Le dijo Ana sacándola de sus pensamientos.

Estaban en el salón, no estaban solas, como de costumbre.

La castaña estaba en su mesa, hablando tranquilamente con ella.

Era miércoles, después de que aquella noche quedaron en volver hacerlo otro día.

Alice sacudió su cabeza callendo en cuenta lo que le preguntaba la rubia.

—En tí— le dijo bajito.

La mujer sonrió, a lo que llamamos le devolvió la sonrisa.

—Alice, ve por los cascos y el maletín— Le dijo su madre levantándose de la mesa.

La chica la miró sin entender

—¿A dónde vamos?

—A hacer un domicilio donde Alexandra.

No solo trabajaba en el local. También su madre tenía clientes que les gustaba que fueran a su casa y este era el caso.

Alexandra y su familia, eran las mejores clientes de su madre. Llevaban años con ella.

Alice miró a Ana y le dijo.

—Nos vemos luego— cogió su mano sutilmente.

Ana asintió con una sonrisa.

Alice hizo caso a su madre y en un momento ya estaban en la moto, llendo a la casa.

—No creía que te llevarías tan bien con Ana— Le dijo su madre mientras conducía.

—Pues ya ves. No odio a todas las personas cómo lo crees— Le dijo tranquilamente.

—Pues a decir verdad me sorprende, no sueles hablar mucho con la gente.

—Sabes que Ana es diferente. Ella me cae bien.

Jessie ya notaba lo cercana que era su jefa y su hija.

Miraba como charlaban animadamente, cómo ella le pedía favores frecuentemente, como sus conversaciones eran tan tranquilas y las palabras salian muy fácilmente. Con la única persona que era así era con Génesis, su amiga.

No volvieron hablar sobre el tema, después de todo ya estaban a una cuadra de la casa.

Cuando llegaron estaban al frente de esa casa blanca, con rejas cafés donde estaba en antejardín.

La puerta y las ventanas estaba abierta como de costumbre.

Y ahí estaba ella.

Una mujer alta, caballo muy corto negro y unos que otros cabellos rubios por sus iluminaciones. Complexión blanca, ni tan delgada ni tan gruesa.

Ojos cafés muy claros, labios carnosos mostrando sus dientes blancos igual de perfectos que los de ana

—Jessie— Gritó la mujer en un saludo.

Madre e hija ya estaban entrando a la casa.

Alice ajustó la puerta de la reja que había en la casa y se volteó.

La mujer la miró. Cómo siempre no notaba nada raro en ella.

Al, tiempo sin verte— Le sonrió.

La chica le respondió de la misma forma

—Tienes razón—Rió— Hola.

La chica entró a la casa y descargó las maletas.

Diría que la casa era muy parecida a la de Ana.

Paredes blancas con decoraciones de yeso en el techo.

La jefe de mi madreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora